Jalil Saab
Menos cretinos para el siglo XXI


La palabra de origen griego diagnosis significa conocimiento. ``El diagnóstico indica el tratamiento de la enfermedad'', decía Avicena, el famoso médico musulmán de la Edad Media. Un error o retraso en el diagnóstico puede implicar consecuencias nefastas para un paciente, y eso lo sabe cualquier médico. Para evitar esto, la medicina moderna descansa, en buena medida, en los análisis clínicos.

Uno de los padecimientos más conmovedores y deprimentes es el hipotiroidismo congénito: disminución funcional de la glándula tiroides que ocasiona síndrome de cretinismo (imbecilidad), el cual se manifiesta como daños tanto físicos como mentales. En México, uno de cada 2 mil niños nace con esta disfunción. Por desgracia, la incidencia de este mal en nuestro país es superior a la media mundial.

La glándula hipófisis secreta la hormona TSH (hormona estimuladora de la tiroides). Una anormalidad en la concentración de la TSH, como sería demasiada cantidad de la misma, es una indicación de inminente peligro en el desarrollo mental de un lactante. Con diagnóstico temprano es posible un tratamiento que elimine o abata las eventuales afectaciones cerebrales. A mayor tiempo transcurrido sin tratamiento, mayores serán los daños irreversibles.

Actualmente, el excedente de hormona TSH puede ser detectado mediante un análisis más o menos complicado, que implica contar con personal calificado, así como reactivos y equipo que, por ser importados, significan una fuga importante de divisas.

En el Instituto de Biotecnología de la UNAM, el doctor Alejandro Alagón Cano y el maestro Carlos González han desarrollado una técnica que permite un diagnóstico rápido, sencillo y económico para detectar concentraciones de TSH en la sangre de neonatos, basada en investigaciones con el uso de anticuerpos policlonales y monoclonales, producidos por células obtenidas por fusión.

La tecnología que se desarrolló funcionaría semejante a un papel indicador de ph, un detector de embarazo o una medición casera de azúcar en la orina. Con esto, un médico en una clínica rural aislada podrá detectar, sin necesidad de una capacitación previa, la enfermedad y proceder con el tratamiento oportuno, o bien, canalizar al paciente a la institución conveniente antes de que el país tenga que cargar con un débil mental más.

Adicionalmente, se ha logrado algo que todos anhelamos y ha sido casi ilusorio: la colaboración entre la academia y la industria nacionales.

En efecto, se ha firmado un convenio entre la Universidad Nacional Autónoma de México y la empresa (ciento por ciento mexicana) Laboratorios Silanes, SA, para producir masivamente esta innovación científica que podrá estar en el mercado, esperemos, en poco tiempo.

La mejor inversión de una nación es la formación y el apoyo a sus recursos humanos: conviene más exportar tecnología que cerebros creativos. cl

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