y universal
Este número de nuestro suplemento se enriquece con los trabajos del gran artista yucateco, Gabriel Gahona ``Picheta'', grabador, caricaturista, crítico de las costumbres y de la moral de su tiempo. Tello Solís, Peniche y Antochiw, estudiosos de la obra de Picheta nos hablan de la época en que vivió el artista, de sus ideas, su valiente actitud y sus aportaciones técnicas y estéticas. Sus trabajos fueron -y siguen siendo- poco conocidos en la centralista ciudad capital. Es curioso que el maestro Francisco Díaz de León, originario de Aguascalientes, fuera el más entusiasta divulgador de la obra de Picheta, a quien veía como un precursor de José Guadalupe Posada. El olvido de Picheta es otra injusticia perpretada por el centralismo y otro mal efecto de la ``peninsularidad''. No hablemos más, veamos su obra, leamos a sus inteligentes panegiristas y, junto con los hermanos yucatecos, hagamos que ocupe el lugar que le corresponde en la historia del arte y que, ciertamente, no es el cuartito ridículo escondido en un rincón de la Plaza Grande de Mérida y sofocado por tiendas de ropa, merenderos y agencias de viajes que incluyen salbutes famélicos frente al rey enano de Uxmal con su casco a prueba de guayulazos.
Llega a nuestra mesa el número 3 de la hermosa revista de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Autónoma de Querétaro, Eba áurea. Patrocinada por Fomento Queretano S.A. de C.V. (ya era tiempo que los empresarios patrocinaran algo más que un campeonato de golf. Los felicitamos calurosamente), esta publicación contiene una entrevista con el formidable pintor Santiago Carbonell (decir que es ``hiper'', nada más realista o naturalista mágico es no decir nada. Es él mismo de una manera intransferible y su mundo está hecho de carne deslumbrada y deslumbrante, de nubes, rocas, deltas, bahías, cielos crepusculares -o aurorales-, miembros en movimiento o en reposo, figuras tendidas después del amor, solitarias figuras flotantes, glúteos perfectos de Venus reclinadas, abrazos y juegos de la carne, hermosos rostros y misteriosas formas del placer, el juego o el descanso. Querétaro tiene la fortuna de que Carbonell enseñe en su Escuela de Bellas Artes. Sugiero que lo secuestren para siempre. La revista recuerda a nuestra amiga Nuria Boldó, promotora cultural, librera generosa, editora y maestra muerta en 1997. Sus memorias volátiles andan ahora por las aguas del Lago de Pátzcuaro. Catalana, anarquista, queretana, regional y global, Nuria nos dio a todos su actitud amable y su inteligente crítica de los poderes de todos los tipos y las trampas. Jorge Juanes entrevista a Carbonell y habla de Dalí, Warhol y Pollock; Santa María nos propone una nueva lectura de la actual arquitectura mexicana y Eudoro Fonseca recuerda a Saturnino Herrán y a sus dioses mexicanos que son ejemplo del mejor de nuestros manierismos. Dirigen la revista Márgara Dehaene, Teresa Bordons, Lizette Ale, Laura Reyes y algunos, afortunadamente pocos, pero buenos, miembros del actual sexo débil. Una hermosa e inteligente revista es Eba áurea. Gracias por el envío.
Cultura Mexicana
Lo fundaron Enrique González Martínez, Frida Kahlo, el Doctor Atl, Francisco Díaz de León, Fanny Anitúa, Mariano Azuela, Julián Carrillo, Antonio M. Ruiz, Sandoval Vallarta, Ortiz Monasterio, Zárraga, López y Fuentes, Gómez de la Vega, Fernando Soler y otros muchos artistas, científicos, poetas, actores... Ahora, presidido por Luis Estrada, Elisa Vargaslugo, Víctor Sandoval y Luis Ortiz Macedo, sigue cumpliendo su tarea de difusión, crítica y estudio de la cultura nacional, entendida como el entorno histórico-genético que nos condiciona y sobre el cual podemos influir, pues se trata de un reflejo dialéctico y no simplemente mecánico. Fundado en 1942, durante el gobierno de çvila Camacho, su vida ha sido buena y generosa. Sigue adelante, confiado en el esfuerzo de sus miembros y en el apoyo de sus patrocinadores. A la libertad de pensamiento y de expresión y a la difusión de la cultura les viene bien que el Seminario siga su andadura.
Esto nos dice el maestro Luis Herrera de la Fuente, miembro del Seminario de Cultura Mexicana y artista de largo y fructífero historial. El Fondo de Cultura Económica publica estas memorias de una vida ligada a la música que ha sido para el pianista, director y maestro ``sanguínea y sanguijuela'' a la vez. El maestro Herrera nos habla de sus muchos amores y de sus múltiples conocencias y recala en ese amor hermoso y terrible a la todopoderosa música.
