Masiosare, domingo 2 de agosto de 1998


ENTREVISTA CON MANUEL CAMACHO SOLIS


Puntos
para desactivar la crisis


José Agustín Ortiz Pinchetti


Nadie podría argumentar que son imposibles y no requieren grandes debates ni reformas constitucionales. Son los puntos que propone Camacho para desactivar la crisis de fin de sexenio de cara a la elección presidencial: 1) distensión militar en Chiapas y sometimiento a referéndum de las iniciativas de ley indígena de la Cocopa y del gobierno; 2) un posicionamiento unificado de la oposición frente al Fobaproa para abrir el camino a una política económica sometida a la ley; y 3) ``unas cuantas decisiones para la sucesión presidencial'', como aceptar las coaliciones, vigilar eficazmente el uso de los recursos públicos y privados destinados a la política y garantizar el manejo imparcial de la televisión.

-Dice Gabriel Zaid que si tú hubieras sido el Presidente, en lugar de Ernesto Zedillo, el sistema hubiera durado otros seis años.

-Si yo hubiera sido Presidente hubiera hecho la transición a la democracia. Ese era mi gran proyecto, lo tenía en las manos, habría sido una oportunidad histórica que no hubiera dejado ir.

-Has afirmado que Zedillo no ha roto con el salinismo.

-Debió de haberlo hecho desde el primer año en una forma menos conflictiva pero más profunda.

-Afirma José Angel Gurría que vamos a una crisis de final de sexenio, salvo que se apruebe lo del Fobaproa.

-La visión de Gurría pretende ser economicista, cuando ellos mismos politizaron la economía. En vez de buscar una negociación a fondo y seria sobre el Fobaproa, se sigue amenazando a la sociedad. Así no habrá solución.

-¿Cómo caracterizas nuestra transición?

-Es larga y errática, buena parte de sus beneficios ya se perdieron y, de no armarse un proyecto político de suficiente profundidad para el principio de la próxima administración, es decir, para el año 2001, cualquier ventaja que pudiera derivarse de la transición será devorada por la descomposición de las instituciones.

-¿Podría el presidente Zedillo a estas alturas concluir la transición?

-Creo que no. Podría intentar evitar la crisis de fin de sexenio y dejar abiertas las posibilidades de la transición, pero las decisiones de la transición debieron tomarse en el 95. No las tomó.

-¿Hay posibilidades que triunfe un partido de oposición en el 2000?

-Si la elección se celebrara el día de hoy ganaría el PRI. Pero como todavía se siguen cometiendo errores, un partido de oposición podría ganar en el 2000. Sin embargo, el margen con el que ganaría sería tan escaso que va a tener muchas dificultades para gobernar. Ser Presidente con 65% del país en contra y con esta estructura institucional que no ha cambiado, sería parte del mismo proceso de descomposición que estamos observando.

-¿Es posible la alianza de las oposiciones para un gobierno de transición que permitiera la recomposición institucional?

-Es improbable, pero es la condición necesaria para que se establezca un orden democrático en el país.

-¿Los grupos de interés pueden impedir que culmine la transición?

-Forman un nudo muy poderoso que se aprieta cada vez que hay el riesgo de un cambio político mayor. En la coyuntura del 93-94 tuvieron la suficiente fuerza como para haber pospuesto la transición otro sexenio, por lo menos.

-¿Es viable un ``gran acuerdo'' entre todas las fuerzas políticas y sociales que decidiera la transición?

-No tengo ninguna duda de que con una convocatoria definitiva del presidente de la República se pudo haber logrado. Ya no.

-La iniciativa pudiera venir desde otro ángulo, desde la oposición.

-En este momento no. Pero en algún momento de mayor riesgo político, los principales líderes políticos, los medios abiertos, los empresarios, las iglesias, la sociedad civil, etcétera, yo creo que sí estaríamos en capacidad de hacerlo si tuviéramos un alto nivel de responsabilidad, patriotismo y valentía.

