Las televisoras mexicanas en la delantera y el gobierno, desde el medio campo, avanzan por la banda derecha compactando las acciones del tricolor. En la defensa del equipo, los banqueros beneficiados por el Fobaproa, Gobernación y Albores Guillén, y todos a su vez, preesing sobre el conjunto de la sociedad mexicana que no logra armar su estrategia contra los golpes que le impone la escuadra del técnico Ernesto Zedillo, dispuesto a salvar a su selección de los estragos de la decadencia... Vamos a comerciales.
No por vieja, la reiterada estrategia de los medios ha cambiado, pero ahora siguieron una ruta novedosa, trabajando en una profusa campaña contra su misma selección al colocarla en el nivel más bajo de las expectativas de la afición. Luego de construir el morbo de la derrota al jugar contra Corea del Sur --uno de los peores equipos del Mundial (y causante asiático de nuestras crisis económicas)--, ganar transformaría el escepticismo en triunfalismo y lograría reconstruir aquel ambiente, gratamente priísta y chovinista de 1994 que fue derrumbado por la ineptitud para tirar penaltys. En 1998, las televisoras empezaron creando una expectativa cero pero ahora, luego de un juego ganado y uno empatado, sienten que la confianza momentánea legitima los golpes contra Chiapas y el despojo del Fobaproa. ¿Por qué no favorecen a nuestros banqueros, si hay confianza en la selección que ellos y los medios nos hicieron? Los juegos contra Corea y Bélgica, y de Televisa y TV Azteca van por lo mismo: arrimarle legitimidad a los golpes. Su estrategia muestra un equipo compacto junto con el gobierno al reproducir el mismo juego de todos los mundiales en donde el mote de ratones ha sido la resaca de todos los fracasos.
En el último Mundial del siglo, seguimos sin romper el viejo esquema del uso ideológico de los goles en coyunturas concretas. Por ejemplo, el Mundial de 1970 fue un mensaje de la juventud ``sana'' contra la agitadora y con ideas exóticas del 68. En 1974, contra el terrorismo; eran los años de las guerrillas urbanas en el mundo y la radicalización de la violencia en Medio Oriente. En los 80, el ascenso del neoliberalismo diluyó las derrotas, pues la economía se volvió vanguardia, las crisis profundas abrieron paso a cambios estructurales y el fut pasó a segundo término. En México, luego de autonombrarnos ``campeones mundiales de la amistad'' en 1970, los medios usaron el futbol para ocultar las devaluaciones, justificar fraudes electorales y dar fachada nacionalista a los gobiernos entreguistas. Durante el Mundial de 1994, la coordinación de los medios, a través del Consejo Nacional de la Publicidad, y del gobierno sirvió para borrar la sangre de Colosio en Lomas Taurinas, desviar la atención de la insurrección campesina e indígena en Chiapas y para que Zedillo dijera ``que él sí sabía cómo hacerlo'', luego de la incapacidad para tirar penaltys. El Mundial llenó un espacio fundamental en medio de las elecciones a favor del PRI y del viejo sistema.
En 1998 prosigue la misma estrategia sólo que ahora las expectativas las han subido del suelo, y han transitado de la defensiva total, a la idea de que podemos ganar el Mundial.
El próximo jueves en el juego contra Holanda, gobierno y medios tendrán su gran momento. Un empate llevará a otra semana de falsas expectativas, mientras el sistema financiero sigue roto y desarticulado; el triunfo, la locura y más preesing contra Chiapas, sobre el cual gobierno federal y estatal no pierden atención, pues están a la mitad de la ofensiva y no permitirán la rearticulación y la resistencia.
En este Mundial ganó Irán a Estados Unidos porque el árbitro no fue la ONU; hay que tomar nota. Frente al intervencionismo norteamericano contra las corruptelas, el chovinismo futbolero es excelente para volver confuso todo y hacer de la selección, del tricolor y del gobierno la representación absurda del país.
Por la banda derecha Salinas Pliego y Azcárraga Jean centran a Zedillo y falla. Al final del juego nos veremos nuevamente con realismo, luego que termine la cruda del Mundial.
Penalty: CNI, Canal 40, ya ha sido comprada por Televisa y empieza a transformar su contenido. En cuanto a monopolios no avanzamos, retro-cedemos y vivimos en el autogol permanente.