Alvaro Matute

Revisionismo historiográfico de la Revolución Mexicana

Patricia Vega

Para el doctor en historia Alvaro Matute Aguirre, 1955 marca el comienzo de la historiografía revisionista de la Revolución Mexicana. Su propuesta parte de la hipótesis de que ``el revisionismo nació en el momento en que los veteranos de la revolución abandonaron la pluma y los académicos comenzaron a penetrar en terrenos en los que antes no se habían interesado, salvo alguna rara excepción''.

Orígenes del revisionismo historiográfico de la Revolución Mexicana es, precisamente, el título del discurso de 23 cuartillas que marcó el ingreso, el pasado martes 7 de julio, de Matute Aguirre a la Academia Mexicana de la Historia, para ocupar el sillón que, como académico de número, había dejado vacante desde hace seis años don Juan Antonio Ortega y Medina.

Matute Aguirre se refirió particularmente a las aportaciones de Juan Hernández Luna en la búsqueda de las ideas precursoras de la Revolución Mexicana, en contraposición a la idea generalizada de que los intelectuales eran afrancesados y no les importaba su país; a las de Manuel Moreno Sánchez quien, frente a los discursos monolíticos, propuso una interpretación histórica que abordaba la Revolución ``desagregándola'' en cuatro: la política, la agraria, la obrera y la cultural, y en diversas etapas histórico-cronológicas, con una argumentación novedosa en torno a la herencia de la revolución y a la conciencia histórica que de ella se tenía. Y finalmente, las de Moisés González Navarro, quien en 1960 concluía que ``la utopía revolucionaria se ha convertido en una verdadera `ideología': los lemas revolucionarios se repiten ya casi como meros slogans''.

Con esos ejemplos, entre otros, Matute Aguirre ilustró los inicios del revisionismo historiográfico: ``De la esfera de la doxa, se caminó hacia un nuevo episteme. Las preguntas en torno al proceso revolucionario planteadas desde 1955 abrían nuevos caminos, así como la interpretación sobre la Revolución que mostró su falta de unidad, sus paradojas internas y las crisis por las que atravesó en diferentes momentos (...) Ya no se trataba de recrear el esencialismo revolucionario sino de investigar, sacar a la luz nuevos conocimientos en torno al proceso histórico de la Revolución, a partir de preguntas que ponían en crisis todo aquello que se tenía como esencial y, por lo tanto, inamovible. La Revolución se convirtió en un asunto a revisar. La heterodoxia fue la nota dominante en lo que se escribiría a partir de los años 60. De la pregunta investigante se llegó al conocimiento de particularidades que afectaron la totalidad. La correlación posterior de los avances del revisionismo con las modificaciones del Estado mexicano confirmarían lo que empezó al promediar los años 50. El revisionismo historiográfico se convertiría en un proceso irrefrenable, que tendría consecuencias en lo que toca a la interpretación del pasado por parte de los académicos, y también en la esfera política, que es donde más ha sufrido modificaciones lo que fue la ideología de la Revolución Mexicana''.