Ciertamente la ONU y sus múltiples agencias sólo intervienen en un país a solicitud expresa de su gobierno. En nuestro caso, la mediación del organismo internacional ha sido vedada por el gobierno mexicano, y sobre la misma Marcos ni oye, ni ve, ni nada parece saber. ``México no ha solicitado ni solicitará la mediación en el conflicto de Chiapas'', dijo el subsecretario Rebolledo Gout.
Dijo más: ``El sentir de la mayoría del pueblo de México y de los principales actores políticos del país es que se trata de un problema que debe ser resuelto entre mexicanos''. Cierto, la oposición y el gobierno coinciden en la negativa a la mediación externa; pero decir que eso mismo ``siente'' la mayoría de los mexicanos, es un exceso retórico inaceptable. ¿Cuáles dotes sobrenaturales posee Rebolledo para conocer el ``sentir'' de la mayoría?
El Partido de la Revolución Democrática declaró el pasado miércoles: ``la intervención extranjera no es la salida''. Por supuesto, dicho fue sin explicación alguna. Lo mismo dijo Luis H. Alvarez, días antes también sin explicación.
Aseguró Rebolledo: la intervención de la ONU sería ``peligrosa e inconveniente''. El de Chiapas no es un conflicto internacional, nos enteró. Y a pregunta expresa opinó: ``la naturaleza misma del problema no implica una intermediación extranjera, porque la misma podría incorporar intereses ajenos a la definición del problema''. Buena lógica: porque podría incorporar intereses ajenos, la naturaleza del problema no implica intermediación externa (uf).
Aclaremos: a) una mediación de la ONU no es ``extranjera''; b) la ONU interviene o participa en una gran cantidad de asuntos de ``naturaleza'' interna de muchos países; c) según Rebolledo, la mediación de la ONU sería ``peligrosa''; pues huyamos de tan nefanda organización; d) Rebolledo tendría que informarnos en cuáles casos la mediación de la ONU ha implicado ``la incorporación de intereses ajenos'' a los asuntos en que ha intervenido a petición de parte.
A raíz de una reunión de presidentes centroamericanos en Esquipulas, Guatemala, nada menos que la asamblea general de la ONU trató el asunto de las guerras y los conflictos internos centroamericanos; de ahí derivaron múltiples intervenciones de diversas agencias de la ONU (ACNUR, OIT, OPS/OMS, UNICEF, PMA, FAO, UNCDF, PNUD, entre otras); en ese marco se dio la de varios países (México entre otros) y ello no trajo consigo un cambio en la ``naturaleza'' de los conflictos, ni ahí se involucraron ``intereses ajenos'', ni nadie vio la mediación de la ONU como ``extranjera''. La múltiple intervención sirvió a la paz.
La necesidad de una mediación de la ONU surge de la incapacidad (no examino ahora sus raíces) mostrada durante cuatro largos años por el EZLN, la Conai, la Cocopa, el Ejecutivo, el Legislativo y los partidos políticos, para resolver el problema de 10 millones de indígenas del país, y para dar salida al nudo chiapaneco en particular. En Chiapas todo ha empeorado. Hoy hay más muertos, más heridas, más rencor, más refinamiento militar kaibil, más embrollo político, más enredo jurídico, más ofuscamiento, más paramilitares, más municipios autónomos ilegales, más ilegitimidad política del Ejecutivo local, más desconfianza entre los actores, más protagonismo marquista.
¿Con eso es posible crear condiciones para un diálogo entre las partes? A menos que los graznidos bufos con los que reapareció el adolescente político de la selva y su posterior catilinaria con chistoretes asestada desde su pedestal virtual, quieran decir que cómo no, ahora mismo olvido mi demanda a rajatabla sobre los acuerdos políticos de San Andrés, firmamos la paz, y nos vamos a la playa.
Una corrección parcial sobre la incapacidad: Marcos vuelve para befarse de cualquier salida política, y la oposición y el EZLN continuarán alargando todo para intentar que el costo político en el 2000 quede a cargo del gobierno y del PRI, razón por la cual no quieren la mediación internacional.
El gobierno en cambio no acepta dicha mediación porque equivaldría a aceptar su impericia para resolver un problema interno en el que llevan la mayor parte de la responsabilidad. ¿Y los indígenas mexicanos?: ¡hombre! que esperen, faltaba más.