La Jornada sábado 8 de agosto de 1998

Horacio Flores de la Peña
El gobierno del Distrito Federal /II

Al abandonar el modelo de crecimiento seguido hasta antes del neoliberalismo, sin que se tuviera un modelo sustituto, el Estado y el país se quedaron sin metas y sin políticas, porque su única preocupación fue un objetivo contable: la estabilidad financiera, y se careció de políticas confiados en que las fuerzas del mercado resolverían los problemas que los tecnócratas oficiales no podían solucionar.

El objetivo central del antiguo modelo era crecer, distribuir mejor y crear ocupación, y lo sustituyeron por una política de estancamiento y desempleo generalizado. Esta política produjo un empobrecimiento masivo de todas las clases sociales, excepto los empresarios que vieron crecer sus ingresos en forma desorbitada. Para las clases trabajadoras fue caer sin remedio en la pobreza o en la pobreza extrema.

Donde este proceso se dio con más fuerza fue en la ciudad de México. Los tecnócratas desconocen que hay una ley social que siempre funciona: la población de cualquier país acepta restricciones, hasta de lo indispensable, cuando son generalizadas y por un objetivo aceptado por todos, como en el caso de una guerra; lo que un pueblo no acepta es la miseria comparada con el derroche que hacen los ricos y los funcionarios públicos.

Esta política fue un factor determinante en el crecimiento de la delincuencia y la inseguridad como una manifestación inmediata de este desarrollo injusto de la sociedad. Se creó un lumpen de unas proporciones desconocidas hasta entonces y, para ellos, el gobierno y la sociedad, en general, eran sus enemigos. Este es el primer precio que deben pagar los gobiernos neoliberales por la marginación de las mayorías, después seguirán otros, mientras no se cambie de política, tales como bancarrotas financieras económicas y políticas, ingobernabilidad abierta y la desconfianza generalizada.

Este es el fondo de la corrupción policiaca, de la justicia, y de la delincuencia. Pedir al gobierno del Distrito Federal que solucione esta situación en siete meses, cuando les tomó 15 años crearla y, además, sin cambiar la política económica es ingenuo o de mala fe. Este es un proceso largo y que no depende solamente del gobierno de la ciudad, tendrían que cooperar en ello, toda la sociedad civil y pedir al gobierno federal que ya deje de estorbar el mejoramiento de la sociedad.

Uno de los principales ataques a Cuauhtémoc Cárdenas ``es que no cumplió sus promesas al no resolver los problema de la ciudad''. Los problemas de la ciudad son muchos y todos importantes y generados, sobre todo, en 15 años de gobiernos neoliberales; el agua, las comunicaciones, la seguridad, la corrupción oficial y toda esta ``corte de los milagros'' que le heredaron sus antecesores, sin excepción.

El gobierno del DF no debe utilizar armas de propaganda para ocultar la verdad, como hace el gobierno federal, que saca a la discusión dos temas de innegable importancia, como el aborto y la educación sexual, para que la gente se olvide del Fobaproa. Lo único que logró con el tema del aborto fue poner a los obispos a aullar como coyotes flacos en noche de luna llena. El resto de la población se quedó quieto, ni siquiera habló el esférico señor Barroso. Esta propaganda demuestra una ineptitud increíble.

Para crear una impresión de incompetencia, todas las armas son buenas para los enemigos del gobierno de la ciudad. Las manejan con la efectividad que les confiere el uso ilimitado de los fondos públicos y la experiencia, de muchos años, de mentir y difamar a sus enemigos. Estas campañas de desprestigio, a la corta son efectivas, pero a la larga se pone de manifiesto lo que es mentira y lo que es verdad.

Los legisladores del PRI atribuyen las supuestas fallas del gobierno a ``falta de profesionalismo''. ¿En qué? En trampas quizá, o para dilapidar los fondos públicos comprando caro lo que no sirve, o utilizando a los pobres como brigadas de choque para fines políticos, como en el caso de los comerciantes ambulantes y ¿de los paracaidistas? De este profesionalismo ya tuvimos bastante durante 15 años de neoliberalismo. Nunca más deberíamos pasar por lo mismo.

Es curiosa la esquizofrenia gubernamental; por un lado promueven la democracia y, al mismo tiempo, tienen un miedo atávico a la dictadura. Pero como la democracia también les produce terror, propician la existencia de una ``poderosa'' oligarquía del poder y del dinero, para que el juego democrático no los desplace del poder, por eso van sembrando la duda sobre el gobierno de Cárdenas para minar el proceso democrático. Le critican a Cárdenas que quite funcionarios ineptos o corruptos, porque según ellos refleja la inseguridad en el ejercicio del poder. El presidente Zedillo ha hecho innumerables cambios en el gabinete, pero como si fuera un buen jugador de dominó, siempre que hace la sopa nos deja con las mismas mulas. Este argumento no vale.

Al gobierno de la ciudad hay que pedirle mucha energía en el combate a la corrupción y a la inseguridad, y a la resolución de todos los problemas que no se resolvieron en 15 años de administraciones que se dedicaron a dilapidar los fondos publicos, y nunca se preocuparon por los problemas físicos y humanos de la ciudad, pero no hay que pedirle cosas absurdas por imposibles.