A mi regreso de un par de semanas fuera del país, me encuentro casi con los mismos asuntos en los principales espacios de la prensa y en los noticieros de los otros medios de comunicación: Fobaproa, el gran escándalo financiero que pone en jaque a las autoridades y al sistema mismo, y Chiapas, el dolor de cabeza del gobierno, un territorio segregado a su control en la forma, pero en el fondo expresión externa de la exigencia nacional de revisión de toda la política social de los últimos veinte años.
Dos noticias, sin embargo, llaman mi atención porque van más allá del forcejeo entre oposición y gobierno: la información de los grandes negocios del fondo del rescate bancario o del papel de la Cocopa en la pacificación chiapaneca, y plantean puntos de vista diferentes y alternativos de hacer política. Una de ellas es la ruptura del silencio por parte del subcomandante Marcos, que demuestra de nueva cuenta que sin necesidad de disparar un solo tiro ni de responder con la violencia a los amagos y ataques del gobierno, puede seguir adelante en su política de exigencia de cambios a través del diálogo, siempre y cuando éste sea respetado y serio, y a través de la participación ciudadana.
La otra noticia destacada por su fondo y trascendencia es la celebración en la capital de la República del seminario internacional Participación ciudadana, gobernabilidad democrática y cultura de paz, largo nombre que de entrada nos sugiere los temas más importantes de la actualidad, no en la superficie de las incidencias, sino en la raíz de los problemas de nuestros días: participación, democracia, cultura, paz.
No hay duda que el actual gobierno de la ciudad va por el camino correcto, plantea a fondo las cosas y voltea la cara hacia un punto que otros mexicanos pretenden olvidar u olvidan francamente, hacia Latinoamérica, región de la que formamos parte y con la que debemos buscar el mayor grado de integración y colaboración.
Hacía mucho que no se sabía de un uso tan loable para el antiguo y cargado de historia Salón de Cabildos del palacio de gobierno de nuestra ciudad. En gobiernos anteriores tan sólo se usó en actos protocolarios o de plano estaba cerrado y empolvado; estábamos acostumbrados a ver al gobernante en coloridas fotos de sociales luciendo una amplia sonrisa o a encontrar su nombre relacionado con el debate de los jugosos aguinaldos que recibía. Hoy en la Sala de Cabildos, casa del pueblo, de sus representantes, en el corazón de la ciudad y de México entero, tiene lugar la inauguración de este seminario --convocado por el gobierno citadino junto con la UNESCO-- al que acuden representantes de ciudades latinoamericanas y, entre ellos, destacados políticos e inteligencias de primer orden en nuestro continente con la ventaja especial de que son de los nuestros, representan a los pueblos que responden a las mismas raíces de cultura, lengua e historia y con los que podemos tratarnos con el afecto que se deriva de la verdadera fraternidad que se da entre los que somos de una misma estirpe y familia.
Pero si la idea de más fondo del seminario fue oportuna y marca un estilo y una línea de gobierno, los temas que en él se están tratando, no pueden ser pasados por alto.
Los asuntos relacionados con la seguridad, el comercio callejero, los efectos de la política neoliberal, serán tratados por quienes los están afrontando en América Latina y en el Caribe, y precisamente por quienes por sus cargos están más cerca de los ciudadanos: los alcaldes, los responsables de los servicios más urgentes que exigen los ciudadanos y vecinos de las poblaciones, los que tienen que ver con las necesidades de orden, limpieza, salud, alumbrado, abasto, agua, drenaje, tránsito y otros que afectan directamente la vida de los gobernados.
El paso que se da al reunir a alcaldes y gobernantes de las ciudades latinoamericanas y caribeñas, sin duda dejará honda huella en la América nuestra, pero especialmente en la capital de México, en la que su gobierno democrático está ganando con hechos y acciones políticas de alto nivel, la batalla contra la mal intencionada campaña publicitaria en su contra.