En diversos momentos he insistido en este espacio en la necesidad de que una o más instancias de la Organización de Naciones Unidas (ONU), o una comisión ad hoc, actúe como mediador entre el gobierno mexicano y el EZLN (la última vez, el 30/12/97).
Diversas voces en los medios, durante el mismo lapso, han expresado esa postura. La semana antepasada insistió en ello, con enjundia, el escritor Carlos Fuentes, en el diario Reforma.
Ha habido un obcecada negativa del Ejecutivo a un procedimiento que ``internacionalice'' el conflicto, según su propio decir (como si hubiera algo no internacionalizado, incluido el conflicto chiapaneco mismo). Pero no sólo el gobierno mantiene esa postura intransigente: se ha configurado una inusitada unanimidad política entre el gobierno y los partidos políticos de oposición en esa postura hasta ahora inexplicada. El gobierno ha dicho una y otra vez ``los mexicanos siempre hemos resuelto, sin intervenciones externas, nuestros propios problemas''. ``Siempre'' se halla muy lejos de haberse probado para el conflicto chiapaneco. Más aún, las soluciones aparecen cada vez más lejanas.
Lo peor de la unanimidad política entre gobierno y partidos de oposición, es haber mantenido atados, como si se tratara de uno y un único problema, el tema EZLN y el tema de la deuda histórica con las comunidades indígenas del país; una deuda acumulada durante siglos amontonando injusticias con la soberbia estúpidamente aristocratizante e inhumana que acompaña siempre a la discriminación racial.
A la reforma legal indígena le favorecería el consenso de los guerrilleros de una día, pero un eventual acuerdo con el EZLN no es ni puede ser la vía de solución para los 10 millones de indígenas del país. Por lo pronto, el caso de Oaxaca ha encontrado su propia solución, y así debería de ocurrir ya para cada entidad federativa: soluciones específicas para problemas específicos.
Un pleito ocurre si dos lo quieren; es menester también el querer de ambos para llegar a una solución. A lo largo de cuatro años el Ejecutivo y el EZLN han dado muestras contundentes de su incapacidad para llegar a un acuerdo para dar fin al sufrimiento sanguinario que han vivido las comunidades indígenas de Chiapas. De otra parte, Poder Legislativo, partidos políticos y acompañantes del EZLN, han sido también incompetentes para suplir a los contendientes y generar una salida para las comunidades chiapanecas, una particular a cada comunidad indígena de este país y una salida política a los alzados.
El Poder Legislativo federal y los Poderes Legislativos estatales cuentan con las atribuciones suficientes para reformar la Constitución nacional y las de las entidades federativas, para formular las leyes reglamentarias adecuadas a las particularidades de las comunidades de cada estado, y cuentan asimismo con la facultad para asignar recursos presupuestales federales y estatales, destinados al desarrollo de las comunidades indias de este país. En ambos niveles de gobierno se hallan representados los tres partidos principales.
Hasta hoy, el gobierno insiste día a día en un diálogo al que EZLN se niega. Pero cada uno tiene su propia lectura del asunto. El EZLN o sus acompañantes dicen que el negado a una solución política es el gobierno: ``no ha cumplido los acuerdos de San Andrés'' (estribillo repetido haciendo oídos sordos de los argumentos del gobierno); ``Chiapas ha sido militarizada y paramilitarizada, ¿es posible dialogar con las bayonetas encima?'' Entre tanto, el EZLN empuja a sus bases a organizar municipios ilegales, y se producen enfrentamientos entre zapatistas y quienes los zapatistas llaman ``priístas'', donde los segundos son paupérrimos indígenas idénticos a los primeros: sus propios hermanos.
Las fotografías de los cadáveres entregados a la comunidad de El Bosque muestran el más inicuo y bestial método caibil. La estremecedora crónica de Blanche Petrich sobre la presencia de un visitador de la CNDH en esa misma comunidad, muestra el extremo de la abominación y del odio que pueden sentir, con razón, seres humanos. En tales condiciones, pregunto: ¿podemos de veras los mexicanos solos resolver el conflicto de Chiapas?