La Jornada 30 de junio de 1998

Arizpe: la cultura hará la diferencia en el desarrollo del siglo XXI

Adriana Malvido Ť Lourdes Arizpe, mexicana, doctora en antropología y titular de la Dirección de Cultura de la UNESCO, deja su cargo en el organismo internacional. El informe Nuestra diversidad creativa, que ha recorrido el mundo en 13 lenguas; el programa para el sector cultura de aquí a fin de siglo; la Conferencia Intergubernamental de Políticas Culturales, recientemente realizada en Estocolmo, y el Informe mundial de cultura que publicará por primera vez la organización en septiembre próximo, son algunos de los proyectos más importantes que ha llevado a cabo durante cuatro años de gestión.

Arizpe anuncia su partida con la satisfacción de ver consolidados dichos proyectos y trazadas las líneas de trabajo a seguir, y con la idea de que ``son otras personas las que continuarán esta labor''. Impaciente por volver a México, ``que debe asumir su liderazgo cultural'', la investigadora reflexiona en entrevista sobre los que considera temas clave en el debate cultural de este fin de siglo: los efectos de la globalización en las culturas y el impacto de las nuevas tecnologías de comunicación.

Hace un recuento: ``La cumbre de Estocolmo vino después de 16 años de Mundiacult, la reunión de políticas culturales realizada en México. Desde entonces, el mundo ha cambiado radicalmente, pero creo que, sobre todo, el de la cultura, que ha pasado de tema marginal en la política y la economía, a tema central. Y esto se vio claramente en Estocolmo.

Evitar la unidireccionalidad

``La noción de cultura nos habla ya no sólo de políticas destinadas al arte o la conservación de monumentos, sino del alma de los pueblos. Y ésta se ve confrontada con una globalización que permite algo nuevo: la comunicación entre las culturas del mundo. Pero también encontramos el riesgo de la unidireccionalidad.''

Lo que la cultura ha logrado, afirma, es poner en la agenda internacional y en las políticas de los países, dos temas centrales: el más candente, la relación entre las etnias y las minorías con los Estados nacionales, y el otro, que requiere de un trabajo inmediato de reflexión y analisis, es el intercambio de productos culturales en la nueva esfera mundial.

Para Arizpe, los debates en Estocolmo confirmaron que la cultura juega un papel en la discusión de políticas de desarrollo, especialmente en estilos alternativos de las mismas. Menciona que organizaciones multilaterales, como el Banco Mundial, expanden ya sus acciones en este campo. Asimismo, distintas fuerzas políticas están replanteando sus prioridades, y los gobiernos, a juzgar por la alta participación en Estocolmo --850 delegados--, están conscientes del poder de la cultura.

Uno de los temas centrales del debate es la relación entre cultura y democracia. Abunda:

``La evidencia sugiere que la democracia cobra fuerza bajo ciertas condiciones culturales. Es construyendo instituciones democráticas que emerge una cultura más participativa y esto, a su vez, fortalece a la democracia. Hay quienes se preguntan si la diversidad no dificulta la cooperación para el desarrollo, si no lleva a `dibujar fronteras con sangre'.

``Esto se debe a una errónea interpretación de la naturaleza de la cultura. Los grupos indígenas y culturalmente diversos, los subgrupos étnicos, raciales o religiosos que demandan su derecho a expresarse y a desarrollar sus propias culturas, merecen ser apoyados, pero su relación con estructuras políticas más amplias, como las naciones-Estado y la comunidad mundial, debe ser reconocida.

``En ese sentido, hay que tomar en cuenta que los derechos no emanan del mercado, las costumbres o las creeencias, sino de un sistema jurídico que es legitimado colectivamente y defendido por cuerpos libremente electos, esto es, los gobiernos nacionales. Los intercambios culturales se convierten en una línea política fundamental de acción que debe ser puesta en marcha de acuerdo con las maneras locales de administrar y organizar. Y es importante que dichas negociaciones sean la responsabilidad principal de los gobiernos municipales o estatales.''

Otro de los temas centrales en la globalización es el dilema de si la cultura es ¿un símbolo o una mercancía? Para Arizpe, ``los objetos o monumentos se convierten en patrimonio porque tienen un significado que los individuos y las colectividades reconocen. Ahora que las economías se globalizan nos hacemos una pregunta básica: ¿pueden los libros, las películas, los videos... tratarse en el mercado como balones de futbol?

