La Jornada miércoles 8 de julio de 1998

PALESTINA ANTE LA ONU

Con los votos en contra de Israel, Estados Unidos y dos países pequeños e ignotos, la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas aprobó ayer la elevación del rango de Palestina como observador, aunque permanece sin derecho a voto en el organismo. La gran mayoría lograda por la resolución --124 naciones a favor--, indica el respaldo con que cuenta la causa del pueblo palestino en la comunidad internacional, así como la desaprobación mundial a las políticas belicistas e insensatas del actual gobierno de Israel, el cual se ha empeñado, desde su llegada al poder, en torpedear el proceso de paz iniciado en 1993 por el primer ministro Yitzhak Rabin --posteriormente asesinado-- y el presidente Yaser Arafat.

La Asamblea General de la ONU adoptó esta decisión con base en diversas consideraciones, entre otras que los palestinos disponen ya de un gobierno propio (la Autoridad Nacional Palestina) y de un territorio --aunque la mayor parte de las tierras que corresponden a Palestina permanezcan ocupadas por el ejército israelí--, y que son miembros con plenos derechos de la Liga Arabe, del Grupo de los 77 y de otros organismos internacionales.

En la medida en que la resolución comentada representa una clara derrota para el gabinete que encabeza Benjamin Netanyahu, es entendible la airada reacción de su representante ante la ONU, quien calificó el reposicionamiento palestino como ``violatorio'' del sistema de Naciones Unidas. En cambio, resulta incomprensible la feroz oposición del gobierno estadunidense a admitir a Palestina como miembro de la ONU y el señalamiento de Bill Richardson, representante de Washington, en el sentido de que la resolución aprobada ayer podría ``socavar nuestros esfuerzos por reactivar el proceso de paz'' y ``lesionar los intereses de todos, incluidos los de quienes se propone ayudar''.

Tales expresiones no hacen más que reafirmar y documentar la parcialidad proisraelí y antipalestina que ha caracterizado las acciones estadunidenses en torno al proceso de paz en Medio Oriente. De hecho, desde la llegada de Netanyahu y los suyos al poder en Tel Aviv, Washington no ha querido o no ha podido detener las múltiples provocaciones emprendidas por el gobierno israelí.

La tendenciosa abulia de Estados Unidos en las negociaciones y el belicismo incontrolado de Netanyahu han sido, precisamente, los factores que orillaron a los palestinos a buscar, con el respaldo de las naciones árabes, el avance por otras vías en la conformación de su Estado nacional.

En la perspectiva de la construcción del Estado palestino --que no sólo constituye un derecho inclaudicable reconocido por la comunidad internacional sino una garantía de seguridad para el propio Israel, aunque la miopía y el chouvinismo de los halcones de Tel Aviv les impida reconocerlo así--, la resolución aprobada por la ONU no es un mero formalismo, sino un paso de importancia que merece ser celebrado.