Carlos Marichal
La Comisión Nacional Bancaria
En las próximas semanas, los legisladores tendrán que discutir la propuesta de reformar la Comisión Nacional Bancaria, evaluando si conviene desvincularla de la Secretaría de Hacienda e incorporarla al Banco de México. Dicha medida convertiría al banco central en regulador y, a la vez, supervisor del conjunto del sistema bancario nacional. Sin embargo, no está nada claro que sea conveniente esta reforma, en tanto confundiría dos funciones distintas en manos del instituto central, sin asegurar que la Comisión funcionara con mayor eficiencia o verdadera autonomía.
Después de tanta crisis bancaria en México, no parece conveniente intentar reformas arriesgadas, sino mejorar la operatividad de las instituciones que ya existen y vienen operando hace decenios, como es el caso de la Comisión Nacional Bancaria. A pesar de sus graves fallas en tiempos recientes, esta institución tiene los poderes legales para realizar una supervisión regular y profunda de las operaciones de los bancos nacionales. Lo que ha faltado es voluntad política para que cumpla sus funciones con fuerza y transparencia, sin plegarse a las presiones de políticos o grupos financieros. Para lograr que la Comisión no sea un mero apéndice de la Secretaría de Hacienda, es esencial que el Congreso participe más activamente en el nombramiento de profesionales idóneos para ocupar su Junta de Gobierno.
En todos los sistemas bancarios modernos suelen dividirse las funciones de regulación, supervisión y reaseguro, asignándolas a distintas instancias organizativas. En el sistema bancario de Estados Unidos, por ejemplo, dichas funciones las cumplen de manera separada el Federal Reserve Bank, el Office of the Comptroller of the Currency y el Federal Deposit Insurance Corporation. Las tres entidades operan de manera independiente, y a pesar de algunas propuestas de vincularlos más estrechamente entre sí, los legisladores estadunidenses sabiamente han resuelto que debe mantenerse su autonomía para asegurar que cumplan sus funciones de manera eficiente y transparente.
La experiencia histórica sugiere que frecuentemente es más conveniente mejorar el funcionamiento de una organización de larga data que proceder a llevar a cabo reformas radicales que lo desvirtúen. Ello lo demuestra la larga historia del Office of the Comptroller of the Currency en Estados Unidos, el cual es equivalente de la Comisión Nacional Bancaria de México. Esta agencia se fundó en la ciudad de Washington hace más de un siglo, en 1863, y sufrió diversos cambios que permitieron fortalecerlo. Ha sido criticado por no anticipar adecuadamente algunas crisis bancarias, por lo que se han efectuado estudios detallados de su funcionamiento por empresas de contabilidad y auditoría. Hoy en día cuenta con más de 2 mil inspectores y 3 mil funcionarios que trabajan en las oficinas centrales y regionales. La Comisión Nacional Bancaria tiene una estructura similar a su homóloga estadunidense, pero en tiempos muy recientes su funcionamiento ha dejado mucho que desear. La estructura de esta organización es valiosa, lo que falta es mejorar el nivel de su personal y de su rendimiento para que produzca informes realmente confiables sobre el desempeño del sistema bancario a nivel individual y en su conjunto. Esa sería la mejor prueba de una verdadera autonomía.