La Jornada 22 de junio de 1998

En El Charco se ejecutó a campesinos desarmados

Maribel Gutiérrez, corresponsal, Acapulco, Gro., 21 de junio Ť Desde la cárcel de este puerto, Erika Zamora Pardo y Efrén Cortés Chávez, detenidos por tropas del Ejército Mexicano en El Charco, municipio de Ayutla de los Libres --declarados formalmente presos--, describieron las ``torturas'' a que fueron sometidos durante 12 horas en el cuartel de la novena Región Militar de Acapulco, donde fueron obligados a firmar una declaración fabricada.

De acuerdo con sus relatos sobre el ataque militar, el 7 de junio fueron ``ejecutados'' campesinos desarmados, en lo que coinciden con otros testigos de estos hechos, quienes señalan que no todos los muertos eran guerrilleros.

El primer testimonio hecho libremente y sin presiones por los dos presos fue dado a conocer por el director del Centro de Promoción y Defensa de los Derechos Humanos de Acapulco, Javier Mojica Martínez, quien los visitó en el penal y constató que se encuentran separados del resto de la población carcelaria, bajo vigilancia especial.

Erika Zamora, de 21 años de edad, estudiante de Sociología en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, afirma que signó la declaración bajo tortura; agregó que también fue montado el video que presentó la Procuraduría General de la República (PGR) el jueves 18 sobre la supuesta reunión en la escuela de El Charco, en el que aparecen civiles embozados, porque ``no hubo ninguna grabación en video de la asamblea de campesinos que hubo en la escuela''.

Otro dato que habla de la intención de los militares de sembrar supuestas evidencias para fortalecer la versión del Ejército de un enfrentamiento, es que durante su cautiverio en el cuartel de la novena Región Militar unos agentes que los interrogaron intentaron vestirlos con uniforme tipo militar. Ellos se negaron, y los militares no pudieron insistir, porque en ese momento llegaron unos visitadores de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).

Erika niega pertenecer (como le atribuyen los militares y la PGR) al Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI), dice que no portaba fusil AK-47, de lo que está acusada, y que fue detenida sin ningún arma y con la ropa que llevaba cuando fue presentada ante el Ministerio Público Federal: pantalón de mezclilla y playera guinda.

Relata que llegó a El Charco el sábado 6 de junio a las 11 de la mañana. La reunión con los campesinos comenzó a la una y concluyó a las 7 de la tarde. Después comieron y se quedaron a dormir en los salones de la escuela. A las 2 de la mañana del domingo un campesino gritó que había soldados afuera. Al escuchar el grito despertaron unas 15 personas que se encontraban en la misma aula, entre ellos Efrén, todos civiles desarmados.

Erika dice que oyó gritos: ``¡Salgan, hijos de la chingada, se los va a llevar la chingada, hijos de puta!''. La voz no se identificaba, y los que estaban en el aula decidieron no salir porque tenían miedo de que los fueran a matar. Después de una hora, el que gritaba dijo que eran del Ejército.

Entre las 4:30 y las 5 de la mañana los soldados comenzaron a disparar contra los salones. El primer tiroteo duró como 10 minutos, y cuando cesó el fuego los militares siguieron gritando que salieran, y volvieron a disparar otros 10 minutos. Erika dice que hubo campesinos muertos y heridos dentro del salón, pero ignora el número.

Cuando amanecía comenzó a salir la gente. Los militares les ordenaron que salieran, uno por uno, con las manos en la nuca, que se tiraran al piso boca abajo y que se arrastraran hacia la cancha.

``Entre las 5:30 y las 6 de la mañana el primer campesino salió con las manos en alto. Se hincó y dijo: me rindo, perdónenme, nosotros no tenemos armas, no tiren. Ahí, hincado, lo acribillaron. Fue el primer muerto en la cancha. Un campesino mixteco que no hablaba bien español, desarmado, que estaba pidiendo perdón'', dice el testimonio de la joven, que coincide con el de Efrén.

