El foro de consulta convocado por la Cámara de Diputados ante la posibilidad de una reforma laboral, se inauguró en un ambiente de gran interés y con la presencia de nutrido grupo de asistentes, al grado que muchos tuvieron que esperar afuera del edificio. Los primeros discursos de los coordinadores partidarios y de los integrantes de la Comisión de Trabajo y Previsión Social de la Cámara, exhibieron diferencias y consensos. Los representantes del PRI, a la defensiva, hicieron énfasis en las bondades del modelo vigente y del contenido de la propia ley; con un lenguaje inusualmente radical advirtieron que no darían un paso atrás. Los representantes del PAN y del PRD plantearon la urgencia de un cambio, insistiendo particularmente en la necesidad de una democratización en las formas de representación tanto de los trabajadores como de los propios patrones, como medios idóneos para lograr una efectiva concertación en las propias fuentes laborales.
En los últimos diez años se ha generado una amplia agenda de propuestas de reforma al modelo laboral, que no se limita al marco de la ley, sino que abarca la estructura económica y política que lo condiciona. En materia propiamente legal, la discusión abarca desde el tema de la naturaleza misma de la ley, pasando por el contenido de las condiciones individuales de trabajo hasta la regulación de las formas colectivas de representación y negociación. Muchos de los temas planteados dependen de la suerte que tengan otros, por lo que convendría dar prioridad aquellos aspectos condicionantes de la agenda para ordenar su evaluación colectiva y estar en posibilidad de lograr consensos que permitan transitar hacia un régimen moderno de relaciones laborales que concilie libertad con responsabilidad y productividad con participación y beneficios mutuos de los factores productivos.
La ley en tanto norma general no puede dar soluciones puntuales a temas tan diversos y a realidades también tan distintas. Basta observar las diferentes condiciones entre un centro de trabajo y otro en virtud de región, rama de industria, avance tecnológico, posición frente al exterior, tamaño o simplemente salud económica.
Sin embargo, lo que es claro es que el actual modelo laboral se ha convertido en un obstáculo para el aparato productivo en su conjunto y en especial para los trabajadores y trabajadoras a él integrado, y esta inoperancia deriva fundamentalmente de la imposibilidad de una concertación efectiva que permita conciliar intereses. Frente a esta realidad, destacan temas prioritarios de la reforma: la necesidad de permitir la legítima representación de los factores de la producción, suprimiendo los controles que hoy la agobian, desde el Estado, en el seno de los propios centros de trabajo y dentro de las propias organizaciones. Así, la agenda de la llamada democratización abarca aspectos tan puntuales como el registro libre de los sindicatos y el respeto a su autónoma decisión sobre el ámbito de su representación; garantías para la libre elección de dirigentes y transparencia en su funcionamiento interno. La libertad de asociación se ha convertido en la piedra esencial para transitar a un moderno sistema de contratación colectiva, que es la vía más eficaz para resolver, en razón de las condiciones de cada centro de trabajo o industria, buena parte de los temas de la agenda laboral. Participar en esta consulta nacional y facilitar consensos es el camino más corto para lograr el cambio.