El sábado pasado, en su famoso programa Aquí nos tocó vivir, Cristina Pacheco visitó la vecindad de Buenavista 13, habitada por más de cien familias, en su mayoría procedentes de la provincia.
Me impresionó que en el espacio de una vecindad viven más de 350 personas y quizá más de la tercera parte son niños. Las habitaciones miden tres por cuatro metros y ahí se hacinan de cuatro a siete o más personas. La renta es de 150 pesos mensuales. Según informaron los propios vecinos para cubrir el servicio sanitario había ocho baños --ya de por sí pocos-- para toda la comunidad; ahora sólo quedan cuatro porque el resto ya ha sido convertido en viviendas.
Los conflictos entre personas y familias se suceden a diario. Los escasos lavaderos funcionan toda la noche. Para conseguir una cubeta de agua hay que esperar dos horas. La gente debe levantarse muy temprano o acostarse muy noche para poder lavar ropa. Se pelean por ganar el espacio. Para colmo el edificio está rodeado por grupos de drogadictos, que aíslan aún más a esta gente ya de por sí marginada.
Este descubrimiento nos ha impactado porque revela la espantosa miseria que abunda muy cerca de la zona céntrica. Y, lo malo, es que aún hay viviendas peores en nuestra capital.