BALANCE INTERNACIONAL Gerardo Fujii

Petróleo y economía

A raíz de la caída en los precios mundiales del petróleo, el gobierno de México decidió introducir dos recortes al gasto público, y está en discusión su eventual reducción adicional si el acuerdo que esta semana adoptaron los países miembros de la OPEP no logra aumentar los precios del crudo. La necesidad de reducir el gasto ante el descenso en las cotizaciones del petróleo se explica por la elevada contribución que los impuestos a la actividad petrolera hacen a los ingresos públicos de la nación. El descenso en el gasto del gobierno, al contraer la demanda, significa reducir el crecimiento económico.

Este es el efecto que más se ha destacado del comportamiento que durante el último medio año ha tenido el mercado mundial del petróleo. Sin embargo, hay otro efecto tan relevante como el anterior, que es sobre las cuentas externas del país. En algunas declaraciones se ha minimizado esta consecuencia, argumentando que ya pasó la época en que la mayor parte de las exportaciones del país estaban constituidas por petróleo. Se ha señalado que el total de exportaciones del país supera los 120 mil millones de dólares, número en el cual se incluyen las ventas al exterior de la industria maquiladora, y que alrededor del 80 por ciento de aquellas corresponde a la industria manufacturera. Por lo tanto, según este razonamiento, el descenso en los precios del petróleo no tendría un efecto importante sobre el ingreso de divisas al país.

No obstante, el cuadro es radicalmente diferente si el comercio exterior del país es visto desde la perspectiva de cuáles son los sectores generadores de divisas en términos netos, o sea, cuyas exportaciones superan al valor de las importaciones, y cuáles son las ramas que están en la situación opuesta, o sea, cuyas importaciones son mayores que las exportaciones. Desde este punto de vista, no obstante el drástico cambio que en los últimos diez años experimentó la composición de las exportaciones de México, la generación neta de divisas para el país depende únicamente de las exportaciones basadas en los recursos naturales, o sea, las agrícolas y mineras, y dentro de éstas, el mayor generador neto de divisas está constituido por el sector petrolero. No obstante el volumen impresionante de exportaciones manufactureras del país, las importaciones industriales las superan considerablemente, por lo que, en términos netos, este es un sector deficitario en su comercio exterior. Por lo tanto, la economía nacional sigue, en su sector externo, operando de la misma manera que lo hizo entre la década de los 50 y fines de los 80; son las exportaciones primarias, en unas épocas productos agrícolas y en otras hidrocarburos, las que financian el déficit comercial del sector manufacturero. Aun más, como resultado de la apertura comercial, la industria nacional ha tendido a desintegrarse en grado considerable, lo que la ha llevado a depender crecientemente de las importaciones de insumos y de bienes de capital. En perspectiva, y exagerando un poco, se podría decir que la manufactura del país ha experimentado un proceso de maquilización.

Lo expuesto significa que el descenso en el precio del petróleo en el mercado mundial no sólo la afectará por la caída en los ingresos del sector público, sino también por la menor entrada de divisas en el sector que es el más importante desde el punto de vista de la generación neta de divisas. El miércoles de la presente semana, el Banco de México anunció que el país dejará de percibir 5 mil millones de dólares por sus exportaciones petroleras. Esto acelerará aún más el incremento en el déficit en el balance en cuenta corriente del país, lo que puede repercutir sobre el conjunto de la economía en tres formas: que el crecimiento económico se reduzca, con el propósito de limitar el incremento de las importaciones; que se propicie una mayor entrada de capitales para financiar el déficit externo, lo que presionará para mantener elevadas las tasas de interés; o que se amplifiquen las presiones sobre el tipo de cambio, lo que tendrá un efecto inflacionario directo.