La Jornada Semanal, 12 de julio de 1998



Tahar Ben Jelloun

novela (fragmento)

Harrouda

Tahar Ben Jelloun nació en Fez, estudió en Tánger y vive desde 1971 en París. Autor de La nuit sacrée, con la que obtuvo el premio Goncourt, y de La plus haute des solitudes, entre muchas más, es probablemente el autor que más ha escrito sobre la soledad afectiva y cultural del emigrado. En Harrouda, de la que ofrecemos un fragmento, la memoria poética opera como un buscador de emociones cuyo objeto es trazar la geografía sensorial del Magreb.

Tahar Ben Jelloun nace el 1 de diciembre de 1944 en Fez; estudia en Tánger la primaria y la secundaria. En Rabat cursa la universidad en la Facultad de Filosofía. Hace una tesis de doctorado en psiquiatría social, la cual le da materia para su ensayo La plus haute des solitudes, donde habla de la soledad sexual y afectiva del emigrado; en 1985, con La nuit sacrée, obtiene el premio Goncourt. Se estableció en París desde 1971 y esta ciudad engrandece su inspiración. Nuevos temas se desarrollan en sus obras: introspección, interrogación sobre la escritura y el escritor, etcétera. Sin renunciar a su cultura ni a las formas de literatura del Magreb, retórica oral, cuentos, metamorfosis, onirismo, imaginería, Ben Jelloun reúne las cualidades del escritor moderno y, cualquiera que sea su objeto narrativo, alcanza siempre cumbres poéticas.

Roland Barthes

Hablamos del mar. Bebemos té. Fumamos kif. Nos entretenemos con las manos. El gesto es suficiente. Antecede a la voz. Es una ruptura con lo escrito, ruptura acentuada por el recurso de la improvisación. De hecho la expresión está en las manos, en los ojos que delinean el espacio. La apuesta de la metáfora no es visible; se siente; se trata de remitir el tiempo hacia otros lugares.

Nos sentamos en la tierra. En la estera. Las piernas cruzadas. Es ya una distancia, una diferencia y nos convertimos en recitadores.

Tánger Barrio del Marchane

Qahwat el Haffa; café del acantilado. Desde esta terraza sobre el acantilado, la mar es legible: la mirada se va hasta la ribera andaluza; los pies enraizados en la tierra suave.

Para ciertos viajeros es la contemplación, ¡la beatitud! Vienen del otro lado del océano, a violar un pedazo de tierra apacible, se descalzan como si fuesen a entrar en una mezquita; han sido atraídos por el perfume del kif; dulcemente la brisa los empuja hacia la puerta; los encontraréis otra vez, ya tarde, en alguna parte de la ciudad; aturdidos por el alcohol, sus bolsas llenas de tarjetas postales del paraíso y de las babuchas de Tetuán. Viajan en las casas tapizadas con papeles pintados, comen versos relucientes, fuman té, que les han vendido como si fuera kif de Ketama, duermen en los senos de una vieja bruja...

Otros se instalan resguardados del viento, destinados a ser sustraídos del reino de los hombres.

El lugar está desnudo
Amueblarlo sería una manera de nombrar el tiempo.

Una estera y algunos taburetes para poner los vasos.

Fuego de carbón
Ellos saben que la mar los protege. Saben que es una fábula que emana en fuentes múltiples.

Tan pronto espejo tan pronto mujer. El gesto de la mano (mano derecha, preservada de mancilla) es mediador.

Quienes los observan concluyen en la teatralidad; se dice ``¡ceremonia del té!''.

No, no hay teatralidad. No hay sino una simple existencia:

El lugar. El té. La comodidad. La palabra. El gesto/El cuerpo./El kif

1.0. El lugar

desnudo y fraternal

1.1. El té

Sustancia expansiva.

Se dice que proviene de China.

Se bebe cuando está bien decantado.

Jamás en taza; se sirve en grandes vasos.

La menta fresca; la más perfumada proviene de Moulay Idriss Zarhoun.

El vaso se sirve (a veces) con una pequeña tapadera para evitar que caigan las abejas.

1.2. La comodidad

Sentados en la tierra; contra los muros; los cuerpos con grandes chilabas; rechazo a amoldarse, a asfixiar los cuerpos; a sus anchas en los pantalones árabes plisados.

1.3. La palabra

No hay maestro que detente la palabra
La voz excluye el mensaje y lo cambia
La ceniza de las palabras regresa a la ceniza del kif
La palabra se consume en la capa del humo que duerme

1.4. El gesto/ El cuerpo

El cuerpo, pantalla entre la ciudad blanca y la memoria dispersa.

El viento dulcemente arranca los corazones y los suspende a la altura de las nubes. El ojo sigue el movimiento y se pierde en el silencio del pájaro que ha encontrado refugio en las ondas matinales.

Los sexos se tensan bajo las chilabas. Las pequeñas nalgas del aprendiz provocan un delirio apenas disimulado.

Los sexos rasgan las chilabas y persiguen al niño que se esconde entre las piernas del dueño del café.