HGV
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24 preludios y fugas
En el 200 aniversario de la muerte de Bach se organizó en Leipzig un concurso de piano. Dimitri Shostakovich fue uno de los jurados. Las reglas del concurso prescribían que los participantes tocaran, entre otros casos, uno a elección de los 48 preludios y fugas del Clavecín bien temperado de Bach. Y a todos sorprendió una jovencita rusa que dejó al jurado la elección del preludio y fuga, pues tenía puesta la colección entera. La esforzada pianista, Tatiana Nikolayeva, ganó, desde luego, el concurso. Y ganó algo más valioso: despertar el interés de Shostakovich en ella y en el Clavecín bien temperado. ``A su regreso de Leipzig a Moscú, escribe Tatiana, Shostakovich empezó de inmediato a componer preludios y fugas. Yo le hablaba por teléfono, a petición suya, todos los días y él me pedía que fuera a su casa a oírlo tocar la pieza que acababa de componer.'' Así nacieron los 24 preludios y fugas, opus 87, de Shostakovich. Fueron escritos en un tiempo asombrosamente corto: entre octubre de 1950 y marzo de 1951, y fue comentándolos minuciosamente uno a uno con su inspiradora e intérprete. Así pues, el maravilloso ciclo le pertenece a ella. Y ella lo grabó: son dos discos compactos de la marca Hyperon, se consiguen en cualquier tienda de discos y son fuente de intenso y reiterado placer. Estos preludios y fugas, vuelve a decir Tatiana, ``pueden y deben compararse con el ciclo compuesto por Bach. Son una nueva palabra en polifonía. La amplitud de imágenes y caracterizaciones es enorme: de la tragedia al humor, de lo alegre a lo grotesco''. El tiempo ha pasado, Tatiana Nikolayeva es ahora una anciana, muy rusa, con una grande y hermosa cabeza. Parece en las fotos una de esas nanas sabias de Chejov o de Molire. Hace años figuré como actor en El tío Vania de Chejov. Hacía un papel muy menor, el de Ilya Ilich Telieguin, un viejillo borrachín que vive arrimado en casa de Vania. El último acto de la obra empieza con Telieguin y la nana solos en escena. Telieguin se ve triste, y tiene lugar el siguiente diálogo: -¿Qué tienes? -pregunta la nana. -En el pueblo me dijeron que soy un gorrón -contesta triste y ofendido Telieguin. La nana, para consolarlo, le da una respuesta sencilla, balsámica y muy rusa. Le dice: -Todos somos gorrones en la casa de Dios. Así son las nanas de Chejov, sólidas, razonables, compasivas en un mundo enloquecido por aspiraciones y fracasos. Tatiana también es así, nana pianista. Si oyes su grabación de Arte de la fuga de Bach, prodigiosamente clara y emocionante, lo comprobarás. 24 son las piezas en los ciclos de Bach y Shostakovich, porque tienen que estar en todos los tonos y semitonos, y son 24. Los preludios de Chopin son 24 deliciosas miniaturas, y también son 24 los preludios de Rachmaninov. Castelnouvo-Tedesco tiene 24 preludios y fugas para dos guitarras, y el incansable Paul Hindemith, Mozart de nuestro tiempo, compuso los Ludus Tonalis, que son también 24 pequeños preludios y fugas. Para dicha nuestra, Bach hizo dos colecciones o libros, es decir, 48 preludios y fugas. ¿Qué tiene esa forma de preludio seguido de fuga que la hace tan atractiva y satisfactoria? A la libertad juguetona del preludio debe seguir el difícil rigor de la fuga. En el preludio casi no hay reglas, digamos, se vale todo. En la fuga no, hay que construir, hay restricciones y reglas. Así dice Whitehead que debe ser la educación universitaria: los periodos de libertad romántica, imaginativa, deben alternar con periodos de disciplina, rigor, dominio completo de las técnicas. Los dos estadios son indispensables en la formación de la persona. Toda actividad que valga la pena tiene esos dos lados, el del juego y el de la precisión. La cima intelectual está hecho de ellos: imaginación libre y audaz, pero también rigor, paciencia, precisión. Es decir, preludio y fuga. Y luego está que las piezas de los ciclos aspiran a constituir una especie de tipología. Conocí una señora muy culta, que tocaba el piano, y sostenía que en el Clavecín bien temperado de Bach estaban retratados todos los tipos humanos, las dramatis personae de la comedia humana entera. Puede ser, pero no está muy claro cómo una pieza de música retrata a una persona, es decir, de qué clase de tipos se habla. Claro, la analogía musical nunca es gruesa. Pero algo hay ahí, sutil, y a veces, es cierto, dan ganas de decirle a alguien: ``así, como esta pieza, así eres tú''. Por último quiero decir algo sobre las fugas. Es una declaración de reverencia. No hay fuga fea. ¿Cómo una mera forma, casi un procedimiento, puede ser tan deleitoso? Geométrica, cristalina, un cristal trazado, no en el espacio, sino en el tiempo, pero cristal emocionante. Claridad apasionada, sencilla, simple e inexplicable. La fuga es una probadita terrena del habla inmaterial de los ángeles. Así debe ser, sin duda, como eso.
