El griterío por el silencio zapatista se transformó en escándalo alrededor de su palabra, en alborotado mutismo o abierto desconcierto. Unos días después de la culminación del Mundial de Futbol, a menos de una semana del arribo a México del secretario general de la ONU Kofi Annan, a poco más de un mes del comienzo del periodo de sesiones ordinario del Congreso y en plena discusión sobre la reforma del Estado, el EZLN ha retomado la iniciativa política.
En sus primeros dos comunicados los zapatistas anunciaron la ruptura de su silencio, se burlaron del poder y sus mensajeros, y ratificaron sus raíces y razón de ser. Bastaron cinco yepas, dos ándales y dos arribas, firmados por ``El Sup Speedy González'', para terminar con la rumorología nacida de los servicios de inteligencia oficial. Con el tercer comunicado entraron de lleno a la disputa por la interpretación del estado de la nación. Y, con la V Declaración, pasaron directamente a la disputa por el camino, movilizando a las fuerzas que buscan la paz en torno a una gran consulta nacional sobre la propuesta de reformas constitucionales en materia de derechos y cultura indígenas elaborada por la Cocopa, y colocando, una vez más, a lo indígena en el centro de la agenda política nacional.
Con las manos amarradas por la visita del secretario general de la ONU y el estancamiento de su propia estrategia, la respuesta oficial ante la ofensiva comunicativa zapatista giró entre la torpeza y el pasmo. Emilio Rabasa -en una de sus clásicas rabasadas- hizo declaraciones a los periodistas sin conocer el comunicado, y el secretario de Gobernación pareció más preocupado por dar respuesta a las críticas de la Iglesia católica que por fijar una posición articulada alrededor de los puntos de vista de los rebeldes. Algunos medios difundieron que el EZLN realizaría acciones armadas a partir del 20 de julio. Otros insistieron en que los zapatistas rechazaban el diálogo. Algunos más optaron por hacerse los ofendidos. No pocos escogieron la política del avestruz y practicaron la de la desinformación o la minimización noticiosa.
La V Declaración ratifica, en contra de las posiciones oficiosas, que para el EZLN el diálogo y la negociación son posibles si son verdaderos. Pero para ello debe de derrotarse a tres enemigos: la ausencia de mediación, la guerra y el incumplimiento de los acuerdos. Repitieron lo que han señalado durante casi dos años: la crisis del diálogo en Chiapas no es sólo un problema de mediación sino también de credibilidad y confianza, y de distensión militar.
Toda negociación de un conflicto interno como el chiapaneco requiere una mediación, pero la mera existencia de ésta no garantiza que la negociación se dé. El debate de fondo no es sobre si habrá o no diálogo (tarde o temprano tendrá que realizarse), sino sobre si existen o no las condiciones para que éste se produzca ahora. Y, obviamente, en el caso mexicano, esas condiciones no existen por el momento.
Lo dominante es la falta de credibilidad y confianza nacida del incumplimiento gubernamental de los acuerdos de San Andrés, de su doble lenguaje, y de una sucesión presidencial adelantada que pone en duda la capacidad del Ejecutivo para actuar de manera unificada ante el conflicto. Si el gobierno no ha cumplido con un pacto tan sencillo como el de reformar la Constitución en materia de derechos y cultura indígenas, de acuerdo con lo pactado en San Andrés; si los asesinos intelectuales de la masacre de Acteal no han sido detenidos; si en Unión Progreso las fuerzas de seguridad pública se llevaron vivos a los campesinos y los regresaron muertos; si los paramilitares siguen actuando con impunidad, ¿qué garantías tienen los rebeldes de que de reinsertarse en la vida civil no serán asesinados o encarcelados? Obviamente, ninguna.
Para salir del impasse en el que se encuentra el proceso de diálogo, el EZLN se ha propuesto organizar una consulta nacional sobre la iniciativa de ley indígena elaborada por la Cocopa en todos los municipios del país, y por el fin de la guerra de exterminio. Asimismo, ha convocado a los pueblos indios, a la sociedad civil, al Congreso y a la Cocopa a que asuman un papel activo en la lucha por la paz. Quienes apostaron a meter a los zapatistas en la falsa disyuntiva de hacer hablar los fusiles o rendirse fracasaron una vez más. Ante la derrota de la ofensiva gubernamental, después de una etapa de más de seis meses de resistencia civil, el EZLN ha retomado nuevamente la iniciativa política.