En estos días es difícil sustraerse del fervor futbolero. Cada cuatro años llega, para quienes nos gusta el futbol, la ocasión de entregarnos al disfrute de ver un torneo colmado de revelaciones y pasión. Para quienes no son afectos a ese deporte estas semanas deben ser particularmente extrañas, no debe ser fácil permanecer al margen de tanta pasión. No hay otra conversación posible. Mientras la pelota rueda, el país acumula dificultades.
Evadiendo el tema, se puede decir que lo que nos ha impedido ver el Mundial es una situación y política muy adversa: la crisis japonesa no está del todo resuelta, en Rusia las dificultades son crecientes, los precios petroleros no reaccionan con la rapidez esperada a las señales de los países productores, en fin, se están conjuntando una serie de factores que hacen muy posible un tercer recorte en las finanzas públicas. Por el otro lado, la indefinición sobre el futuro legislativo del Fobaproa, la incapacidad para procesar una agenda que ordene el próximo periodo de sesiones del Congreso, la eventualidad de ver renacer los conflictos postelectorales, la tensa situación en Chiapas, el resurgimiento de opciones armadas, etcétera. En fin, la política se complica. Todo ello, en cuanto culmine el fervor futbolero, se nos hará evidente de una manera contundente y dramática.
Sin embargo, lo que se nos ha permitido ver en el Mundial es a una selección nacional desconocida, un equipo dominado por la garra que nunca se da por vencido, que puede suplir las deficiencias con la entrega, pero que además ha mostrado una efectividad ofensiva (siete goles) poco común. Aprovechan bien las pocas oportunidades que en un juego se generan. Lo que se agradece es justamente la aparición de ese ánimo tan ajeno a nuestra sufrida tradición futbolera.
Si bien la superación de los viejos complejos es en buena medida lo que mantiene a la selección en el torneo, es de destacarse la labor del técnico. Durante los juegos de preparación, y aún en el primer tiempo contra Corea, no era fácil de entender a qué se jugaba; los experimentos se sucedían sin producir resultado alguno, empero, hay que subrayar que los cambios ensayados por Lapuente han sido justos y han incidido favorablemente en los resultados. Además de soldados entregados, hay estratega.
Es posible que el sueño termine hoy frente a Alemania, pero los argumentos futbolísticos esgrimidos hasta ahora permiten pensar que se puede llegar más lejos. Ojalá este lunes se supere la difícil aduana alemana, y que México siga presente el mayor tiempo posible en las dos semanas que le restan al Mundial.
Después ya habrá tiempo y necesidad de repensar y preocuparse de la adversidad política y económica que se cierne sobre el país. Por lo pronto, a disfrutar el futbol. Si se puede.