El recorte fiscal total supera ya 4 mil millones de dólares. Si se consideran los recortes y la inflación, el gasto primario está por debajo del nivel de 1994. Es decir, en lo que va del sexenio de Zedillo el componente primario del presupuesto federal ha estado estancado, mientras que el rezago en todos los renglones aumentó, se deterioraron los servicios de salud y educación y la infraestructura se degradó más. Desde luego, sí hay recursos para seguir pagando intereses de la deuda y subsidiar privilegiados, como ocurre con el Fobaproa.
Para Zedillo la mala noticia es que el recorte todavía es insuficiente. Los funcionarios del gobierno nunca entendieron el mercado del crudo el año pasado. Por lo visto, ni Téllez ni Gurría comprenden la estructura de los acuerdos de cartelización de mercados, en los que todos los incentivos están del lado del incumplimiento, sin castigo para el infractor. Todos los países que han participado en este acuerdo, incluido México, lo han saboteado.
Hay tres razones para pensar que el precio del petróleo no repuntará. Una: los inventarios de los consumidores siguen saturados. Dos: la demanda estacional de crudo se reduce en estos meses y apenas en noviembre comenzará a repuntar por el invierno. Tres: para entonces ya se dejará sentir el golpe de la crisis en Asia. Hace poco se pronosticaba un aumento de seis por ciento en la demanda de crudo en esa región, y ahora se sabe que no rebasará 0.5 por ciento. El impacto sobre los precios será significativo.
Una alternativa al recorte es revisar la estructura del impuesto sobre la renta (ISR). Eso implica tocar los intereses de clase que el modelo neoliberal busca privilegiar. En Estados Unidos la tasa máxima del ISR es 39 por ciento y aquí de 35 por ciento; hay un amplio margen de maniobra para hacer progresiva la estructura del ISR en México, pero ni Zedillo ni Gurría quieren oír hablar de esto. También se puede recortar el gasto militar de 10 mil millones de pesos, pero la guerra de imposición del modelo neoliberal en Guerrero y Chiapas no permite ajustar por este lado el presupuesto.
Los recortes fiscales sólo afectarán el gasto programable del presupuesto federal, que incluye los egresos de gasto corriente e inversión. No afectará el gasto no programable, que incluye el pago de intereses de la deuda pública. El objetivo es pasar la carga a la población para que los privilegiados (nacionales y extranjeros) mantengan sus ganancias y rentas extraordinarias.
Hace dos semanas el Banco de México amplió el corto en el que había dejado al sistema bancario desde hace dos meses, dejando de suministrar 30 millones de pesos diarios a los bancos. El crédito, que ya estaba estancado, se restringirá más (el crédito fresco o vigente del sistema bancario está por debajo del nivel de 1994). Se dijo que el objetivo es contrarrestar las presiones inflacionarias. ¿Cuáles? Las derivadas del aumento al precio de la tortilla, que se suponía iba a reducirse con las importaciones de maíz autorizadas por el TLC. La otra presión proviene del deterioro del tipo de cambio.
El Banco de México sigue la vieja receta que tanto daño causó en el sexenio salinista: contraer la economía para restringir el aumento de precios y reducir importaciones. La tasa de interés no podrá disminuir y por lo que resta del sexenio permanecerá en alrededor de 20 por ciento (Cetes a 28 días), lo cual frenará la inversión y mantendrá sin resolver el problema de la cartera vencida. El costo financiero de la deuda pública interna aumentará. Y todavía quieren se apruebe el Fobaproa.
¿Cómo será 1999, el último año completo de Zedillo? El presupuesto de egresos será similar al de este año y todo el sexenio habrá transcurrido sin crecimiento real del gasto programable. El PIB habrá crecido cuatro por ciento entre 1998 y 1999, y el acumulado sexenal apenas rebasará tres por ciento. Lo que continuará es el deterioro en las cuentas externas y el desempleo y la miseria irán en aumento. La única diferencia entre Salinas y Zedillo es que la crisis del segundo gobierno habrá durado todo el sexenio. Entre el mediocre desempeño económico y la guerra de Zedillo en Chiapas, el país seguirá avanzando hacia el abismo hasta que cambie el modelo neoliberal.