Marcelo Noguera Fidias
Gemelismo científico
Los problemas nacionales de salud son relevantes para todos los mexicanos. En especial los indicadores sobre detección del cáncer y su tratamiento oportuno; la razón es simple: la vida va de por medio. Oaxaca presenta la mayor incidencia en la República de cáncer en la mujer; entre esos cánceres, el cérvico-uterino es el principal asesino en etapas tempranas de la vida. Las cifras hablan por sí mismas: cada tercer día en el estado muere una mujer con ese padecimiento; más de la mitad de los casos son detectados en etapas avanzadas (no quirúrgicas); 51 por ciento de todos los detectados en el año son de origen ginecológico; en los últimos cuatro años se han reportado 3 mil 951 casos de cáncer del cérvix, número que representó 76 por ciento del total, sólo seguido en segundo lugar, con 16 por ciento, por malignidades de la mama.
Así que la situación que enfrenta diariamente la mujer oaxaqueña es verdaderamente aterradora. Aunado a esa realidad epidemiológica, la infraestructura con la que se cuenta para hacer frente a ese problema de salud pública es un poco más que insuficiente: un solo centro estatal de oncología y radioterapia; dos centros estatales de lectura histopatológica de laminillas de citología cervicovaginal, en los cuales se cuenta con un retraso en la entrega de resultados que va de tres meses en el mejor de los casos a un periodo mayor que no es posible determinar. La Secretaría de Salud, que atiende a más de la mitad de la población abierta, sólo cuenta con un hospital de referencia para casos quirúrgicos de cáncer ginecológico en todo el estado; a su vez, éste es el punto de concentración de 10 hospitales generales del sistema IMSS-Solidaridad, medicina privada y grupos alternativos de asistencia como Manos de Ayuda.
La cuantificación del problema estatal de cáncer es un factor primordial para la racional planeación de estrategias en el diagnóstico y terapéutica. No sólo el cáncer ginecológico debe estar clasificado en su incidencia y frecuencia poblacional sino, como es evidente el registro de los casos cáncer en el estado, tiene que ser universal.
El sistema de registro estatal de cáncer cuenta con un subregistro no calculado y que se supone va de 25 a 132 por ciento; además, carece de un diseño uniforme. De esta forma, las estadísticas de los tumores y las muertes relacionadas con neoplasias malignas se diluyen en los diferentes subsectores que conforman el sistema estatal de salud.
Con la ausencia del registro único de cáncer en la entidad, la potencial contundencia de acciones médico-administrativas se desdibuja del horizonte de la eficacia en los programas de salud. De tal forma, la creación de registros poblacionales de cáncer es una necesidad, más que prioritaria, estratégica para los habitantes del estado.
Los antecedentes internacionales de los registros de cáncer tienen su origen en Connecticut, en 1941, con la creación del primer Registro de Cáncer; posterior a la Segunda Guerra Mundial, en 1950, y bajo la administración de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se funda el primer Registro Internacional de Cáncer. En 1965 se fundan en la OMS los subregistros, agencias que actualmente dictaminan la frecuencia de los diferentes cánceres en mujeres y hombres; en 1966 se crea la Agencia Internacional de Investigación sobre Cáncer, con sede en Estados Unidos.
Para México, la historia es más reciente: sólo hasta 1982, en la capital del país se funda el Registro Metropolitano de Cáncer; en 1993 se crea el Registro Histopatológico de Neoplasias, como una parte del sistema de vigilancia epidemiológica de la Secretaría de Salud.
En Oaxaca, en 1988, nace el Registro de Cáncer del Hospital Civil Aurelio Valdivieso, en la capital del estado, con la colaboración de los médicos adscritos y profesores titulares de la Universidad Benito Juárez de Oaxaca.
Los proyectos en medicina, al igual que los programas gubernamentales, al carecer de presupuesto son demagogia pura o, en el mejor de los casos, un conjunto de buenas intenciones presentadas en suntuosas ediciones que cubren primordialmente los requisitos de reporte administrativo. Desde la creación de este único registro en el estado, el factor financiero ha sido un problema cotidiano.
Gracias a la visión de algunos investigadores locales de establecer la vinculación académica con universidades estadunidenses, donde el factor económico no es un problema fundamental en la realización de esos programas, se ha logrado recientemente acceder a fondos federales provenientes del Instituto Nacional de Cáncer, a través de la asociación entre la Universidad de California en Irvine y el Hospital Civil de la localidad. Esa simbiosis entre organismos académicos, comúnmente llamada twinning (gemelismo) beneficia en esta ocasión a programas de investigación específicos en la región: registro estatal de cáncer, inversión externa para programas estratégicos y creación de conocimientos para mejorar las condiciones de salud de la población. La conclusión obligada, y no es futbol: sí se puede.
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