Los mensajes emitidos en días pasados por el subcomandante Marcos y luego la V Declaración de la Selva Lacandona, a querer o no, cayeron como una bomba en el estreñido ambiente de la política nacional. El jefe guerrillero de nuevo habló. Desde mi punto de vista, casi no dijo nada de nuevo, pero resultó muy significativo el simple hecho de que se volviera a hacer presente, después de muchos meses de silencio. Su escrito ``México 1998. Arriba y abajo: máscaras y silencios'' y la V Declaración, pueden merecernos la opinión que a cada uno quepa; pero hay que aceptar que se trató de un hecho positivo que vino a desazolvar un poco el túnel cerrado que se había creado en el conflicto chiapaneco. Fue bueno que Marcos rompiera el silencio y mejor todavía que el EZLN oficializara su compromiso con la paz a través de una nueva declaración de la selva.
Las acostumbradas diatribas del sub (o sup, como algunos dicen) en contra del gobierno federal, de Zedillo, de Albores y hasta de los pobres intelectuales que no saben estar ni de uno ni de otro lado y a los cuales interesa, ante todo, encontrar una salida a ese terrible conflicto, por lo que a mí toca, me tienen sin cuidado. A mí, en lo personal, me sorprendió muy positivamente la actitud que tomaron los integrantes de la Comisión de Concordia y Pacificación del Congreso de la Unión. Creo que eso es lo realmente importante.
Es una lástima que Marcos no quiera o no pueda tener el don de la claridad; pero más vale interpretarlo como si hablara con claridad. La única frase suya que tiende un puente es la que aparece en ``México 1998'' y que culmina con la exposición de todos los vejámenes a que ha sido sometida la Cocopa por parte de Zedillo y de Labastida, ``con burlas, zancadillas y sabotajes'': ``El EZLN no hará lo mismo''. ¿Por qué no dijo que está dispuesto a tratar con los parlamentarios que integran esa comisión y emprender un nuevo trato y abrir el camino a la negociación que todos necesitamos, después de que la agresión zedillista acabó finalmente con la Conai? Es un gran aliciente que en su declaración de la selva el EZLN diga que ``es ésta la hora del Congreso de la Unión... es ésta la hora de la Comisión de Concordia y Pacificación''. Se trata de un compromiso que no puede ser ignorado.
Después de la ruina de los Acuerdos de San Andrés, debida sobre todo al gobierno, es comprensible que Marcos no haya querido tratar ya con nadie. Pero me parece que la destrucción de la Conai lo preocupó. Pienso que, en gran parte, la culpa es suya. La Conai estuvo impotente para hacer algo que realmente fructificara mientras el sub callaba. Le dio al gobierno la oportunidad de eliminarla y lo logró muy fácilmente. El largo alegato en la nueva declaración de la selva justificando su silencio no es convincente. Que le redituó, ni duda cabe.
Los miembros de la Comisión de Concordia y Pacificación, por su parte, han reaccionado bien al considerar que Marcos, de verdad, los está instando a emprender el diálogo con él y sus huestes. La actitud, en especial, del senador Pablo Salazar Mendiguchía, del PRI y, por añadidura, chiapaneco, es de alabarse. Si el sub sostiene su palabra de que ``el EZLN no hará lo mismo'' que el gobierno, al maltratar y desprestigiar a la Cocopa, ésta podría emprender, por sí sola, un proceso de negociaciones que ayudaría a poner el debate en donde debe estar: el Congreso de la Unión.
Muchos colegas han puesto el dedo en el renglón. Rolando Cordera no se ha cansado de señalar que los grandes debates deben darse en el Congreso y no en otro lado. En su magnífico artículo para La Jornada del pasado 16 de julio, Adolfo Sánchez Rebolledo lo planteó con toda claridad: es en el Congreso donde el conflicto chiapaneco puede resolverse. Pablo González Casanova, en una reciente intervención pública, dijo lo mismo. Espero que Marcos entre en esas coordenadas.
En todo caso, la Cocopa ha fallado al no hacer de ese conflicto un debate propio del Congreso. Ella también es intermediaria y justamente en este sentido. Es bueno que sus miembros (priístas, panistas y perredistas) se den cuenta de ello ahora que el sub y el EZLN han vuelto a hablar.
Ahora la Cocopa está en buenas condiciones para entablar un diálogo directo de verdad resolutivo con el movimiento zapatista. Pero a condición de que lleve el debate al pleno del Congreso. Es el Congreso el que puede poner fin a ese conflicto y a muchos otros gravísimos problemas que padecemos (entre otros el que nos está planteando el caso del Fobaproa).