ASTILLERO Ť Julio Hernández López
Fuera de la natural resonancia inicial que alcanza cualquier destello de divergencia que se produzca en el gris panorama de la disciplina priísta, poco ha sido lo que ha generado (que fuese sustancialmente importante) la llamada corriente renovadora del PRI.
Se han producido, desde luego, declaraciones y textos diversos, todos adornados con la buena prosapia de las nobles intenciones y los lúcidos análisis. Pero, la verdad, a estas alturas del proceso de cambio que vive el país, pocos serán los ciudadanos que se declaren impactados tan sólo por esa combinación de palabras y buenas intenciones.
Uno de los puntos que más suspicacias despiertan en torno de la aparición de la corriente renovadora es el del futurismo presidencial. Se cree que la súbita (y en algunos casos prácticamente increíble) transformación democratizadora de muchos de los firmantes del documento inaugural de ese grupo se debe en realidad a posicionamientos a favor de determinados precandidatos priístas a la Presidencia de la República.
Sergio García Ramírez, quien fue nombrado vocero durante el mes inicial de vida de los renovadores, escribió en Excélsior, inmediatamente después de la aparición de esa corriente, un artículo altamente revelador de las suspicacias generadas por el grupo que se dio a conocer el pasado 1o. de julio.
Escrito, precisó de entrada García Ramírez, ``para salir al paso de dudas y conjeturas'', el artículo asegura que en los renovadores ``no hay intención oculta; nuestro objetivo es claro, explícito y público''.
Agrega el ex procurador federal de justicia (entre muchísimos otros cargos): ``Tampoco nos anima la intención de favorecer a algún priísta o grupo de priístas. En otras palabras, no hay nadie arriba o detrás. Nadie mueve los hilos de la corriente. No hay jefe, candidato o director''.
Las frases pueden ser ciertas o falsas, pero en la política de hoy los mejores instrumentos para ayudarnos a entender son la memoria y los hechos. En ese sentido poco puede esperarse de la mayoría de las biografías de los renovadores. Pareciera que la única renovación posible será la de los lauros burocráticos y administrativos. Dueños muchos de ellos de largas carreras políticas beneficiadas por la disciplina a ciegas, el asentamiento acrítico y el famoso ``sí señor'', resultaría verdaderamente milagroso que ahora se convirtieran en fieros guerreros por la democracia y contra las imposiciones cupulares.
El propio García Ramírez es un ejemplo refinado de esa contradicción entre las biografías y los desplegados. No sería correcto detallar aquí las crudas acusaciones que en su contra (y de la clase política a la que ha pertenecido) ha desplegado su anterior esposa, en un libro lleno de revelaciones escandalosas referidas tanto a los aspectos públicos como a los privados, pero sí podemos recordar aquel episodio histórico del destape fallido que se hizo en su favor cuando en realidad era para Carlos Salinas de Gortari. En aquella ocasión lo que hubo fue un ejemplo monumental de disciplina priísta y de acatamiento de órdenes superiores en el marco de una comedia de equívocos. Hoy, aquella misma voluntad esperanzada a los designios del dedo supremo es la que ejerce la función de avanzada en los batallones de la renovación priísta.
Pero, en todo caso, ya por sus hechos conoceremos la verdad de los presuntos renovadores.
PAN: cambiar para intentar ganar
Llevado por las novedades del mercado, el panismo explora las posibilidades de romper su tradicional sistema cupular de toma de decisiones y estrenarse en los caminos de la elección directa de candidatos.
No es sólo una vocación de plenitud democrática la que está tratando de cambiar una de las características cerradas del panismo, sino, sobre todo, la necesidad de recuperar perspectivas de triunfo ahora que el panismo aparece en las estadísticas electorales rebasado por el priísmo y el perredismo.
La intención, sin embargo, va más allá de lo meramente electoral y puede afectar la estructura toda del panismo. Concebido y desarrollado a partir de familias y estamentos sociales muy definidos, el panismo se ha regido hasta ahora por mecanismos de élite que preservan intereses y posturas conservadoras que no siempre corresponden con las de las masas de votantes que sufragan por el partido blanquiazul más por oposición acrítica al sistema que por afinidad con las propuestas de la cúpula de ese partido.
Al abrir sus mecanismos de elección de candidatos, y sobre todo en la elección de quien busque la Presidencia de la República en el año 2000, los panistas pueden estar al mismo tiempo abriéndose a la posibilidad de adecuar sus principios y su práctica a posturas menos conservadoras (y, en algunos casos, mojigatas) e instalarse en el terreno de una derecha moderna, que esté más lejos de los prejuicios ideológicos y más cerca de intereses populares.
En ese sentido, la batalla interna del panismo por modificar sus estatutos para darle más participación a las bases (al peladaje, se diría en agrupaciones de izquierda) podría llevar también a una redefinición ideológica que, manteniendo bien conservados los principios fundacionales de ese partido en las vitrinas del museo, se atreva a acomodarse a los nuevos tiempos y ofrecerle a la vida política mexicana un partido de derecha menos rígido.
Revanchismos tabasqueños
El gobierno de Roberto Madrazo Pintado se encuentra en plena campaña bélica contra la Universidad Popular de La Chontalpa (Upch) a fin de desmantelarla y meterla al cajón de los malos recuerdos.
La causa de los enconos madracistas estriba en que dicha institución fue fundada el 24 de agosto de 1995 por acuerdo del cabildo del municipio de Cárdenas, presidido entonces por el perredista Héctor Muñoz Ramírez. En ella se imparten nueve licenciaturas y estudian mil 600 alumnos que en su mayoría son hijos de campesinos y obreros de la región. Tenía como presupuesto anual cinco millones de pesos, pero ahora el gobierno estatal ha suspendido tal entrega.
La buena marcha de la Universidad Popular de La Chontalpa ha sido detenida desde los primeros días del presente año, cuando el priísta Oscar Priego Gallegos tomó posesión de la presidencia municipal. A partir de entonces se ha mantenido una campaña abierta para deshacer lo que los personeros del madracismo entienden como una universidad ``perredista'' y más concretamente hechura de Andrés Manuel López Obrador.
Las maniobras contra la universidad municipal han ido desde la pretensión de quitarle el concepto de ``Popular'' hasta incorporarla a la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco. Frente a tales intenciones se ha generado la movilización de estudiantes y profesores a quienes ha encabezado el rector Rogelio Barriga Díaz.
Luego de realizar una marcha que culminó en la Plaza de Armas de la capital tabasqueña, los universitarios de La Chontalpa dialogan con las autoridades estatales, en particular con la secretaria de Educación, Graciela Trujillo de Cobos, hermana de la presidenta del municipio de El Centro, que comprende la ciudad de Villahermosa.