marca de la bestia
Tu cuerpo es tu password
Parece un hecho que muy pronto nos liberaremos de toda clase de tarjetas de crédito y débito (tanto las equipadas con bandas magnéticas como las más novedosas, con circuitos integrados), tarjetas de identidad con fotografía, credenciales, gafetes, pases, cartas de acceso, códigos de identificación personal e incluso todo tipo de llave. Nos guste o no, dispositivos capaces de ``reconocernos'' están a un paso de reemplazar a los viejos métodos de seguridad. En realidad, desde hace más de 20 años la firma de inversionistas Shearer Hamill de Wall Street utiliza como método de seguridad una lectora de la geometría de la mano (la cual mide las dimensiones de los dedos). Desde entonces, varios miles de estas máquinas se han vendido en todo el mundo. En la actualidad las empresas que se dedican a la manufactura y venta de dispositivos biométricos están peleando una guerra por imponer sus tecnologías en un mercado aún bastante virgen y que promete ingresos fabulosos. Así, científicos en diferentes partes del mundo tratan de desarrollar los métodos tecnológicos más eficientes, rápidos y económicos para reconocer las características fisiológicas que nos hacen únicos.
Información muy personal
La idea de usar al cuerpo como tarjeta de identidad no tiene nada de nuevo; los registros de huellas digitales (las cuales ahora pueden ser escaneadas y digitalizadas eficientemente con la tecnología de Identicator) y las técnicas de lectura del ADN, entre otras, se utilizan regularmente en corporaciones policiacas, así como dependencias gubernamentales y privadas. No obstante, la biometría moderna promete el registro e identificación de las características fisiológicas de una persona de forma inmediata, no dolorosa y confiable. Para esto, en la actualidad existen una variedad de procesos que pueden escanear retinas, digitalizar el iris del ojo, leer los pliegues de los nudillos, reconocer patrones de voz, medir la resonancia acústica de la cabeza, identificar olores personales o bien distinguir los ritmos y velocidad con que una persona teclea. Algunas de las anteriores tecnologías son extremadamente caras y poco prácticas, como el sensor Scentinel (http://www.mastiff.co.uk/) que detecta los olores característicos de cada persona. Mientras el uso de otras, como el identificador de dedos, Digi2, que se utiliza en Walt Disney World de Orlando, Florida, es muy económico. Algunas prisiones estatales en Estados Unidos y Europa ya emplean sistemas de seguridad biométricos tanto para identificar a los guardias como a los prisioneros, y para llevar un control de quienes están en arresto domiciliario. Varias fábricas han reemplazado sus viejos relojes checadores por sistemas biométricos, y también en algunos puestos fronterizos entre Estados Unidos y Canadá se han instalado dispositivos de reconocimiento de voz para los viajeros frecuentes.
Geometría facial
La empresa Faceit fabrica programas capaces de reconocer rostros y elaborar mapas faciales mediante un algoritmo denominado Local Feature Analysis (LFA), al comparar a la persona con una imagen suya almacenada en memoria (la cual puede ser una foto o una secuencia de video). El sistema LFA ``captura'' rostros, en términos de datos estadísticos de regiones específicas de la geometría facial. Con estas características y la forma en que están relacionadas, se construye cualquier rostro particular. En teoría, este método puede identificar rostros sin importar iluminación, postura, cambios de expresión, lentes, cabello, color de la piel y otras variantes. Faceit es una tecnología muy versátil y relativamente económica que puede ser utilizada para una gran variedad de aplicaciones (líneas de producción, redes corporativas, cajeros automáticos y aeropuertos) e incluso puede reconocer caras situadas en prácticamente cualquier punto del campo visual de una cámara de video.