1.5. El kif

Los efluvios del humo dibujan las murallas de la ciudad olvidada.

Mordaz la caída de la risa, conmina a la ola a morir en su sexo. La risa borra el trazo de la inquietud; abre las puertas de una ciudad sin calles, sin laberinto, una ciudad en que la topografía ha ardido con el fuego de la mañana; perderse allí es una dicha que los ángeles del vértigo nos recomiendan.

2.0.

Nos queda la muerte que tocamos con los dedos entre las ranuras de una hoja de menta

espacio cerrado
apenas un murmullo en el pliegue del sueño.

El lugar es sombrío
¿Es el fin del día? ¿Es la noche?

No importa...

Fumar

El kif para trastornar el sentido grabado sobre el cuerpo del kif para escribir el movimiento de la desilusión difícil para detener el flujo del gesto agobiante para demacrar el rostro del hombre tranquilo para habitar el espacio neutro suspender el corazón que estalla hacer agujeros en el abrigo de la soledad mentir al dolor amurallarse en otros cuerpos el kif para condensar el placer atrapar el goce en una frase sin regreso desplegar el olvido en el cielo abierto nombrar el regreso cambiante de la violencia

violencia atrevida

violencia nacida de silencios acumulados retorno al vientre la retenemos en una bocanada de humo distendemos sus fibras en nuestros sueños la disimulamos detrás del velo

velo espeso del humo que genera la asfixia y la primera muerte
velo fino que esconde el rostro de la mujer
velo y humo de las sílabas contenidas en el fondo de la garganta
velo y ceniza de la traición viajera
velo del vivir
estar presente en esta tierra; beber de sus aguas;
atrapar su sol; esposarse con él y morir por haberlo amado demasiado
apartarse del orden de la mosca y la miel
habitar la otra violencia
Fumar kif es saber retirarse al espacio de un gran paréntesis para decir -trazar- tatuar la diferencia: los artesanos fuman parqués en su soledad; tienen derecho a todos los desprecios: la pobreza es fuente de vergüenza; los artesanos tienen las manos llenas de callos, burdas, sucias; sus manos los traicionan a los ojos de los ciudadanos importantes (vientre gordo y piel grasosa) de Fass o de otra parte; ved a los teñidores de Fass: condenados, pues el azafrán ha pintado sus manos, sus brazos, su vientre, sus testículos...

está escrito en sus cuerpos

la culpa

su error es vivir cercanos a la tierra, cerca de la fuente, cerca de la piedra, su error es que su sangre sea ``corrompida'' por la arcilla...
El espacio se crea en dos lugares: en las tiendas; en el café en donde el cuerpo se abandona. Las tiendas son también el capital: materia que se transforma, objetos que se fabrican, la estera, uno o dos taburetes, algunas fotos, una estufilla, una tetera y algunos vasos, un radio... luego la tabla sobre la cual el kif será cortado, el cuchillo curvo, dos o tres sebsis (pipas), una docena de cabezas de sebsi (chkaf).

El café es un territorio complementario: ponemos en versos la magia blanca; soplamos al velo del humo que planea a la altura de los turbantes; no nos ``evadimos''; no hay huida... ¿cómo hablar de ``evasión'' cuando para despertarse por la mañana (despertar el cuerpo, entregarlo a las primeras percepciones), se tiene necesidad de aspirar las primeras bocanadas (para abrir los ojos)?; nuestras mujeres pueden hablar de eso (llevan las cicatrices de esta violencia cotidiana); pueden dar testimonio de los cuerpos habitados por el kif y la necesidad. La noche siente pena de retirarse de esos cuerpos lánguidos que rompieron con la eternidad. El alba jamás apunta sobre esos cuerpos que no sueñan; costea la línea de sus sueños, roza su soledad deslizándose entre las piedras. ¿Cómo dejar a los otros hablar de un paraíso artificial? ¡No hay pérdida! Los hombres que fuman no lo hacen para encontrar un estado que hubiesen perdido... No se divierten... viven el kif sin engaño para su desesperación, sin perder la lucidez... No desean escapar de su suerte ni engañar al destino... ¿Cómo poner un velo a la miseria si esta misma miseria respira por nuestros poros? Nuestros cuerpos llenos de muerte se nutren del flujo de esta miseria, interiorizando sin cesar el delirio, rechazando el murmullo de la alucinación. Nuestros cuerpos atravesados por cuchillas se aferran a la tierra repudiada. Pero ¿hemos realmente repudiado la vida que el ano paterno ha secretado en un espasmo nervioso?; ¿hemos osado en verdad ofrecer la leche de la gacela a nuestras madres?

