Ante las noticias sobre los narcobanqueros, los rescates bancarios, el Fobaproa, etcétera, dedico estas líneas al último banquero, porque después vinieron los especuladores del dinero.
Hablo del ``último'' banquero en forma simbólica. Pues bien sé que le han sobrevivido otros verdaderos banqueros. Todos ellos los últimos banqueros.
Dejó la actividad directamente bancaria a los 65 años no porque se sintiera ya sin capacidades, sino porque se fue quedando solo en su empeño porque el banco siguiera siendo un servicio primero a los depositantes y luego también a las industrias y comercios sus clientes.
``No me parece justo -decía- que el banco entre a negocios de alto riesgo. Si ganamos, es para los accionistas, y si perdemos, es el dinero de quienes han tenido confianza en nosotros''.
¿Falto de audacia? Eso al menos le reprocharon. Y él reconoció ante sí mismo y ante quien le quiso oír que la audacia no se ejerce con lo ajeno, sino con lo propio. Porque en lo suyo sí fue audaz. De sus negocios particulares no sé mucho. En su casa, la que mandó construir según sus ideas y en la que murió, había un calentador de sol y un purificador de agua de ozono, en los primeros años de la década de los 30.
De sus negocios particulares no sé mucho, entre otras cosas porque tuvo pocos. Los que podía realizar con base en sus ahorros y sin aprovecharse de sus contactos y conocimientos adquiridos en el ejercicio de su actividad profesional. Esta fue una actitud constante en toda su vida profesional: no aprovechar para sí en lo privado lo que sabía y tenía por su posición pública. No convertir su cargo en privilegio. Era justo gozar de un buen sueldo que le permitiera vivir bien y ahorrar para que nada le faltara a su esposa cuando él ya no estuviera. Que ella fuera para las nueras ``la mamá de mi esposo'' y no ``la suegra arrimada''.
¿Añoranza de tiempos idos? ¿La falacia de que todo tiempo pasado fue mejor?
No, porque los valores vividos en esa generación por hombres como don Bernabé fueron transmitidos a sus hijos y a sus nietos y los encontramos por supuesto el día de hoy en tantos hombres y mujeres que están queriendo un mundo mejor hoy y en el futuro. Pero no son precisamente los hombres del poder y del dinero. Estos en su conjunto tanto en el país como en todo el mundo han configurado las relaciones sociales en base no del servicio, sino de la acumulación de ganancia.
Los hombres del poder se han coludido con los del dinero hasta el punto de hacer pagar al pueblo todo la salvación de los banqueros de su banca-rota y han impuesto que sea el poco dinero de los muchos pobres (¿afore o desafore?, ¿fobaproa o fobapopa?) el que apuntale el mucho dinero de los pocos ricos.
Los hombres del poder y del dinero no son la mayoría. Parecen serlo precisamente porque tienen el poder y el dinero y han podido imponerse a los demás. En su propaganda han mostrado en el fondo su debilidad porque siguen disfrazando sus intereses mezquinos con frases de servicio, de bienestar para todos, de utilidad para la mayoría, cuando lo que están procurando es su egoísta utilidad.
En el trato ordinario con la gente en la calle, en los pequeños negocios y en tantas partes encuentra uno tantas personas que realmente dan un servicio en su trabajo sin convertir la necesidad que otros tienen de él en fuente de abuso, que viene sin duda la pregunta ``¿y entonces por qué quienes regulan las relaciones sociales y quienes nos gobiernan no están sirviendo desde sus puestos, sino sirviéndose de sus puestos?'' ¿Será verdad que los pueblos tienen los gobiernos que se merecen?
Lo dudo. Los pueblos tienen el gobierno que se les impone. Y sólo muy a la larga es posible quebrar las imposiciones porque son no sólo políticas, sino sobre todo con el poder del dinero y de la mentira que parece verdad por estar recubierta de oro.
El pueblo mexicano, y los pueblos todos son pacientes porque no quieren utilizar ni mentiras ni sobornos ni poderes en provecho propio. Pero llega un momento en que planta su ``ya basta'' contra quienes con la fuerza de las leyes, del miedo, de la mentira, de la injusticia los han sojuzgado.
El que ahora se haya descubierto que banqueros e instituciones bancarias están en el negocio de las drogas, o el que tengan que ser rescatados es una nueva ocasión para que el pueblo mexicano les diga su ``ya basta'' de hacer del banco sólo un medio de lucro personal. Ya basta de que no sea el banco un instrumento de servicio al pueblo en general.