En cada opinión sobre un proceso electoral existe una evaluación, la cual puede estar más o menos informada, ser o no independiente de posturas partidistas o expresar mucha o poca pasión. La mayoría de estas opiniones toman en cuenta sólo una variable y la ubican dentro de una lógica simple de causa efecto. Sin embargo, en estos tiempos es cada vez más necesario superar las explicaciones de una sola variable y establecer posibles relaciones entre factores diversos, como una vía con mayor capacidad de explicación. Frente a los procesos electorales del pasado 5 de julio se puede jugar con el siguiente ejercicio: existen al menos tres variables con diverso peso y valor para un análisis; se trata de los candidatos, las campañas y la gestión de gobierno.
1. Los candidatos. En una elección los personajes centrales son los candidatos; la personalización de la política define en muchos casos la decisión del voto. En los sistemas democráticos el llamado marketing político tiene un lugar privilegiado y en México poco a poco hemos empezado a recorrer ese camino. En una elección muy competida, este factor pesa de forma importante en la decisión; pero al mismo tiempo, es necesario conectar a los personajes --su imagen publica y su nivel de confiabilidad-- con sus campañas y la maquinaria de su partido. Por ejemplo, sobre Zacatecas se ha dicho que Ricardo Monreal hizo toda la diferencia en el triunfo, sobre todo por el nivel de liderazgo en ciertas organizaciones sociales del estado; en cambio, en el caso de Durango parece que fue más determinante la estructura del PRI, a pesar de que la candidata del PAN logró una buena aceptación que le subió el porcentaje de votos a su partido; en Chihuahua este indicador fue definitivo, a tal grado que el candidato panista a la gubernatura, Ramón Galindo, perdió en los municipios que su partido ganó, como Juárez, Parral o Cuauhtémoc.
2. Las campañas. Una de las novedades que se experimentó en estas elecciones fue la llamada ``guerra sucia'', que establece una estrategia de comunicación política muy agresiva para afectar y destruir la imagen del adversario. Ahora que la oposición ha empezado a gobernar en diferentes territorios, el PRI ha puesto en operación un arma de confrontación para polarizar el espacio público y al mismo tiempo despolitizarlo. Con esta estrategia se crea un clima de confusión y malestar en el cual los ciudadanos pierden claridad para emitir su voto. En el caso de Chihuahua la estrategia funcionó en forma muy eficiente para el PRI; se afectó la imagen del gobierno y el panismo no tuvo la contundencia para revertir este proceso. En Zacatecas y en Durango la estrategia fue diferente por tratarse de gobierno priístas.
3. El desempeño gubernamental. La evaluación ciudadana de un gobierno es uno de los principales retos para cualquier partido político; ¿cómo comunicar de forma eficiente los logros?, es uno de los principales rompecabezas de una oposición que ha empezado a gobernar y no puede confiar en que los votos simplemente lo premiarán. En estas elecciones vimos que entre el desempeño y el voto hay múltiples filtros que modulan esta relación. Los ejemplos se contraponen, en Durango hay un gobierno priísta que ha tenido resultados escasos e incluso fuertes sospechas de corrupción y sin embargo, vuelve a ganar el Partido Revolucionario Institucional; en cambio en Chihuahua, un gobierno panista que ha tenido logros importantes, pierde las elecciones.
Hay algunas lecciones de estos procesos electorales: es necesario relativizar la tentación de ver en cada proceso regional un laboratorio que puede tener aplicación o consecuencias a nivel nacional para el año 2000, porque cada episodio regional tiene su propia dinámica y su racionalidad; en la medida en la que podamos tener análisis más completos, se podrán superar las explicaciones simples o impresionistas que con frecuencia predominan en cierto tipo de opinión poblica; se están generando dos procesos simultáneos en diversas regiones del país; por una parte, una gran volatilidad política que permite resultados novedosos y cambios singulares que expresan a un país que se transforma rápidamente, como la pérdida panista en Chihuahua o el triunfo perredista en Zacatecas; y por otra parte, las grandes diferencias políticas que todavía existen entre las regiones del país complican las posibilidades de homogenizar el análisis.