EL TONTO DEL PUEBLO Ť Jaime Avilés

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Que nadie lea esto. Sigan, todas y todos, embebidos en el embrujo de Francia 98. Escribo a solas, pido que publiquen esta página únicamente para mí.

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Estamos en crisis ecológica: hemos perdido 400 mil hectáreas de bosque en los incendios y esto sólo augura que la próxima temporada de fuego el desastre será mayor. Por lo mismo, estamos rumbo a una crisis agrícola. Atravesamos ya la mitad de junio y todavía no llueve: se está acabando el tiempo bueno para sembrar el maíz. Por lo tanto, en el segundo semestre de 1998 y en la primera mitad de 1999, no habrá elotes de autoconsumo suficientes --ni quelites, ni chayotes, ni todos los alimentos adicionales que brinda la milpa-- en las regiones más pobres del campo mexicano, que se extienden, con holgada ventaja, sobre la mayor parte de la superficie ``nacional''.

Se está pasando, asimismo, el tiempo en que, gracias al llanto de las nubes, florecen las matas de café y retoñan los granos; en consecuencia, este año las comunidades indígenas del sur y del sureste reducirán sus exportaciones y la miseria se recrudecerá entre ellas, no sólo porque venderán menos café, sino porque el precio internacional de ese aromático enervante se ha reducido de 180 a 120 dólares el quintal. Y en Chiapas, por decir algo, estalló una rebelión indígena cuando la cotización del café se desplomó bruscamente a principios de los noventa.

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Estamos en crisis financiera. Faltan 29 meses y 17 días para que termine la gestión del doctor Ernesto Zedillo. Los pronósticos oficiales, de un tiempo acá, insisten en que no habrá crisis económica al final del sexenio. De acuerdo: habrá crisis económica antes que expire el ciclo constitucional. De hecho, ya se vislumbra.

Los precios internacionales del petróleo han vuelto a derrumbarse con estrépito; desde antier, el barril de mezcla, en promedio, ha llegado a la increíble cifra de 8 dólares (cuatro menos de lo que cuesta extraer el de tipo ``Brent'' de los yacimientos del Mar del Norte). El gabinete económico del doctor Zedillo, por lo tanto, sufre una nueva disminución en sus planes de captación de ingresos, y sopesa una disyuntiva técnica: crea nuevos impuestos, amplía su déficit fiscal (de 1.25 por ciento del PIB a 1.40), o le pega un tercer tijeretazo al gasto público. El equipo de José Angel Gurría, según esto, aún no sabe qué es más conveniente: adelgazar, por tercera vez en el año, el flujo de recursos gubernamentales para los 40 millones de mexicanos más pobres, o dejar de ahorrar un 0.15 por ciento del PIB menos de lo que le dijeron en Harvard que ahorrara.

Atónitos por lo que parece, los tecnócratas todavía no resuelven la ecuación: si se ponen más tacaños con el pueblo, tendrán más problemas en las muchas elecciones que se avecinan y dispondrán de menos dinero para comprar votos fraudulentos. Si suben el déficit fiscal a 1.40, violando los sagrados preceptos del neoliberalismo, se arriesgan a no ser nominados como ``hombres del año'' por las revistas de moda de Wall Street.

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Pero la crisis económica no está acechándonos desde los mercados internacionales del petróleo, sino desde el interior mismo de la Bolsa Mexicana de Valores (BMV). Los especuladores del mundo no han pasado por alto que una negra nube ensombrece el futuro de sus dineros en estas tierras: el Fondo Bancario para la Protección al Ahorro (Fobaproa), una montaña de papeles de deuda que vale, hasta el día de hoy, 67 mil millones de dólares. Y que nadie puede pagar, ni siquiera el Tesoro de Estados Unidos.

En diciembre de 1994, la mayoría de los inversionistas huyeron de México al saber que el ``gobierno'' tenía la obligación inminente de pagarle 10 mil millones de dólares a los jubilados y pensionados de Estados Unidos, que se habían ``jugado'' sus ahorros de toda la vida en comprar Certificados de la Tesorería (Cetes). Esa fuga en estampida obligó a Clinton a poner 50 mil millones de dólares a disposición de las finanzas mexicanas, para que utilizando la quinta parte de tal dineral, la BMV no dejara en bancarrota, de un plumazo, a 40 millones de ancianos gringos.

Hoy, de la noche a la mañana, los inversionistas han descubierto que el Fobaproa es un problema casi siete veces más grande que el paquete de los errores de diciembre de 1994, y han reaccionado en consecuencia. A lo largo de esta semana, como ya se preveía desde la anterior, la BMV cayó a uno de los niveles más bajos del sexenio y, por lo tanto, el dólar alcanzó el jueves una cotización de 9 pesos con dos centavos en los mercados de Chicago, lo que obligó al Banco de México a devaluar nuestra moneda a 9.10.

Para que los especuladores internacionales recuperen lo que se llama ``confianza en México'', la administración del doctor Zedillo necesita que los 67 mil millones de dólares del Fobaproa se conviertan en deuda interna, es decir, que el pueblo asuma el costo de ese error monumental y lo pague soportando muchísimos más sacrificios y penurias, que traerán consigo más violencia en las calles, más narcotráfico, más inseguridad y más desesperanza en los próximos diez años.

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Tal como se veía venir, y aquí se dijo el sábado de la semana pasada, para justificar los bruscos movimientos de la Bolsa (y del peso), el ``gobierno'' recurrió otra vez a la violencia en Chiapas, y no sólo allí. ``Entre el 8 y el 10 de junio de 1998, el Ejército y la policía, con sus uniformes y sus mandos institucionales, mataron once campesinos en Guerrero y ocho en Chiapas'' (Adolfo Gilly, Tiempo de matar, La Jornada, 12/VI/98). Gracias a estos dos golpes, el tema del Fobaproa quedó arrinconado en las páginas especializadas de los diarios, y fuera de la televisión. Sin embargo, aumentó exponencialmente el número de actores políticos que lo mencionaron en distintas declaraciones de prensa.