Erika relata que estaba aterrorizada y se quedó inmóvil, de pie, y Efrén la jaló para que se tirara al piso. En ese momento los militares lanzaron un artefacto que estalló en la cancha, y seguían disparando sus fusiles y gritando insultos.

Dice que atrás de ella salió un campesino, que ya había sido herido dentro del aula. Los soldados dispararon contra los que iban saliendo y el herido cayó muerto en la cancha.

Los tuvieron unos cinco minutos, tirados, boca abajo, y después los soldados les ordenaron que se arrastraran hacia ellos. No todos pudieron hacerlo porque en la cancha ya había varios muertos, pero la joven no puede precisar el número exacto.

Al lado de un grupo de soldados estuvieron como una hora, en el piso y boca abajo. Después llegó un general que se apellida Leal (probablemente el comandante de la novena región, Luis Humberto López Portillo Leal).

A Erika la llevaron a un lado de la comisaría y a todos los campesinos los separaron y comenzaron a interrogarlos agentes de la PGR, de Gobernación y militares.

Al lado de la comisaría de El Charco los tuvieron hasta las 3 de la tarde y después fueron trasladados en helicóptero al cuartel militar de Cruz Grande, donde los tuvieron media hora, y luego los trasladaron en vehículos del Ejército a Acapulco.

Los tormentos

Ahí comenzaron los interrogatorios bajo tortura, hechos por personas vestidas de civil. A Erika y a Efrén, que estaban juntos, les dieron una hoja para que escribieran su versión de los hechos. Como a las 8:30 de la noche llegó un hombre vestido de civil, a quien llamaban ``general'', quien ordenó: ``Se están tardando mucho, ya véndenlos''.

Primero torturaron a Efrén, y Erika escuchaba los gritos en una habitación contigua, y la amenazaban con hacerle lo mismo. Los tormentos comenzaron a las 12 de la noche del domingo y concluyeron hasta el mediodía del lunes.

Erika relata que la esposaron, le vendaron los ojos, la desnudaron. Sintió que tiraron agua en el piso y conectaron un cable y lo tiraron al suelo. Estaba descalza y desnuda, sentada en una silla de fierro y sintió los toques en los pies y en todo el cuerpo, por lo que perdió el conocimiento.

Después le preguntaron ``de dónde sacan dinero'', y por Ranferi Hernández Acevedo (coordinador de la Unión de Organizaciones de la Sierra del Sur y ex dirigente estatal del PRD, asilado político en Francia desde octubre del año pasado) y por Rocío Mesino (dirigente de la Organización Campesina de la Sierra del Sur). Contestó que no sabía nada, pero para que la dejaran de torturar firmó la declaración que le dieron los militares.

Los toques y una soga al cuello

Efrén, de 28 años, originario de Cruz Grande, en la Costa Chica de Guerrero, militante del PRD con estudios de preparatoria, dio su testimonio que coincide con el de Erika, porque han estado juntos desde el 6 de junio.

Aunque en su declaración ministerial aceptó llevar una pistola 9 milímetros, en su testimonio en la cárcel niega que esto sea cierto, y dice que mediante tortura fue obligado a firmar una declaración que él no hizo.

Explica que fue invitado a la reunión de El Charco para hablar de problemas agrarios y de la producción, que no iba armado y que estaba vestido con la ropa con la que fue presentado al Ministerio Público; una playera blanca y pantalón de civil.

Dice que fue torturado en el cuartel de la novena Región Militar, en el campo militar de Cumbres de Llano Largo, en Acapulco. ``Me desnudaron y me vendaron, y me pusieron toques eléctricos en los genitales y en las rodillas. Después me pusieron una soga en el cuello, recubierta con una tela y jalaban la cuerda hacia atrás para ahorcarme. Me amenazaban con castrarme y con violarme. Me pusieron en la cara una bolsa de plástico que olía a insecticida para que me asfixiara y me golpeaban en todo el cuerpo y con las palmas de las manos en los oídos''.

Por último, los familiares de Erika dijeron que agentes de la Policía Judicial de Hidalgo vigilan su casa en la región del Valle del Mezquital, después de que fue allanada y cateada ilegalmente por unos 20 soldados.