240 mil jóvenes presentaron ayer el examen único para el bachillerato
Claudia Herrera Beltrán Ť En la fila para entrar a una escuela politécnica, Alejandro Rivera seguía aferrado a su guía de examen, repasando una y otra vez los ejercicios de física. Segundos después, un poco apesadumbrado entregó el cuadernillo a un amigo y escuchó un ``mucha suerte''. Como él, poco más de 240 mil jóvenes concursaron ayer en la capital del país y la zona conurbada para ingresar a alguna institución de bachillerato.
En 204 sedes, ubicadas en distintos puntos de la ciudad de México, se vivió ayer un ambiente de nerviosismo y movimiento con la aplicación del tercer concurso de ingreso a la educación media superior. Los congestionamientos viales de entre semana se revivieron durante las 8:00 horas y las seis de la tarde, tiempo en el que, en dos turnos, se llevó a cabo la prueba.
Aunque las nueve instituciones de educación media superior organizadoras aseguraron que aumentaban de 170 a más de 200 el número de sedes para acercarlas a las secundarias de origen de los aspirantes, muchos padres se quejaban de la distancia, y hubo familias que hasta tomaron el viaje como un paseo dominical.
Carlos Valencia, de 15 años, se levantó temprano. A las cinco de la mañana ya se estaba alistando para trasladarse del municipio de Tlalnepantla a la Universidad del Valle de México, en Periférico Sur. ``Creí que no iba llegar'', exclamó cuando cruzó la puerta del centro de aplicación poco después de las 8:30 horas.
Pero el contratiempo de la lejanía no se comparaba con la preocupación de los 148 mil 131 estudiantes que marcaron como preferentes a las dos instituciones más demandas: UNAM e IPN, que en conjunto ofrecen 50 mil lugares.
Los casi 100 mil aspirantes restantes sabían que no enfrentaban muchos obstáculos para ser ubicados en opciones como los colegios de Bachilleres, Nacional de Educación Profesional Técnica (Conalep), o los centros de bachillerato tecnológico que, cada uno, no llega a concentrar ni 10 por ciento de las solicitudes.
``Ahora sí tengo que sacar un buen promedio; no me va a pasar como el año pasado, que me quedé en un Bachilleres'', comentó Violeta Figueroa, quien prefirió aguardar doce meses para concursar de nuevo que estudiar en el Colbach 10, que se localiza en la colonia Pantitlán y en el que, en su primer día de clases, fue víctima de un asalto.
Después de las nueve de la mañana, la espera. Algunos acompañantes de los alumnos permanecían callados, con la mirada fija en las rejas del centro escolar; otros platicaban, y también hubo quienes llevaron su televisión o aprovecharon el de una tienda cercana para seguir la transmisión del partido Argentina-Jamaica.
Adentro de las escuelas, la intranquilidad de algunos jóvenes hizo crisis. En el Colegio Universitario de México, uno de los centros de aplicación más grandes con 2 mil 500 aspirantes en cada turno, el médico Mario Bravo atendió en la mañana 17 casos, uno de varicela, y el resto, cuadros nerviosos. Para estos últimos la solución fue un refresco de cola o un dulce.
Mientras, frente al colegio, cientos de personas se encontraban de puntillas y apenas veían un rostro conocido traspasando la puerta, abrían más los ojos y se acercaban. ¿Cómo te fue?, se escuchaba repetidamente y, según la seguridad que el chico mostraba, aparecía una mueca de alivio o de mayor preocupación.
Del Instituto México, Joel Martínez salió 54 minutos después de iniciar la prueba. Ante la sorpresa que provocó su salida prematura, explicó que el examen le había parecido muy sencillo y, las fórmulas, ``muy fáciles''. Pero el encanto de Joel se rompió cuando su papá se le acercó y dijo: ``Vámonos, me da vergüenza, si no estudiaste''.
El examen de 128 preguntas de opción múltiple y que se repartió en diez versiones (la mitad en la tarde y el resto en la mañana) provocó diversos comentarios: que si las fórmulas de física eran muy complicadas, que matemáticas era menos complejo de lo esperado, que el ejercicio de comprensión de lectura era enredado...
El concurso lo mismo lo presentaron mujeres que hombres. Las estadísticas señalan que de los 244 mil 067 aspirantes, 120 mil 958 (49.6 por ciento) son mujeres, y 123 mil 109 (50.4 por ciento), varones.
Por entidad o tipo de secundaria de procedencia, había 105 mil del DF; 84 mil 600 del estado de México; 47 mil 500 egresados de años anteriores; 4 mil 336 de otras entidades, y casi 2 mil del Instituto Nacional de Educación para Adultos.
Y como en años pasados, los opositores al examen único agrupados en la Coalición Trilateral en Defensa de la Educación Pública y el Comité Estudiantil Metropolitano repartieron volantes, invitando a los aspirantes inconformes con sus resultados a asistir a una asamblea el 9 de agosto en la sección nueve del SNTE.
Higinio Muñoz, dirigente del CEM, y el académico de la UAM, Hubo Aboites, insistieron en que se cancele el examen, porque en su opinión no resuelve el problema de la falta de espacios en bachillerato propedéutico. Sin embargo, Muñoz admitió que buena parte de los jóvenes y padres de familia ya aceptan el concurso como el mecanismo natural de ingreso a nivel medio superior.
Pasadas las seis de la tarde, el barullo se convirtió en calma en la capital del país. Alejandro fue de los últimos en pisar el exterior de la Escuela Superior de Ingeniería, Mecánica y Eléctrica del IPN y seguía preguntándose si había respondido correctamente los reactivos de física. ``Ya ni te presiones, mejor espérate al 7 (de agosto)'', atinó a decirle un amigo. Será entonces cuando un cuarto de millón de jóvenes sabrán los resultados del concurso en una gaceta que de distribuirá en los periódicos de la ciudad de México.