Vuelve la dichosa marca de la bestia
Los tecnofanáticos aseguran que la biometría es la promesa de un mundo más seguro, libre de fraudes y de burocracia, en el que nunca más tendremos que llenarnos la cartera con tarjetas, licencias y credenciales. A pesar del triste pragmatismo que representa reducir la singularidad humana a algoritmos y cifras, en cierto sentido puede que tengan razón. Además, la industria biométrica planea proteger nuestra información más íntima en bases de datos, de forma en que si nuestra retina es escaneada como requisito para conseguir un empleo, esa imagen no será ofrecida a la policía, ni a la secretaria de salud para reconocer si padecemos de sida. Por supuesto, no hay que ser demasiado paranoico para imaginar que esta promesa será fácilmente rota. Esa incertidumbre viene a acentuar los temores milenaristas, especialmente de grupos fundamentalistas religiosos, quienes creen que la biometría es otro nombre para la marca de la bestia, que llevaremos todos inscrita en la mano o la frente y sin la cual no podremos realizar ninguna transacción comercial. Estos fanáticos ya nos habían prevenido de esta amenaza respecto de los códigos de barras ISBN, que identifican a casi todos los productos del mundo, y que supuestamente llevan un seis al inicio, otro al medio y uno al final. Otros creemos que la marca de la bestia tiene forma de ola e identifica a una prestigiada línea de artículos deportivos (http://www.nike.com). Si alguien lo duda, basta ver lo que le deparó el destino a cierto equipo de futbol sudamericano que servía más a los intereses de esa empresa que a su bandera nacional.
Naief Yehya
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La Delirios (Fondo de Cultura Económica, México, 1998) de Carmen Boullosa (México, 1954) es un libro interesante y, al mismo tiempo, con problemas. En las cinco secciones de este volumen (``Jardín Elíseo'', ``Niebla'', ``Sangre'', ``Los delirios'' y ``Europa: puerto sin mar'') encontramos un intrincado vaivén textual en el plano general de cada composición y, a la vez, hallamos una rudeza en el significado de las frases. En La delirios, el lector no puede pasar por alto la presencia de elementos directos (``debo dejar los platos sin entrar a sus jaulas'') y el uso de fórmulas duras (``De ti lleno el ano...''). La mezcla de estos dos aspectos articulados con ingredientes líricos convencionales (``¿Dónde están, Dioses?'') y un discurso del yo que habla en voz alta consigo mismo (``Hasta de extravagancias geológicas y de imaginerías malsanas... entré a los Campos Elíseos'') producen una sensación de fuerza que de entrada nos impresiona. Al mismo tiempo, Boullosa evita entregarnos poemas pulcramente elaborados, pero dominados por una abstracción indeterminada. En muchos textos publicados aquí y allá no es posible establecer diferencias. Poemas escritos por diversos autores parecen provenir de la misma pluma, como si un escritor colectivo con manos largas estuviera detrás de la escena.
En La Delirios una búsqueda intensa lleva a Boullosa a concebir una atmósfera agitada y, más de una vez, violenta. En su escritura observamos una inconformidad con el estado actual de nuestra poesía y un desenfado para saltar trancas y tocar espacios prohibidos. De verdad se necesita decisión y coraje para escribir un poema (``Jardín Elíseo'') donde el asunto a tratar no sólo es la muerte de los dioses sino el acopio, en una minienciclopedia mitológica, de deidades griegas, germanas, judeocristianas y mexicas, entre otras. Sorprende toparse de nuevo con el inventario exótico del panteón divino que practicaron los modernistas y revela que Boullosa tiene una idea clara de la necesidad de volver los ojos, con otra actitud, hacia el pasado. Esta conciencia es evidente en la última sección, en el endecasílabo de Boullosa que dice: ``Envidio al árbol que envidió Darío'', en clara alusión al alejandrino de Rubén Darío: ``Dichoso el árbol que es apenas sensitivo.'' Boullosa se introduce en esta trama sin ningún empacho. No le da miedo tenérselas que ver con tópicos incensados por la academia y trivializados por la crítica literaria. Sin distancia paródica, pero con un acento beligerante, Boullosa se lanza a la empresa de reasumir esos temas con sus propias palabras. Les aplica su manera de proceder asestando golpes de sentido y avivando el fuego de un frenesí textual. Con impresiones fuertes y en cadena, ella persigue impresionarnos. El propio título del libro nos propone este juego de shocks y extravíos como forma de construcción.