Con la predecible mezcla de violencia en Chiapas y futbol en todas las conciencias colectivas, el régimen avanzó por su parte en la construcción de un proyecto que el equipo de Francisco Labastida Ochoa, Adolfo Orive, Emilio Rabasa, Fernando Solís Cámara y Roberto Albores Guillén, está desarrollando con escalofriante entusiasmo.

Para ellos, y para los 300 banqueros del Fobaproa, y para los señores feudales del sureste, la suma de todas las crisis que estamos viviendo o por vivir --ecológica, agrícola, económica, financiera, política-- cancelan de momento la posibilidad de establecer un proceso de transición a una nueva forma de ``democracia'' (aprobada por Estados Unidos, pero controlada por ellos, en la que no pierdan uno solo de sus privilegios). O la mano dura, parecen decirse, o Miami. Y no les pasa por la mente, ni siquiera de refilón, que en este país y en estas horribles circunstancias, apostar por la mano dura significa dar el banderazo de salida para la guerra civil.

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En mayo de 1994, la ONU informó que México figuraba en una lista de 29 países ``en peligro de desintegración'', o sea de guerra interna. Ayer, la Alta Comisionada de ese organismo, la irlandesa Mary Robinson, declaró que está dispuesta a ``asistir al gobierno de México en el cumplimiento de sus obligaciones respecto de los convenios y otros tratados de carácter internacional'', que nuestro país ``ha signado y ratificado en materia de derechos humanos, incluyendo el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre pueblos indios y tribales'' (base y marco de referencia de los acuerdos de San Andrés).

Robinson agregó que la ONU ``celebra esta oportunidad para apoyar a las organizaciones de la sociedad civil que promueven el respeto a los derechos humanos, como condición esencial para proteger la vida de la gente en Chiapas''. Y dijo también que ella, personalmente, ha ``seguido con preocupación el estado de los derechos humanos en Chiapas, donde todos los reportes hablan de un alarmante deterioro en los últimos días''.

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No está mal informada la dama irlandesa. Un reporte de la disuelta Conai señala que en Chiapas, ``antes de febrero de 1995 se tenía conocimiento de 74 puntos geográficos con presencia de fuerzas militares y policiacas. En agosto de 1997 eran ya 209.

``De febrero a octubre de 1997 hubo un saldo estimado de 40 asesinatos de simpatizantes zapatistas, 4 mil 112 desplazados en la zona Norte, 23 simpatizantes zapatistas presos, 21 secuestros, 17 heridos.

``Después de (la matanza de) Acteal ha habido alrededor de 100 operativos militares en zonas de presencia e influencia zapatista. Del 22 de diciembre de 1997 al 2 de febrero de 1998, se han instalado más de 20 retenes en los municipios de Chenalhó, Larráinzar, Altamirano, Ocosingo, Las Margaritas, Tila y Palenque, que se suman a los que ya existían en Betania, Jordán, La Península, La Soledad, Las Tacitas, Monte Líbano, San Caralampio y San Miguel, todas ellas con fuerte presencia zapatista''.

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La mano dura está lista, como una garra, para dar el zarpazo contra un avispero en el que habitan los peores monstruos de la naturaleza humana, que llenarán de dolor y muerte a todo el país. Es injusto que el pueblo de México deba soportar semejante castigo, para evitar que la sociedad civil y los partidos políticos discutan en el Congreso cómo resolver con serenidad, resignación y mente lúcida el inmanejable problema del Fobaproa.

La noche del jueves, el comité nacional del PRD ratificó que emprenderá una campaña nacional para explicar en todos los rincones del país qué es exactamente el Fobaproa, en qué consiste el embrollo, de qué tamaño es el golpe económico que nos preparan. Y una vez que todo el país lo sepa, el PRD abrirá una consulta para que la gente diga cómo le hacemos, sabiendo de antemano que es imposible eludir en su totalidad las consecuencias del error de los expertos.

Pero empiezan a surgir contradicciones. López Obrador propone que el Fobaproa se legalice en su proporción justa, pero que, a cambio, el régimen acepte reformas profundas en el sistema político, para que exista mayor control de la sociedad sobre el presidencialismo: elementos que hubieran vigilado con estricta cautela el abusivo ``rescate'' de la banca.

Felipe Calderón ha reaccionado positivamente a la invitación de López Obrador, para que PAN y PRD luchen juntos en la última batalla del siglo mexicano por la democracia. En principio, el timonel panista ha mandado decir a través de la prensa y de un vocero, que su partido responderá a mediados de agosto al documento de análisis técnico del Fobaproa, que mandó a hacer su colega del sol azteca.

Mariano Palacios, entre tanto, emite generalidades vagas e insulsas. Otros, guardan silencio. Pero mientras los principales actores de la oposición parlamentaria empiezan a tomar cursos intensivos en tecnocracia, sabiendo que el Fobaproa se los exige, el PRD y el PAN han coincidido sin demora en que la actitud presidencial en Chiapas es inaceptable y debe ser detenida ya.

Crisis ecológica, crisis agrícola, crisis financiera, crisis económica, crisis de derechos humanos: los problemas han comenzado a girar en espiral, aceleradamente, como un remolino. El efecto alka-seltzer, definido por el tonto del pueblo como un ``fenómeno de disolución en medio de gran efervescencia'', parece advertirnos que una vez que termina, el agua, exhausta, empieza a circular en redondo, a cada momento más rápido, antes que todo se vaya por el grifo.

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