Es comprensible la reacción indignada del gobierno ante la decisión del PRD de convocar a una consulta popular para determinar el sentido del voto de sus legisladores en el próximo periodo de sesiones del Congreso, o después, cuando deba decidirse sobre la propuesta gubernamental de convertir los pasivos del Fobaproa en deuda pública. El doctor Zedillo y el grupo tecnocrático en el poder, esperaban que la propuesta presidencial, ya convenida con los banqueros y empresarios, fuera aprobada sin demasiadas dificultades y trámites. Menospreciaron los cambios en la situación política y las posibilidades de las fuerzas de oposición dentro y fuera de la cámara, así como la actitud vigilante de la opinión pública; tampoco les cabía en la cabeza que la situación ha cambiado y las opiniones y posiciones de los partidos políticos y de la sociedad en general ya no pueden ni deben ser ignorados cuando se adoptan decisiones económicas trascendentales como ésta, que va a influir en la suerte de millones de mexicanos en los próximos años.
El Presidente y sus hombres cercanos, desde el mes de abril están molestos porque sus chantajes y otras presiones no han servido para obligar a los partidos y sus representaciones en la Cámara de Diputados, a aceptar el borrón y cuenta nueva, esto es, a admitir su propuesta sobre el Fobaproa, sin investigaciones a fondo y sin exigir responsabilidades políticas, y tal vez penales, a quienes en el gobierno o en la iniciativa privada son responsables de este escandaloso y al parecer sucio rescate de los banqueros que compromete el presupuesto público para los próximos decenios.
De la molestia han pasado a la indignación. Les hace perder la cabeza la decisión del PRD de invitar a la gente a participar en estos asuntos que tienen que ver con vida. Se empeñan en manejos cupulares y secretos de este problema nacional; se aferran a sus criterios estrechamente economicistas, a sus enfoques macroeconómicos por completo ajenos a la realidad que viven millones de mexicanos. Sólo quieren el buen funcionamiento de su sistema financiero; y ahora, tras sus errores y conductas posiblemente corruptas y sin duda ilegales, todo lo hacen depender de que el Congreso de la Unión convierta 552 mil millones de pesos del Fobaproa en deuda pública. Buscan que diputados y senadores legalicen algo ilegal y nada transparente.
Con su enjuiciamiento del Fobaproa y su llamado a la consulta, el PRD modifica el escenario (de ahí la irritación de Zedillo y su gente), contribuye a crear condiciones para que este problema se resuelva de cara a la opinión pública y a los intereses verdaderos del país y no sólo de un reducido grupo de banqueros y funcionarios. La dirección de este partido reivindica así el papel de la política frente a la economía; esto es, el derecho de la sociedad y sus organismos a intervenir en decisiones importantes del aparato económico. No es una posición estrecha de interés político, partidario o electoral como afirman algunos empresarios y Felipe Calderón, dirigente del PAN, quien no aceptó la invitación de López Obrador a convocar juntos a la consulta.
La posición del PRD, que conocí en una versión de unas cuarenta cuartillas, no es en modo alguno extremista. Pero sí es por completo distinta a la posición oficial: muestra la extrema polarización de la economía, las desigualdades profundizadas en el neoliberalismo, la formidable concentración de la riqueza en unas cuantas manos; hace además preguntas incómodas para el gobierno: ``¿Por qué se destinaron 600 mil millones de pesos al rescate si el capital contable de todos los bancos es de unos 80 mil millones? ¿Por qué el gobierno adquirió pasivos siete veces más altos que el valor de todos los bancos? ¿Por qué en su segundo informe el presidente Zedillo dijo que el rescate sería de 180 mil millones de pesos y ahora resulta que serán 600 mil millones al iniciarse 1999?''.
Y debe preguntarse: ¿Por qué el doctor Zedillo hipócritamente pide al EZLN dialogar con la pistola al cuello y no discute con el PRD y toda la oposición sobre el Fobaproa y la conducción general de la economía?
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