Polémico y de múltiples aristas, el tema del Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa) genera por lo menos un punto de coincidencia entre todos los sectores del país: la revisión que necesariamente debe practicarse para comprobar si se actuó dentro o al margen de la ley. Clamor en principio de los partidos de oposición, esta suerte de inspección --auditoría, en realidad-- fue aceptada también por el gobierno, e incluso el Congreso de la Unión acordó ya los términos en que la realizará. En un documento titulado Antecedentes y razones de las iniciativas de reformas financieras, las autoridades federales admiten que ``es imprescindible examinar la transparencia de las operaciones de crédito de los bancos intervenidos o de las carteras que adquirió el Fondo, y actuar con toda la energía de la ley en los casos en los que las auditorías revelen irregularidades y acciones fraudulentas''. Las auditorías arrojarán luces definitivas sobre este asunto, pero es por lo menos evidente que los manejos dentro de este fondo no fueron del todo impecables. ``Sobra decir que se continuarán investigando y revisando judicialmente todos los casos donde existan indicios de conductas al margen de la legalidad'', establece el documento.
Sin embargo, el gobierno advierte que no tiene mayor responsabilidad en la problemática que ha generado el fondo. No es su culpa, parece decir. Nosotros no fuimos; es responsabilidad de la crisis. Ese es, según nuestra interpretación, el sentido del siguiente párrafo: ``el costo fiscal que se debe pagar a futuro es el resultado de la crisis, no de las acciones realizadas por las autoridades para apoyar al sistema financiero. Dicho costo hubiese sido sensiblemente mayor de no haberse tomado las medidas adoptadas''.
``La decisión de evitar la quiebra del sistema financiero --justifica-- fue parte esencial de la estrategia del gobierno federal para enfrentar dicha crisis económica y rescatar al país de una situación de insolvencia''. Asimismo, dice que el apoyo al sistema financiero no se otorgó como un fin en sí mismo, sino ``bajo la premisa, comprobada por la experiencia internacional, de que era la mejor fórmula para reducir el daño de la crisis sobre el aparato productivo y la población en su conjunto''.
Y habla de los ``frutos'' que ha rendido la estrategia para enfrentar la crisis: tasas de crecimiento positivas y aumento sustancial en el empleo. Lo cierto es que las cifras parecen lejanas de la realidad nacional, pues las familias que viven de su salario no tienen más certeza económica que la que perciben cuando se acercan a un comercio y les anuncian el nuevo incremento en los precios del huevo, la tortilla y otros básicos. Habrá que escuchar qué dicen ellos --las familias-- sobre el Fobaproa; el gobierno ya tuvo su turno.
Melée
Asia es la región del mundo menos preparada para enfrentar en el año 2000 el virus informático de fin de siglo, y es probable que el temido caos en las computadoras de la zona desquicie los mercados financieros, anticiparon especialistas de Merrill Lynch Singapur.
``La crisis financiera hizo que la región se olvidara del temido virus del año 2000', explicó a la agencia británica Reuters, Bibiana Choo, vicepresidenta de la firma, y precisó que los países que tienen posibilidades de sobrevivir al virus son únicamente Hong Kong, India, Singapur, Taiwán y Filipinas. Las naciones que tienen más riesgo son Indonesia y China. Es necesario insistir en este asunto porque otra crisis financiera de magnitud internacional demolería las economías más vulnerables del mundo y además resultaría verdaderamente penoso recibir el nuevo siglo en condiciones tan deplorables.