Olga Harmony
Carlota O'Neill

Nuevamente estuvo entre nosotros Juan Antonio Hormigón, bien conocido por el medio teatral mexicano, porque aquí escenificó un par de obras para el teatro universitario. El director e investigador español colaboró en las jornadas brechtianas organizadas por el INBA --es autor de Brecht teórico y amplio conocedor del dramaturgo alemán-- y presentó un libro y una revista que desgraciadamente no circularán de manera inmediata en nuestro país. Con la esperanza de que se pudiera lograr un intercambio con alguna institución mexicana y pudiéramos conocer pronto no sólo estas publicaciones, sino las muy importantes, tanto de dramaturgia como de teoría teatral, publicadas por la ADE (Asociación de Directores de Escena de España), cabe detenernos en las recién presentadas por dos buenas razones.

La primera razón se refiere a la revista trimestral que ADE publica y que en este número se dedica al teatro --y en menor medida a la danza-- mexicanos, en apartado coordinado por David Olguín y en la que colaboramos varias de las personas interesadas en nuestro teatro. Se publican, además, dos textos cortos, ``Nosferatu'', de David Olguín, e Insomnios de Estela Leñero. Además de la satisfacción que produce que se vayan derribando barreras y que el medio teatral español conozca en buena medida lo que aquí se hace, durante la presentación permeó un sentimiento frustrante con fuerte olor a envidia. Frustración por no tener acceso a más números de una revista que ya en éste, amén de lo que a México se refiere, tiene otras reflexiones, algunas particulares al teatro español, otras universales como son los estudios acerca de Federico García Lorca y un apartado acerca de los 50 años del Ballet Nacional de Cuba. La envidia, por supuesto, se debe a que una asociación de directores, inexistente entre nosotros, pueda editar una revista tan importante y tan bellamente presentada. Su director, Juan Antonio Hormigón, nos explicó que empezó con cuatro hojitas y pudo irse desenvolviendo hasta la que ahora se presentó. (Y aquí aprovecho para agradecer el nuevo número de la tijuanense Espacio escénico).

Como colaboradora, tengo dos ejemplares de la revista de la ADE. A mi reclamo por asistir a la presentación del libro de Carlota O'Neill sin tener modo de allegármelo, la cortesía de Luis de Tavira y del propio Hormigón puso en mis manos el volumen. Carlota O'Neill --al parecer pariente del gran Eugene O'Neill-- estuvo en México y aquí publicó por primera vez los dos textos que aparecen en la edición de ADE. Desconocida por completo en España y muy poco recordada en México y probablemente en Venezuela (los dos países en que vivió su exilio), la escritora es uno de esos casos de rastro perdido que las diásporas antifascistas produjeron en el mundo. Hormigón relata que la primera noticia que tuvo de la autora fue a través de la biografía que su sobrina, Lidia Falcón, le dedicara a su muerte. El investigador emprende entonces una gigantesca labor, calificada por el mismo de detectivesca que lo lleva a buscar los orígenes del apellido en la Irlanda del siglo XVII, a hurgar en anales, a requerir la ayuda de amigos mexicanos --Luis de Tavira y Estela Leñero-- para que le envíen material. La novelesca vida de la autora hace que la investigación del director español sea muy superior a la obra que comenta.

Por lo conocido a través de estos textos, Carlota O'Neill no es una escritora excesivamente destacada. Circe y los cerdos es una reivindicación feminista atiborrada de datos mitológicos, no siempre confirmados y resulta un tanto discursiva. Cómo fue España encadenada, a la que Hormigón añade las partes desechadas por la autora de un primer texto, Los que no pudieron huir, es una obra de teatro testimonial más interesante como documento que como obra dramática. La introducción y las acotaciones son, en este caso, muy superiores a la obra estudiada. Pienso que esto se debe a un hecho más histórico que literario.

Esta sería la buena razón para detenerse en el libro. Los mexicanos que tuvimos temprana relación con el exilio español no desconocemos muchos de los hechos desgarradores, de las brutalidades que Carlota O'Neill plasma en su drama autobiográfico. Los españoles de la generación de Hormigón, por lo menos los que como él piensan, desean penetrar en las raíces de un pasado que, se quiera o no, es el propio y cuyo conocimiento les estuvo vedado gran parte de su vida, por lo menos en sus años de formación. Ese negarse al olvido, que comparten con las víctimas de las dictaduras latinoamericanas, y el México del 68, es parte de una sanísima necesidad, no ya de la recuperación de identidades, sino de impedir que muchos y atroces hechos se repitan en nuestro revuelto mundo. Creo que allí está el máximo interés del rescate que Juan Antonio Hormigón hace de Carlota O'Neill.