``Aquí hay dos posturas, los que se pronuncian por la excepción cultural en los tratados y los que consideran que los convenios comerciales deben aplicarse por igual a todos los productos''.

Por eso, señala, la discusión sobre derechos de autor cobra tanta relevancia.

Proscribir el racismo cultural

Advierte que el tema es parte de un debate antropológico que ocurre desde hace dos décadas, en el que se reconoce que el principio de organización de todas las sociedades es el intercambio, la cuestión crucial es si los valores que se intercambian representan bienestar económico o valores culturales; si las sociedades están estructuradas por medio de mercados o intercambios culturales. Este debate, considera, emerge hoy como un tema central: ¿son los productos meras mercancías en el mercado mundial o representan formas fundamentales para expresar cohesión, confianza y entendimiento dentro y entre las colectividades?

Esto, comenta, nos lleva a un tema mayor: ``El mismo significado que valoramos en un monumento, un paisaje cultural o una coreografía, lo llevan por dentro las personas, que están vivas y se dedican a la creación, y es ahí donde debemos poner lo mejor de nosotros para proteger, alimentar y permitir que florezca la cultura que llevan dentro. Negarle a esa creatividad la posibilidad de expresarse, es racismo cultural, y desafortunadamente se está expandiendo en algunos lugares del mundo; así como negarle a la mujer el florecimiento de su creatividad, es sexismo''.

Narra Arizpe que durante la conferencia, uno de los delegados se le acercó para expresarle su preocupación ``porque una cultura ajena está llegando a mi país y quiere que la mujer cambie''. Ella le respondió: ``¿Bueno, y qué es lo que quieren las mujeres?''. Y es que, comenta, ``cuando vas a los temas más profundos de la cultura te enfrentas a la pregunta fundamental: ¿quién decide?''.

Hay, dice, una tendencia a querer preservar la cultura de las minorías o de los indígenas en museos, pero los propios indígenas están diciendo que no quieren ser prisioneros de una cultura estática. Porque cada ``frontera dibujada con sangre'', para proteger a las culturas del exterior, se convierte en una prisión hacia el interior.

En todos estos temas culturales ``ya no hablamos de objetos sino de personas. Debemos ir más allá de los viejos contextos mentales y explorar nuevos valores e instituciones, nuevas legislaciones y proyectos artísticos, apertura de los medios y de Internet, para encontrar nuevas formas de comunicación. Pero siempre bajo sistemas democráticos, porque sin democracia las líneas conflictivas a lo largo de las fronteras culturales pueden llevar a la guerra''.

Crear nuevas formas de identidad

Ninguna civilización ha crecido, florecido o fallecido aislada de las demás. Es imposible detener el alud de imágenes en la televisión, los dibujos animados, las películas o Internet. Para Arizpe, ``hay que construir nuevas formas de identidad que permitan la pertenencia a varias culturas, de la local, microrregional, nacional y macrorregional, a la global; fomentar el multilingüismo, que los niños conozcan su lengua vernácula, la lengua nacional y una lengua internacional''.

Estas, advierte, son tareas urgentes que la UNESCO debe llevar a cabo convocando a todo el mundo. La cultura, reitera, hará la diferencia en la manera en que el mundo se desarrolle en el siglo XXI.

Arizpe termina su gestión hoy, 30 de junio, pero seguirá participando en las actividades que se deriven de los proyectos emprendidos en la UNESCO. Acaba de recibir una invitación para formar parte del grupo asesor del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo que el año próximo publicará su Informe sobre Desarrollo Humano acerca de la globalización.

Comenta: ``Analizaremos el proceso de globalización, no sólo como un efecto de la internacionalización del comercio y las finanzas, sino que abarca muchos otros campos: las nuevas tecnologías de información, la cultura, el trabajo y la fuerza laboral, la salud y el desarrollo social, para señalar la necesidad de que en las políticas de desarrollo se integren medidas relacionadas con estos aspectos, para que el resultado sea el bienestar de la población y no sólo un crecimiento económico que polarice los niveles de ingreso''.

El próximo noviembre volverá a México. ``Estoy impaciente por regresar a la UNAM, que me parece un oasis para la reflexión, por ahora me acoge el Centro Regional de Relaciones Multidisciplinarias en Cuernavaca. Quiero mucho sol, ver a mi familia, a mis amigos, por eso regreso''.