Primer acto: para ``fortalecer la democracia interna del partido'', el comité directivo del PRI en el Distrito Federal convoca a elecciones en el distrito 26.
Segundo acto: el 7 de junio se instalan cien casillas en la delegación Alvaro Obregón. Priístas de otros distritos acuden a los comités seccionales y amenazan a los presidentes. Un grupo de 20 jóvenes, a bordo de un microbús, recorre las casillas para votar. A última hora se cambia la ubicación de algunas casillas, sin avisar a los militantes. El típico ratón loco.
Tercer acto: a las siete de la noche el candidato Guillermo Díaz Estrada contabiliza -actas en mano- mil 200 votos en su favor, contra 600 de su contrincante Alfredo Mustieles.
Cuarto acto: a las 8 aparecen, nadie sabe de dónde, 21 casillas que dan un vuelco al resultado. 21 casillas mágicas.
Las recientes experiencias de Sinaloa, Puebla y Tlaxcala -con todo y que abundaron las denuncias- habían generado confianza en los militantes priístas del DF, que por primera vez en su historia son oposición.
Pero el gozo se fue al pozo. ``Teníamos fe de que ahora sí iba a democratizarse el partido, pero vemos que nunca vamos a llegar a ningún lado'', se lamenta un viejo militante del distrito 26.
``La maniobra fue muy burda'', se queja el candidato Guillermo Díaz, quien asegura que no van a permitir imposiciones.
En todo caso, el carrusel y el ratón loco fueron el remate de una historia que había comenzado cinco días antes de la elección interna.
En la discoteca Caribbean, el secretario general del PRI capitalino, Oscar Levín Coppel, levantó la mano de su amigo, el candidato Mustieles, y le auguró una aplastante victoria.
La jornada electoral concluyó a las 5 de la tarde. Una hora más tarde, Levín llegó a la sede del distrito 26 y se encerró con los integrantes de la Comisión Electoral. Al poco rato empezaron a llegar las actas fantasma.
La presidenta de la comisión, Irina del Castillo Negrete, es secretaria general adjunta del PRI capitalino, y alguna vez fue delegada en Gustavo A. Madero. Uno de sus subdelegados era nada menos que Alfredo Mustieles.
La relación de este personaje con Oscar Levín se remonta a los tiempos en que el segundo fue delegado en Alvaro Obregón.
Hace nueve años, recuerdan los priístas de la demarcación, Mustieles era presidente de la junta de vecinos de San Angel y trató de vender el parque Plateros, que ahora se llama Octavio Paz, para que se construyera ahí un Peribazar.
El candidato Díaz se inconformó por el resultado y demandó la revisión del proceso. Debió tener una respuesta en 48 horas, pero la Comisión Electoral amplió el plazo a dos semanas. Los inconformes no quieren esperar.
``Si el proceso hubiera sido limpio aceptaríamos cualquier resultado, pero así nomás desgastan y dividen al partido. No se vale que se burlen de nosotros'', dice Díaz.
-¿Y si se consuma la imposición?
-Vamos a formar una asociación civil. La lucha se puede dar desde otras trincheras, no necesariamente en un partido''.
Del fraude a Salinas
El domingo 14 de junio hubo fraude electoral contra Carlos Salinas... Ramírez.
Candidato a presidente del distrito 17 de Iztapalapa, el priísta fue víctima de prácticas que -se dice- han sido desterradas para siempre de nuestra historia electoral: al final de la jornada, cuando la votación le era favorable, súbitamente se cayó el sistema y empezaron a aparecer actas de casillas fantasma que daban la vuelta a los resultados.
El ganador era Eduardo Chávez Flores, amigo del líder de la CNOP, Jorge Schiaffino, imbatible líder moral de los vendedores ambulantes.
El miércoles 17, los seguidores de Carlos Salinas -casi todos, también, vendedores ambulantes- tomaron las oficinas del comité distrital.
Los salinistas no pueden decirse sorprendidos: días antes de la elección recibieron paquetes de boletas electorales.
Quién sabe si las usaron, pero el caso es que, hasta el cierre de la edición, las oficinas del distrito 17 seguían tomadas. Los inconformes dijeron que no se saldrán ``hasta que se restablezca la legalidad''.
``Cuando nos dijeron que todo sería abierto y se respetaría la voluntad de las bases, pensé `es maravilloso'; hasta me conmoví. Pero ahora vamos para atrás'', dice David Gómez, de la Alvaro Obregón.
``Por más que digan que habrá democracia no es cierto, siguen con la línea del dedazo'', opina Noé Garay, de Iztapalapa.
Y el candidato Guillermo Díaz reflexiona: el perdedor es el PRI, porque los militantes ya no van a creer en la vía electoral.
Priísta desde 1975, Díaz encabezó el Consejo Ciudadano de la delegación. Ahí tuvo problemas con el delegado Levín Coppel.
``A mí el PRI no me ha dado nada'', confiesa. ``Al contrario, me ha golpeado mucho''.
El último golpe fueron las 21 casillas que, en un pase extraordinario, hizo aparecer el mago Merlín Coppel.