Hace dos años las autoridades explicaron la muerte de varios jornaleros agrícolas en Sinaloa atribuyéndola a un ``golpe de calor'', descartando así que hubieran fallecido a causa de los plaguicidas que aplicaban. En cambio no hay duda de que los ``golpes de calor'' registrados durante los últimos meses dejan daños por doquier y afectan a más de un declarante que quiere explicar lo que sucede. Así, el especialista más ducho no sabe a quién creerle a la hora de evaluar lo ocurrido por la falta de lluvia y las altas temperaturas. Por ejemplo, a mediados de mayo las autoridades agrícolas sostenían que aunque la sequía obligará a reducir las siembras de riego en cerca de 250 mil hectáreas, con una merma de casi dos millones de toneladas de maíz y 150 mil de frijol, la situación en el agro no era de ``desastre''; tampoco había mortandad de ganado y estaba garantizado el abasto de alimentos. Mas para algunos dirigentes agropecuarios, las pérdidas eran muchísimo mayores y los programas gubernamentales de emergencia para salvar siembras y ganado llegaban demasiado tarde y a cuenta gotas.
Además, sostenían que estaban en peligro las 20 millones de cabezas de ganado y que, por lo menos, 2 millones de reses serían sacrificadas en los rastros antes de que las mate la falta de agua y forraje.
Por noticias desalentadoras no paramos: sin citar la fuente, Guillermo Ortega dijo en el noticiero nocturno de Televisa que en Chihuahua había muerto ya un millón de cabezas de ganado por la sequía. Ramón Iriarti, vicepresidente del Consejo Nacional Agropecuario, señaló que México tendrá que cubrir con importaciones el déficit de hasta 25 por ciento que registrará la producción de granos. Para fortuna, hay sobreproducción mundial de algunos de ellos, como maíz y frijol, lo cual hará menos onerosa la tarea de garantizar la demanda de la población nacional. El dirigente no citó el efecto que la devaluación del peso tendrá al adquirir en dólares los faltantes. Y si el secretario de Agricultura informa que se importarán cerca de 14 millones de toneladas de productos básicos, varios diputados lo acusan de maquillar las cifras de producción para ocultar el desastre que existe en el campo. Otros dirigentes señalaron aumentos enormes en el precio del forraje; y que el agua, cuando era posible obtenerla, se paga a precios elevadísimos; en contraste, el precio del kilogramo de carne bajó casi 50 por ciento.
En fin, en Veracruz murieron más de 30 mil cabezas de ganado por falta de agua; y en Tabasco, donde lo que siempre abunda es ésta, cerca de 11 mil y la producción de leche descendió 80 por ciento. Las cifras referidas a otras entidades van de lo catastrófico al ``todo está bajo control'', dependiendo de la fuente que las emite.
Pero en lo que sí no hay duda es que las presas del país se encuentran a niveles críticos y las lluvias que aporten huracanas y ciclones no serán suficientes para aumentar de tal forma los embalses que garanticen siembras normales los próximos ciclos agrícolas. Hay estados inmersos en una situación desesperada, como San Luis Potosí y Zacatecas, así como las regiones de pobreza tradicional.
En paralelo, al menos 25 millones de mexicanos que habitan en las grandes ciudades tienen problemas de abastecimiento de agua, mientras disminuyen las fuentes de donde ésta se obtiene, especialmente las del subsuelo. Pese a ello, sigue el derroche o mal uso del líquido, su contaminación por la industria y la agricultura, las fugas en los sistemas de conducción.
Ante tal panorama, se necesitan programas realistas y urgentes para, en primer término, aminorar los efectos socieconómicos de la sequía entre millones de campesinos; luego, para enfrentar los próximos desajustes climáticos, a fin de que el agua y otros recursos naturales se utilicen adecuadamente. No dudo que existan en las oficinas responsables de la buena marcha del sector agropecuario, el medio ambiente y el desarrollo social de las áreas críticas por su pobreza. Sin embargo, la población los desconoce. Cuando siempre los funcionarios dicen que con la participación ciudadana las cosas saldrán mejor, por ser elemento clave para garantizar el éxito de los planes oficiales y para no repetir experiencias tan negativas como las registradas este año.
Por lo pronto ¿dónde están las acciones para que la lluvia que cae a torrentes en varias regiones, no se vaya al mar y sirva para aminorar carencias?