La Jornada 2 de agosto de 1998

De Cárdenas, el mayor mérito de la democratización en México: NYT

Jim Cason y David Brooks, corresponsales, Nueva York, 2 agosto Ť De Cuauhtémoc Cárdenas, más que del presidente Ernesto Zedillo, es el principal mérito del ingreso de México a las ``aguas democráticas'', concluye un reportaje publicado hoy en la revista del diario The New York Times.

En lo que tal vez sea el más amplio análisis sobre Cárdenas en este país, el escritor Paul Berman, autor de un libro sobre la generación del 68 en Estados Unidos y de un extenso perfil del presidente checo Vaclav Havel, intenta revelar una personalidad enigmática en medio de una ciudad, y una coyuntura sumamente compleja, especialmente para los extranjeros.

Berman argumenta que Cárdenas merece el crédito principal por haber logrado lo que considera el ``momento'' más democrático de la historia de México: el actual. ``Fue Cárdenas quien hizo temblar el sistema político en 1988 al enfrentar al PRI y hacer su propia campaña para la Presidencia. Fue Cárdenas quien aguantó los años de insultos y violencia que siguieron después de 1988 y rehusó desalentarse... Y fue Cárdenas quien, al ser electo gobernador, demostró a los mexicanos ordinarios que el poder podía alternarse de un partido a otro... sin llevar al país a la guerra civil o la violencia política. ¿No es eso una revolución, o por lo menos el primer paso, en el campo de la política de partidos?'', escribe.

``(Octavio) Paz tuvo razón al llamar a un espíritu cívico y un temperamento bajo'', dice, al referirse al último ensayo del poeta, en el que advertía sobre los peligros que pensaba podrían resultar de la elección de Cárdenas.

Pero Berman afirma que ``Cárdenas, en su medio año en funciones, ha entregado exactamente eso, ni más ni menos''. Por lo tanto, ``la revolución, en su primer paso, resulta ser una evolución -vacilante, poco inspirada y parcial-. Sin embargo, en la historia de México nunca ha habido un momento más democrático''.

Al intentar descifrar la personalidad de Cárdenas, Berman comenta que después de pasar tiempo con él, platicar de todo tipo de temas y verlo en acción, es difícil recordar una frase notable o entender con precisión sus posiciones. Atribuye eso a un contexto político difícil, en el que aún no hay una definición de un nuevo programa político, algo que integre lo que Berman define como dos impulsos cardenistas: la idea de la modernización democrática y una nostalgia popular de izquierda.

``Para poder encuadrar esos impulsos contradictorios, él necesitaba lo que todo izquierdista busca hoy en América Latina y que aún no se ha encontrado: un nuevo programa político, alguna forma novedosa y convincente de promover un mejor futuro sin que parezca que se están promoviendo los fracasos del pasado''. A falta de eso, considera, Cárdenas simplemente ha promovido ambas cosas, ``sin preocuparse demasiado por si se estaba contradiciendo''.

Pero ahora que es ``gobernador'' sus acciones tienen que hablar por él. Sin embargo, afirma que, por el momento, parecen estar perdidas en la inercia.

Berman atribuye eso, en parte, a que los problemas de la ciudad abrumarían a cualquiera, pero considera también que Cárdenas y el PRD están confusos dentro de esa mezcla de una posición popular junto con una de ``legalismo severo'', sin saber cómo resolverlo, más allá de un consenso para intentar deshacerse de las instituciones corruptas del PRI.

Pero eso, escribe, también queda dentro de un contexto antiguo en México: la existencia de los dos mundos paralelos y entrelazados que describe Paz. Para Berman, ése sigue siendo el gran enigma de México, y sólo una vez los dos Méxicos han sido juntados en uno solo para todos al surgir un ``héroe'': Lázaro Cárdenas.

Pero Cuauhtémoc Cárdenas, resulta ser el hombre en los poemas de Paz, caminando dentro de su propio ``laberinto de la soledad''. Señala que ``es un hombre amado por muchos, pero que no les puede explicar a esos muchos por qué lo aman ni adónde tiene la intención de llevarlos. Un hombre que inspira a la gente, pero también la desanima. Un hombre de esperanza, que deja a sus admiradores en un humor fatalista''.

Cuenta que los últimos años han tenido un alto costo. No sólo hubo una campaña contra Cárdenas y su partido después de 1988, ``orquestada por el presidente Salinas'', sino otra más que se llevaba a cabo de manera oculta. ``Era una campaña de homicidio, la cual ha sido casi impune en México y es virtualmente desconocida en Estados Unidos'', afirma en referencia a los más de 300 militantes del PRD asesinados.

Berman observa la ciudad de México que gobierna Cárdenas. Señala que ``el caos es abrumador'' y se hace patente no sólo en ``los reportajes de La Jornada y algunos de otros periódicos'', sino al hablar con la gente y caminar por las calles del Centro. El escritor describe con detalle los sistemas paralelos de comercio: el de los establecidos y el de los vendedores ambulantes, las redes y asociaciones del comercio informal, sus vínculos con el PRI, así como la campaña, aparentemente sin resultados, del gobierno del DF contra el ambulantaje.

Comenta sobre la reacción favorable de la gente en las calles, los actos oficiales y en los cafés a la presencia del gobernante. Señala, no obstante, que es difícil detectar qué provoca esas reacciones, ya que en cada uno de esos lugares Cárdenas pareció ``serio y tranquilo, pero también melancólico, como si nunca en sus 64 años de vida hubiera gozado un momento feliz... En lo que escuché, nunca dijo algo memorable''.

Pero agrega: ``No necesita ser elocuente. Su primer nombre (el del último emperador azteca) y su apellido (el del más grande de los presidentes mexicanos) ya es un poema. La curva hacia abajo de sus labios hablan de siglos de sufrimiento''.

Berman señala que para poder entender ``al esfinge melancólico'', como las posibilidades de su esfuerzo y el cambio democrático de su país, se requiere un ``sentido agudo de la historia y las estructuras sociales de México'', ya que son ``famosamente enmascaradas y difíciles de interpretar''.

Describe el deterioro social y político, así como los fracasos y contratiempos iniciales del gobierno de Cárdenas, y la coyuntura política y económica del país. Sin embargo, reitera que eso es un primer paso, un comienzo, y que el ingreso de México a la democracia ``es algo emocionante de observar, pero también un poco alarmante''.