Niños

hemos bebido los orines del padre la náusea, la saliva amarga, la cabeza llena de granos de suicidio (siempre referidos), formulamos el deseo de quemar los campos de kif y de regresar y acurrucarnos entre las piernas de Harrouda, encerrarnos en ese cuerpo hospitalario, elevar a nuestras madres al lugar de fiesta y de colores en los campos del sueño dentro del árbol mágico invitaremos a todos los niños a comer a abrir el cielo y a hacer poemas dejaremos el kif para los que se reúnen en fiestas mundanas les daremos el cerebro del asno por comida tocaremos con el dedo nuestra infancia amputada señalaremos entre miles la estrella que nos protege el camello vendrá con nosotros para dar de beber a la gacela extraviada al amanecer y regresaremos a la poesía con canastas de naranjas... de otra forma qué vamos a hacer escribir con los huesos que la tierra todavía no ha consumido cosechar los signos suspendidos entre cielo y tierra

pero rechazamos nuestros deseos, el amarillo después el malva el verde después el azul producimos el humo y el verbo residuos del cuerpo ausencias pequeñas naturalezas muertas

Fastidiamos a la gleba que produce la peligrosa hierba, la hierba malva, el deseo, la cosa que escapa a los que nos vigilan

Decimos hoy el mundo de nuestros fantasmas, el campo fantástico de nuestros deseos, el laberinto de nuestros sueños permaneceremos cerrados negados por decisión del hombre humilde nacido sin infancia sin ternura que os deja el brillo de la seducción, la procreación, la familia el comercio la herencia la ganancia las enfermedades la lucha contra la muerte el color gris el olvido la mano grasienta el vientre gordo la diarrea con frecuencia la muerte lenta la oración del ausente

los niños los pájaros rompen los espejos del cielo os inquietáis por nuestra usura pero aprended que no hay tal usura los niños los pájaros deshacen el texto de vuestra memoria deterioran el tejido de vuestros sueños y divierten a las ratas que dan vueltas en vuestro cuerpo

¡qué violencia! ¡sentada sobre un montón de ruinas! nuestra infancia es una vieja loca y tierna atravesada por un pájaro herido repechada en alguna parte entre la selva y el río por un camello digno sembrada en tierra fértil en un corazón inmenso

el kif es nuestro alfabeto magia de nuestro poder sílabas legibles en nuestra frente legibles en el umbral del exilio

desplazamos el sentido de la representación ustedes dicen ellos fuman para olvidar nosotros decimos fumamos para perturbar

el kif es nuestra lengua hablamos el cuerpo como el poeta Nissaboury habla pero Nissaboury telefonea a todos los muertos y les dice cállense banda de canallas yo soy un teléfono constantemente colgado sobre las muchedumbres

soy la noche del Destino soy Sinbad y su genio que regresan a la vida de cíclope

te trafico un pasaporte para mis sueños te doy el sarro de mis dientes las letrinas

cago un arma en mi mano

soy una serie de cavernas donde se forjan todas las memorias posibles Nissaboury/Más alta memoria/ 1968/Casablanca

Hablamos el cuerpo nos decimos nuestro destino es una epopeya entonces por qué eludir el cuerpo que sufre y se pierde hemos ya escuchado a los ciudadanos importantes de Fass hablar de los cafés y de los hombres: los cafés son guaridas de los zouvfris (palabra bastarda= insulto granuja= soltero= obrero), hay que encerrarlos o raparlos, se podrán reunir todos los cafés en un mismo barrio (terreno de nadie o choza); dividir el terreno; fichar a los zouvfris; no tienen más que destruirse si lo desean, ¡pero que no contaminen a nuestros hijos!; después de todo el kif es una cultura significativa eso arrasa el corazón y hace agujeros en los pulmones ¡son viciosos los artesanos!

Vosotros no estáis ahí... Nosotros estamos cerca de la tierra... hemos hablado a las hormigas serán millones que vendrán a trepar por vuestro cuerpo durante el sueño vuestra piel estará tan cubierta por ellas que no podréis respirar vuestra muerte está al punto de la asfixia.

Somos los niños de la tierra, los pájaros del bosque, la arena del mar, el ruido del río, el amor de una sirena, el amor de una gacela, la espuma del sueño, las bodas del mar, el amor de Harrouda, la multitud que avanza, la ciudad que avanza

somos los niños que hablan a los camellos y a las hormigas somos la euforia generosa, la risa del árbol, somos la descendencia de una prostituta pura y feliz hemos salido desnudos del mar y fingimos rezar...

En la espera aprended que sabemos abstenernos del mundo y entrar discretamente en nuestro espacio elegido, lugar comunitario protegido del furor de las negociantes y de los alcohólicos... hablamos poco... la palabra no transporta voces para soñar sino capas de humo que bogan de un cuerpo al otro, efecto de algunas notas musicales

(...)

Se dice que si la ciudad está prisionera entre dos mares es para permitir la ambigüedad.

Tánger identificada como lugar de comercio clandestino, lugar de todas las leyendas; eje espacial de bandidos y piratas.

Se dice también que el viento manipula este lugar para permitir a la noche encubrir ciertas peripecias/ pero/ bandidos/ piratas/ espías/ traidores

no creen ya en los cuentos del viento y de las arenas desconfían y ceden el lugar a los niños que corren delante de la ola.

Al frente una mujer una sirena un símbolo.

Traducción y nota: Lorenza Fernández del Valle