Jaime Martínez Veloz
Gobernabilidad y Congreso en BC

Lo que sucedió en los últimos meses en Baja California y lo que está pasando en otros estados de la República demuestra que no sólo el PRI puede practicar trucos sucios en las elecciones. También las oposiciones tienen una gran capacidad de aprendizaje en este sentido. Esto es preocupante para el futuro de la democracia en México.

Lastrados por distintas historias autoritarias, los partidos políticos han ayudado a seguir fomentando una cultura antidemocrática y excluyente.

Hay muchas demostraciones de ello y prácticamente todos los días somos testigos de esto y, al parecer, se ve como normal que un pequeño grupo excluya a una sociedad, a las bases partidarias y hasta a las mayorías de los integrantes de las direcciones partidarias y decida, por ejemplo, la profundidad de una reforma electoral que, una vez aprobada, se anuncia como definitiva cuando a todas luces junto a sus aspectos positivos aparecen mecanismos que dificultan enormemente una mejor participación de las manifestaciones ciudadanas y de otras fuerzas políticas.

Las prácticas antidemocráticas atraviesan a todas las fuerzas políticas en mayor o menor medida. Solamente hay una manera de vacunarse contra esto: consolidar las instituciones democráticas y abrir las puertas a la opinión y la participación ciudadana. Para los integrantes de los partidos, es obligatorio combatir por todos los medios dichas prácticas. Es notable que tanto en el PRI como en el PRD existen corrientes internas que luchan por constituir organizaciones más participativas y abiertas a la sociedad. Sin embargo, en el PAN, a pesar de las evidencias, se carece de autocrítica.

En este sentido, lo sucedido en Baja California es preocupante no sólo para la vida de la entidad, sino para la de la nación en su conjunto. En aquella entidad fronteriza Acción Nacional practica a diario lo que dice combatir. De esta forma, las campañas estatales que el pasado domingo conocieron la votación se caracterizaron, entre otras cosas, por: un padrón poco confiable; falta de información suficiente acerca de la ubicación de las casillas o cambio de ubicación de éstas sin aviso oportuno; apoyo sutil o abierto a los candidatos blanquiazules por parte de los gobiernos estatal y municipales (el mismo día de la elección, el gobernador hizo, como de paso, una mención a los ``logros'' de los últimos años); la sospecha de que los topes de campaña fueron superados por los candidatos del PAN; y lo ostentoso que resultaron las campañas de estos candidatos.

Adicionalmente, hubo tácticas intimidatorias contra candidatos opositores al gobierno panista. Las amenazas de muerte y el uso de la violencia física también formaron parte del arsenal utilizado. ¿Todo se vale? Si en el pasado estas prácticas reprobables eran usadas por el PRI, ahora están siendo utilizadas por algunos sectores opositores que a cualquier costo tratan de hacerse del poder o de conservarlo. Hay que combatir estos métodos sin importar cuál es la organización que los practica.

Varios diarios tanto de circulación nacional como local publicaron el lunes pasado la noticia: barrió el PAN en BC. Pero, ¿en verdad ``barrió'' el PAN? Veamos. En 1995, el PAN obtuvo alrededor del 50 por ciento de los votos, con poco más del 30 por ciento de abstencionismo. Con esto, logró la mayoría en el Congreso y los municipios más importantes.

Sin embargo, en los actuales comicios, de acuerdo a los datos que se tienen hasta el momento, el panorama cambió: el blanquiazul apenas habría superado el 40 por ciento de los votos sobre un abstencionismo mayor al 50 por ciento y en algunos casos superior al 60 por ciento. También, perdió la mayoría en el Congreso, que estará en manos de la oposición. En gran parte de los casos, los triunfos de uno u otro candidato fueron por estrechos márgenes, lo que da idea de lo disputado de las elecciones. En Baja California, entonces, no barrió el PAN.

Para el PRD, los resultados alcanzados son un verdadero logro. En Tecate son la segunda fuerza electoral y su presencia consolidada ha roto con el bipartidismo. Con esto, se demuestra que la pluralidad en la entidad es un hecho tangible y que en los próximos comicios se tendrá que tomar en cuenta la presencia de una tercera fuerza.

En lo inmediato, en el Congreso estatal se abre la posibilidad de que en esta instancia los partidos de oposición trabajen juntos en una agenda legislativa que atienda a las principales carencias de los bajacalifornianos.

En el caso del PRI, acortamos la brecha, pero no pudimos convencer del todo a los ciudadanos. Debemos tener claro que no sólo enfrentamos la dupla gobierno-PAN, sino también el peso de nuestros propios errores.

Como lecciones para el año 2000, debemos no sólo refrendar los métodos de la democracia interna sino redoblar el trabajo directo con los ciudadanos.

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