Sin embargo, en La Delirios hay un problema no resuelto entre impresión y expresión. En una composición no basta con el desplante lleno de sentimiento y arrojo, si éste no se traduce en una energía verbal, en una experiencia del lenguaje que ha encontrado la manera de cuajar en un cuerpo autosuficiente. La idea o la emoción tienen que transformarse en un efecto verbal, y el efecto verbal en una idea o en una emoción. En este libro podemos notar un desfase entre los múltiples planos de sentido en operación, y la exactitud rítmica y metafórica de los textos. En la mayor parte de las frases de La Delirios no percibimos la necesaria tensión que configura tanto al verso libre como al versículo. Las líneas se prolongan o acortan de un modo caprichoso sin alcanzar alguna forma de unidad o, en su defecto, de contradicción. En la lectura de La Delirios no percibimos un centro de imantación que articule o desarticule el lenguaje en una o en muchas direcciones. Las composiciones crecen o decrecen de un modo relajado con una carrera mucho más cerca de un flujo prosaico con salidas y entradas caóticas. Para que la sensación de delirio funcionara, para que pasara de la impresión impetuosa a la expresión eficaz, sería necesario oponer una resistencia. No se trata de exigirles a estos textos que funcionen con el sonsonete de una musiquita conocida, porque lo que importa aquí es sostener un volumen y un tono. La cuestión es que ese volumen y ese tono no se sostienen y, por tanto, no crean un resultado duradero. Por otro lado, muchas de las imágenes de La Delirios, a pesar de su carácter áspero e inesperado, se nos escapan. En unos casos, la analogía propuesta -o la comparación- es tan disparatada que resulta inverosímil (``...no hay sangre que no sea helada''); en otras, tan inventiva que resulta cómica (``Gime como el botón del tulipán'').
En La Delirios, el lector no puede dejar de apreciar la intención de romper con el hueco tono aceptable de una buena parte de la ornamentada poesía contemporánea y de ``epatar'' el timorato gusto pequeñoburgués. Introducir nuevos registros de presentación, como la violencia (comunes en la poesía norteamericana o inglesa), o reintroducir viejos recursos, como el catálogo mitológico, pueden ser si no el camino sí un punto de partida. Sin embargo, es necesario no olvidar que en la poesía hay un elemento insoslayable de concentración tanto en la sintaxis como en el ritmo. Si el poema es largo o corto, no importa. Sin la unidad de impresión y expresión puede haber una muy buena idea, pero no un poema.
Esculturas. Este es el austero título de la exposición de Alba Rojo Cama, que se inaugura el miércoles 12, a las 19:30 hrs., en la Galería Juan Martín, ubicada en Dickens 33-B, colonia Polanco. Y así como su parco título, es la obra de esta artista plástica, quien somete a sus creaciones a los cánones de una sobriedad geométrica donde la dureza de la materia escultórica se atempera con la flexibilidad de las sombras coloridas con las que ha vestido sus piezas. Alba Rojo parece estar más pendiente del rigor de sus creaciones que de la ``originalidad'', ese fantasma que persigue a los artistas que tienen poco o nada que decir. Si no puede asistir a la inauguración, vaya cualquier otro día y regálese un viaje sereno y apreciativo por entre estas figuras inquietantes en su grave belleza.
De voces, poetas y poesía. Si usted, reacio lector, es de los que dicen que ``lo siento mucho pero, por más que le busco, no entiendo la poesía'', le aconsejamos que haga la prueba asistiendo a las lecturas de poesía. Si tiene usted suerte, al oír a los diversos poetas, hombres y mujeres, que nuestro país generosamente produce, quizás encuentre cierto ritmo, el tono, un tema, esa sustancia de aquello que usted siempre ha querido decir pero nunca ha sabido cómo. Quizás, sólo quizás, experimente en carne viva, por un instante, una emoción inusual, una vibración extraña y a la vez familiar, una íntima voz que creía perdida; quizás entonces ya no le importe entender la poesía. El Instituto de Cultura de la Ciudad de México (ICCM) ha organizado dos ciclos bajo el rubro común de Poesía en agosto: La dignidad de la poesía, que se llevará a cabo todos los jueves de este húmedo mes en el Museo de la ciudad de México (Pino Suárez 30, Centro Histórico), a las 19:30 hrs. El día 13, los poetas Josu Landa, Luis Cortés Bargalló, Alicia García Bergua y Elisa Ramírez Castañeda disertarán sobre el tema ``Poesía y cambio''. El moderador será Eduardo Vázquez Martín y se leerán poemas de Pablo Neruda. El otro ciclo, Poetas jóvenes, se realizará todos los miércoles del mes, también a las 19:30 hrs., en el Centro Cultural José Martí (Dr. Mora y Av. Hidalgo, frente a la Alameda Central), y este día 12 toca el turno a José Luis Aguilar A., María Rivera, Irwin Ramírez, Freja Cervantes y Claudia Posadas. çndele, no sea ranchero y asista. Quién quita y...
CG-T