La Jornada 2 de agosto de 1998

Se truncó la partida del funcionario a la representación de Sectur en NY

José Galán Ť Fernando Peña Garavito, titular de la Dirección General de Autotransporte Urbano durante la regencia de Oscar Espinosa Villarreal, permanece arraigado en su domicilio en la exclusiva zona citadina de Bosques de las Lomas. Ninguno de los funcionarios de la Secretaría de Turismo, dependencia en la que actualmente trabaja, se ha acercado. Tampoco sus vecinos.

Inculpado de causar a la ciudad de México un quebranto patrimonial de casi un millón de pesos, Peña Garavito coordinaba hasta hace cuatro días Programas de Centros de Playa -los principales puntos turísticos del país después del Distrito Federal- en la secretaría de Turismo bajo la guía de Oscar Espinosa Villarreal, quien ya le había adelantado que sería el representante de Sectur en Nueva York, la principal posición en el extranjero para cualquier promotor turístico. Allá partiría esta misma semana.

Sin embargo, bajo la atenta mirada de 12 elementos del Grupo de Reacción Inmediata, GERI, de la Policía Judicial, fuertemente armados con pistolas y metralletas, y de cámaras de televisión y de fotografía, permanece encerrado en su caso. Pero sí recibir amigos. Como Roberto Campa Cifrián, ex presidente del PRI-DF, ex diputado federal, ex presidente de la Comisión del DF, y ahora titular de la Procuraduría Federal del Consumidor, quien se presentó a ver ``a mi amigo Fernando''.

En ese instante de la casa entraban y salían choferes, ayudantes y amistades. Introdujeron una máquina de fax, papelería y archivos, comida rápida, refrescos y cervezas. Nadie de la familia cercana a la vista.

``Fernando y yo somos amigos, no de ahora sino de hace mucho tiempo'', dijo el funcionario federal, quien llegó a la residencia en un auto de modelo atrasado, sin lentes, recién operado de los ojos. ``Ahora, en la desgracia, es cuando se demuestra la amistad'', dijo.

Campa Cifrián, enfundado en un suéter amarillo de cashmere y pantalones vaqueros, afirmó a su llegada al 306 de la calle Alcázar de Toledo, que ``debe ser la autoridad la que informé cómo va la cosa. Yo sólo vengo a ver a mi amigo. Aquí es dónde se demuestra la amistad'', insistió, con un libro bajo el brazo, ``Los caminos del Che'', editado por Plaza y Valdés. Y que llevó de regalo al arraigado.

A la vista una camioneta blanca Suburban con seis elementos del GERI, allí sin armas a la vista, sólo con un par de binoculares en la mano, dedicados a apuntar marcas y placas de los automóviles cuyos propietarios entraban y salían. Pero en ambas entradas de la calle, protegidas por los vecinos con barreras desde hace tiempo, patrullas blancas, sin identificación y, allí sí, dos elementos en cada una con armas en la mano.

Campa Cifrián fue el único funcionario de alto nivel que por la mañana visitó a Peña Garavito. Otros visitantes se negaron a dar sus nombres. Uno de ellos, que descendió de un automóvil importado último modelo, pretendió burlarse de la opinión pública y afirmó: ``no sé nada, sólo soy el jardinero''.