Dios es redondo
Juan Villoro, enviado, París, 1o. de julio Ť En las canchas, Francia 98 ha sido el mejor Mundial desde México 86. Además nos otorga el irrenunciable placer de quejarnos de la sobreventa de boletos, la impericia de los árbitros y los hooligans. Como suele ocurrir, la policía reaccionó con extemporánea brutalidad al vandalismo. El estadio Velódromo de Marsella recibió a la porra italiana con este anuncio punitivo: ``Si se portan como hooligans, serán tratados como hooligans''. Michel Platini, quien jugó sus temporadas de gloria en el Juventus, pidió perdón a nombre del comité organizador. Algo más grave ocurrió en el partido Argentina-Inglaterra. Los cuerpos antimotines empujaron a los aficionados como si los llevaran a un campo de exterminio. Luego, un camión les roció agua para que llegaran desfinfectados a las tribunas. La estrategia provoca lo que desea prevenir; en el estadio Velódromo, hasta Gandhi sentiría deseos de poner en práctica la letra de La Marsellesa.
En cuanto a los boletos, los rostros de la afición lo dicen todo. Cuando no tienen las mejillas pintadas con los colores de su bandera, vagan por los hoteles y las oficinas de las federaciones en busca de entradas para el próximo partido. En el partido México-Alemania la reventa fue tan natural como la supervivencia del más apto. Aunque el estadio es pequeño, miles de boletos se revendieron cuando ya se cantaban los himnos. En el aeropuerto nos dijo un hombre que hablaba 16 idiomas: ``Tengo de todo para la final, incluyendo prestige loge''. En vez de preguntar si quedaba algo en gayola, mordimos el anzuelo: ``¿Qué es prestige loge?'' Su descripción fue como el Crazy Horse pero con futbol. 2 mil 500 dólares dan prestigio.
Videoarbritraje
Quienes saben que los cafés de París son sitios para conversar hasta que te ponen una silla encima, hablan mucho del arbitraje. Rumania fue eliminada por otro error. Es cierto que después de su victoria ante Inglaterra, los hombres de los Cárpatos se quedaron sin gas (burlar a Hagi ya era como pasar por una puerta giratoria), pero la generación de grandes tocadores de balón entrenada por el General Iordanescu merecía una salida más honrosa. Rumania calificó a Francia con absoluta soberanía: nueve victorias en diez partidos. Sin embargo, fue la selección más afectada por el fragoroso ritmo del Mundial. En sus últimos dos partidos, no hizo ninguna jugada tan inventiva como sus pelos teñidos de amarillo o como el penal que el árbitro le regaló a Croacia.
Esta injusticia ha revivido otras discusiones. Hace unos días, el árbitro estadunidense Baharmast se puso sus fabulojos y ``vio'' que el brasileño Baiano derribaba al noruego Flo. La obsesión milenarista de paliar malestares con tecnología se ha mezclado en el tema. Una lente hipersensible descubrió que sí hubo motivos de penal en el área de Brasil. En la página virtual de la Federación Noruega es posible consultar una fotografía en la que Baiano jala a Flo de la camiseta. David Will, presidente de la desprestigiada Comisión de Arbitraje de la FIFA, aconseja a los inconformes que naveguen por la red. El Internet se ha convertido en la suprema corte de Francia 98. Sin embargo, la imagen en cuestión corresponde a una jugada previa, no a la que sancionó Baharmast. Además, jalar la camiseta es tan común en Francia 98 que ya pasa por una prueba de cariño. Los atletas se buscan la ropa con furor de tintorería; para frenarlos, habría que volver a los uniformes entallados de los años sesenta o, más drásticamente, exigirle a los héroes que decoraran su torso con los tatuajes favoritos de la tribu.
En tiempos videoscópicos hay quienes proponen que el réferi revise sus decisiones en un pequeño monitor ajustado a su cintura y que se comunique por micrófono con sus auxiliares. Este juez escapado de Robocop nos reconcilia con los seres falibles que deciden, como pueden, en un instante de vértigo. Los errores de los silbantes son impurezas necesarias para quejarnos a gusto durante décadas. De cualquier forma, la FIFA podría hacer por ellos algo más que llevarlos a las caídas libres de EuroDisney para templarles los nervios: cursos que unifiquen criterios e impidan que las patadas que dan risa en Corea ameriten multas en la delegación de Coyoacán.
Se me olvidaba una minucia que, a fuerza de repetirse, puede provocar locura. Los estadios ofrecen música dudosamente representativa de los 32 países convidados y en los goles suenan notas triunfales como en los estadios de beisbol. ¿De quién fue la idea? Del hombre que comparece en los partidos como si fuera la Campana de Dolores. ``Es un capricho personal'', acepta Michel Platini.
Las obsesiones de Francia 98 se resumen en un diálogo exprés:
--¿Qué es un balón?
--Lo que tienes entre los oídos.
Platini piensa que nos sobran los oídos.