-Si el Presidente te ofreciera un puesto clave, ¿aceptarías?

-No creo en la línea política que maneja el gobierno. Aceptar un cargo bajo esa línea sería un acto de oportunismo.

-¿Es posible que el sexenio terminara en un fenómeno de ingobernabilidad?

-Sí es posible que termine con niveles de turbulencia política grande. Esto no le conviene a nadie. El gobierno es quien tiene la mayor parte de las claves para que esto no ocurra.

-En un extremo, ¿podría suscitarse la renuncia del presidente de la República?

-No creo que convenga a nadie. Jamás apostaría como político a eso, entre otras razones, porque en una situación así, los grupos duros van a tener mayor capacidad de respuesta, mayor cohesión y mayor disciplina que las fuerzas democráticas.

-¿Y una solución regresiva, autoritaria, tipo Fujimori?

-Sí podría ocurrir, aunque no la encabezarían los militares, ya que son una fuerza leal a la Constitución. Entonces tendría que venir de la política... En 1994, si no hubo un retroceso autoritario -porque hemos tenido elecciones libres en estos años-, sí hubo un congelamiento autoritario para que sobreviviera el régimen, con todos los intereses que tiene asociados.

-¿Qué cosas concretas podría hacer un Presidente en el año 2000 para continuar el proceso?

-De lo que se trataría es de no continuarlo, sino de cerrar un capítulo y abrir uno nuevo. Será necesaria una gran reconciliación, someter la nueva Constitución a un referéndum y cerrar todo este capítulo de complicidades y de ilegalidad. Estamos hablando quizá de la última oportunidad que va a tener México.

-¿Hay la posibilidad de un proceso de violencia insurreccional en el país en el corto plazo?

-Es improbable, pero el gobierno debe ser prudente para no provocar ese tipo de fenómenos.

-¿Es posible ``desactivar la crisis'' por adelantado, cómo?

-Con tres puntos donde nadie puede argüir no son posibles y que no requieren un gran debate ni una reforma constitucional: 1) Chiapas. Hacer la consulta sobre la reforma constitucional y frenar la ofensiva dura. El Presidente debe abandonar la torpe política seguida hasta ahora y ordenar la distensión militar inmediata y, a la vez, facilitar que se realice una consulta nacional que pudiera llevarse a referéndum, organizado por el IFE. El pueblo decidiría cuál de los dos proyectos de ley indígena prefiere: el de la Cocopa o el del gobierno. 2) Fobaproa: Una posición unificada de la oposición para que el arreglo del Fobaproa sea el cierre del capítulo del patrimonialismo y la entrada a un verdadero estado de derecho, la política económica esté sometida a la ley y la dirección la apruebe el Congreso en lo que le compete. 3) Unas cuantas decisiones para la sucesión presidencial (en vez de una agenda de 20 puntos o de 50 que para lo único que engrosa la confusión): a) la aceptación de que haya coaliciones, ni siquiera se necesita que haya una reforma constitucional, el PRI podría aprobarla. Es un artículo del Cofipe. Esto evitaría llegar a un gobierno paralizado y se obligaría a las alianzas previas, no oportunistas, de convergencia en torno a programas; b) la televisión con una solución a la sudafricana. De aquí al año 2000 la Tv se maneja con imparcialidad como si fuera un asunto de interés público, respetando las concesiones, respetando a las empresas, respetando la libertad de información, pero no se utiliza partidariamente, ni para apoyar a un partido, ni para deteriorar a otro, con un mecanismo de supervisión autónoma (lo puede hacer perfectamente el IFE); c) un mecanismo eficaz de vigilancia del uso de los recursos públicos y privados destinados a la política, que operaría desde ahora para evitar manipulación e inequidad en el proceso sucesorio. Las precampañas y las precontracampañas pueden ser tan decisivas como la elección misma.