La Jornada martes 21 de julio de 1998

ASTILLERO Ť Julio Hernández López

La Quinta Declaración de la Selva Lacandona le regala al gobierno federal las claves para entender el que hasta ahora le había resultado un indescifrable silencio de los zapatistas, instala la tesis de que en el propio equipo de gobierno hay figuras contrarias a la dominante visión belicista, desactiva las tentaciones militares de aducir que al ``negarse al diálogo'' los zapatistas estarían al margen de la ley que les protege y, retomando la iniciativa política con esa Quinta Declaración, se sientan las bases para la movilización y la definición (sobre todo la definición, traducida en hechos) de la sociedad civil, de los partidos políticos, de los legisladores federales y, en un delicadísimo contexto, de la Cocopa.

Las claves del silencio

No eran enfermedades tropicales, ni divisiones internas, ni confusiones insuperables, ni debilidades o abandonos, ni arrestos o asesinatos del máximo mando zapatista las causas por las cuales se mantuvo durante tanto tiempo el silencio de Marcos.

Explicado está el tema con precisión política y buen estilo literario en el segundo apartado de la declaración emitida ayer por el zapatismo. El silencio fue la estrategia escogida frente al grito de guerra desatado en su contra. En ese silencio fue más fácil percibir de dónde venían los redobles bélicos. En ese silencio también fue más fácil ver quiénes estaban de un lado y de otro, y cómo subía hasta las montañas del sureste el rumor y luego las voces organizadas de apoyo. Frente a ese silencio se estrellaron las desesperaciones, las imprecaciones, las órdenes marciales de quienes no supieron entender el sentido de la resistencia enmudecida.

``Vimos a la guerra venir de arriba con su estruendo y vimos que pensaron que responderíamos, y ellos harían el absurdo de convertir nuestras respuestas en argumentos para aumentar su crimen. Y trajo la guerra el gobierno y no obtuvo respuesta alguna, pero su crimen siguió. Nuestro silencio desnudó al poderoso y lo mostró tal y como es: una bestia criminal'', así escribió Marcos en el texto difundido ayer.

No todos (en la élite) están a favor de la guerra

Pero el subcomandante insurgente ha hecho una precisión importante respecto de las divergencias que se han dado en el seno del equipo gobernante: ``Vimos también que el gobierno no es uno ni es unánime la vocación de muerte que su jefe luce. Vimos que dentro tiene gente que quiere la paz, que la entiende, que necesariamente la ve, que la mira imprescindible. Callados nosotros. Vimos que otras voces dentro de la máquina de guerra hablaron para decir no a su camino''.

Diálogo sin simulación y con mediadores

El anterior comunicado de Marcos, en el que se preguntaba para qué servía dialogar cuando no se cumplían los acuerdos, estaba alentando a la hegemónica ala dura de la élite civil y militar que gobierna para entenderlo como una renuncia expresa a la postura dialoguista que es necesaria para mantener vigente la ley pacificadora que evita la reanudación de las hostilidades en el sureste.

Ayer, Marcos fue preciso en ubicar al diálogo y a la negociación como posibles pero siempre y cuando sean genuinos. Los tres enemigos de ese diálogo son responsabilidad del gobierno, asentó, pues éste decidió la eliminación de la instancia mediadora, mantiene la guerra vigente y ha incumplido los acuerdos de San Andrés.

El diálogo y la negociación son posibles siempre y cuando, aparte de haber mediación, se restituyan la confianza y la credibilidad, así que, estableció Marcos: ``Mientras tanto, sólo puede ser una farsa en la que no estamos dispuestos a participar. No para eso entramos al diálogo. Entramos para buscar vías pacíficas, no para ganar tiempo apostando a trapacerías políticas. No podemos ser cómplices de una simulación''.

Además, sentenció, los zapatistas no pueden acogerse al cinismo fingiendo un diálogo ``sólo para evitar la persecución, el encarcelamiento y el asesinato de nuestros dirigentes''.

El Congreso, los partidos, la Cocopa

El punto medular de la Quinta Declaración de la Selva Lacandona es el relacionado con la excitativa que hace el zapatismo a los legisladores federales para que asuman sus responsabilidades y ``obliguen al Ejecutivo federal a detener la guerra de exterminio que lleva adelante en las poblaciones indígenas de México'', para que apoyen plenamente a la Cocopa y para que se cumplan los acuerdos de San Andrés y la iniciativa de ley en materia de derechos indígenas redactada en su momento por la citada Cocopa.

Aparte del llamado específico que hace a los legisladores para que dejen ``de obedecer y servir a uno'' y mejor obedezcan y sirvan a todos los mexicanos, la Quinta Declaración menciona que hará un llamado especial a las direcciones de los partidos políticos ``honestos y comprometidos con las causas populares'' y a los integrantes de la Cocopa. Tales comunicaciones se harán ``en su oportunidad y públicamente''. La estipulación del carácter público de los llamados anula las pretensiones de realizar diálogos privados o secretos, y buscará colocar en escaparates abiertos tanto las actitudes de los destinatarios de los llamados zapatistas como los compromisos a los que se llegue.

Delegaciones propias del EZLN por todo el país

Además, la directiva zapatista ha planteado un programa de trabajo para la sociedad civil, mediante una consulta nacional, municipio por municipio, en la que participará ``una delegación propia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional'' que explicará el contenido de la iniciativa de la Cocopa y participará ``en la realización de la consulta'' sobre la iniciativa de ley indígena redactada por la Cocopa y por el fin de ``la guerra de exterminio''.

Mejor hubiese seguido en silencio

La estrategia mostrada ayer por Marcos no es desdeñable. Tratará de organizar a la porción de la sociedad civil que le es favorable para que presione al gobierno y al Congreso en busca de la paz. Además, manejará el carácter institucional de la iniciativa que en su momento redactaron legisladores que formaban la Cocopa pero que en su mayoría ya no forman parte de esta comisión. No sólo han cambiado los integrantes de aquella Cocopa original sino, también, las circunstancias políticas. Esa es una historia interesante que dejaremos para la columna de mañana. Quede hoy aquí, como adelanto, el hecho de que en ese punto, el de la Cocopa, puede estar el planteamiento más importante del plan con el que Marcos ha decidido retomar la iniciativa política.

Ya por último, es inevitable pensar que quienes durante meses estuvieron exigiendo con voces destempladas que el subcomandante Marcos rompiera el silencio, ahora hubieran preferido que el rebelde del sureste hubiese seguido callado.

Astillas: Francisco Labastida Ochoa sigue empeñado en desestimar al señor ``Sebastián Guillén'', cuya participación para pacificar Chiapas le parece poco importante. Si fuera por don Francisco, el señor Guillén se podría pasar en el sureste uno o cinco años, o toda la vida, y las cosas seguirían igual. Sería importante saber un día de éstos qué opina no don Francisco (quien como individuo tiene pleno derecho a emitir las ocurrencias que pueda y quiera) sino el secretario de Gobernación del gobierno mexicano.

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