La Jornada 12 de junio de 1998

Miguel Alvarez: pecado de la Conai, pedir diálogo nacional

Blanche Petrich Ť La relación entre el gobierno federal y la Comisión Nacional de Intermediación (Conai) entró en crisis cuando, a la luz de la aparición del Ejército Popular Revolucionario (EPR), la instancia mediadora insistió ante el entonces secretario de Gobernación, Emilio Chauyffet, en que ``era mejor valorar y aceptar que en Chiapas se expresaba, con el EZLN, el riesgo de rebeliones en otras partes del país'', y que, por lo tanto, la estrategia de negociación debía ser -contraria al carácter local que se insiste en darle- de dimensión nacional.

Recuerda Miguel Alvarez, ex secretario ejecutivo de la Conai, que en ese momento la reacción de Chuayffet fue ``muy grosera''. Con el equipo de trabajo posterior, encabezado por Francisco Labastida, el riesgo de rebeliones fuera de Chiapas fue el primer tema tocado en la ``primera y última reunión'' con la Conai en la Secretaría de Gobernación. ``Tampoco mostraron voluntad ni sensibilidad para entender la dimensión nacional del problema. Quedó muy claro que en esta etapa hay un aceleramiento de una estrategia para resolver el conflicto de Chiapas sin negociación''.

Duros, resultan los calificativos de Miguel Alvarez, quien afirma que con ningún otro interlocutor gubernamental -Manuel Camacho, Jorge Madrazo, Esteban Moctezuma, Beatriz Paredes, Marco Antonio Bernal, Emilio Chuayffet o Pedro Joaquín Coldwell- encontró la Conai ``tal ingenuidad, tal soberbia, tal torpeza''. Ningún otro representante del Estado consideró a la mediación ``como un estorbo y un problema'', como lo hicieron los actuales responsables de la negociación. ``Nunca nos lograron aceptar y respetar como estricta mediación''.

Alvarez acepta responder preguntas de algunos periodistas en lo que fuera la sede de la instancia mediadora, la misma que alguna vez albergó las oficinas de otro obispo controvertido, Sergio Méndez Arceo. Comenta las razones profundas que tuvo el obispo de San Cristóbal, Samuel Ruiz, para tomar su decisión de abandonar la Conai, ``una decisión tomada en desierto, en solitario'', asegura.

``Don Sam -dice Alvarez- no podía dejar de pasar por alto el hecho de que las contradicciones entre el Estado y la mediación se convirtieron en contradicciones entre el Estado y él, Samuel obispo, y empezaban a serlo entre el Estado y la Iglesia''. Apunta también que en los tres últimos viajes que en un mes realizó el presidente Ernesto Zedillo a Chiapas pasó de atacar a la Conai, a acusar a don Samuel y, finalmente, a cuestionar el rol de la Iglesia.

``Lo que dijo el presidente Zedillo (acerca de la `teología de la violencia') no es el único elemento en la decisión de Samuel, pero sí fue uno muy importante''. Entre sus consideraciones entró también ``la de su responsabilidad ante la diócesis y las comunidades''.

Sobre las perspectivas futuras del obispo Ruiz, opinó: ``Personalmente no creo que Samuel vuelva a jugar un rol de mediación. Pero es todavía obispo y sigue siendo pieza importante, necesarísima, para el proceso de paz''.

Respecto de las razones de lo que llama ``el colectivo civil de la Conai'', Alvarez dijo: ``Quisimos poner en claro que esta etapa de la negociación está agotada, que nuestro esfuerzo por destrabar el impasse del proceso no fue suficiente y que ahora es necesaria la participación de otros actores de la sociedad''. Aunque reconoció como cierto ``que no hay ninguna fuerza o individuo con los tamaños necesarios para lograrlo'', y que ``será indispensable la articulación de distintas fuerzas''.

Admitió también que los ahora ex miembros de la mediación recibieron comentarios de ``amigos'' en cuanto a que los tiempos y las formas de la disolución de la comisión ``quizá no fueron los mejores''. Pero subraya: ``Eso es ahora secundario. La mediación no es la tarea principal del momento y la Conai, lejos de ser un factor para destrabar el estancamiento, solamente estaba sirviendo como justificante de otros escenarios. Resultaba mucho mejor quitar a la Conai ahora que no es muro de carga. Permanecer, complicaría aún más las cosas''.

``Samuel, obispo incomprendido''

En torno al jefe de la diócesis de San Cristóbal de las Casas -abunda Miguel Alvarez, quien por largos años fue secretario particular del obispo- ha habido ``una gran equivocación al quererlo ver como un actor político. Don Samuel es fundamentalmente un actor eclesial. Como tal fue llamado a ser mediador''.

Esta ``eclesialidad como eje de su servicio mediador'' no fue bien comprendida por muchos obispos ni por el Vaticano en ciertos momentos. Insiste: ``Sonaron más las voces críticas, pero no fueron representativas. El proceso lo fortaleció''.

-¿Qué mensaje lleva esta decisión al Vaticano?

-Tanto en la Iglesia mexicana como en la vaticana hay un gradual cambio, que va del ataque al acuerpamiento, al franco respaldo y valoración de la acción de Samuel por la paz. Hay un proceso entre los dos nuncios. Mientras Priggione lo veía como inconsecuente, el nuevo nuncio entiende y defiende el trabajo episcopal de don Samuel. Justo Mullor representa una correlación vaticana favorable a la acción de don Samuel. No desaparece lo otro, lo de Priggione y lo de grupos, como el cavernal -ponlo así, cavernal- Sandoval. Pero la situación ahora es favorable para don Sam''.

Sobre las tareas inmediatas, considera que lo más urgente no es sustituir a la instancia mediadora -``eso sería creer que el problema principal es la mediación''-, sino restablecer las condiciones de la negociación. La prioridad no es, opina, criticar o ``desavalar'' la estrategia militar, ``sino enfrentarla. La lucha por la paz comienza por detener la guerra. Y la actual estrategia del gobierno es dejar que actúe el Ejército mientras intenta construir salidas políticas''.

Sobre las formas de llenar el vacío que deja la Conai, estima que ``es conveniente que las iglesias participen'', pero no cree que ``los nuevos mediadores sean ni el Episcopado ni los obispos críticos ni la Cocopa. Eso tendrá que surgir en actores civiles''.

Y sobre la pretensión del delegado gubernamental, Emilio Rabasa, de retomar el diálogo en forma directa con el Ejército Zapatista, se pregunta: ``¿Con qué ele- mentos? ¿Con qué agenda? ¿Con qué confiabilidad?''.

Puede ayudar al EZLN a reaccionar

--¿Qué dice el EZLN de todo esto?

--En el marco de la crisis de la negociación se hizo evidente que la capacidad de la Conai era insuficiente para las demandas de las dos partes. En esa medida se acelera la percepción, en el gobierno, de que Samuel es aliado del Ejército Zapatista y, a la vez, en el EZ se percibe que su identidad eclesial puede llevarlo a una estrategia más proclive al gobierno.

``Esta acción de la Conai, más que complicar las cosas, podría ser el inicio de movimientos y replanteamientos, incluyendo al Ejército Zapatista. El EZLN cuidó muy bien de dejar bien dicha su palabra en sus documentos de enero, aquellos de la mesa de los monstruos en la que no iba a haber resultados, y de la mesa de los pobres, los de abajo. Y en esa etapa están en una fuertísima articulación, una fuertísima consolidación y crecimiento, para la incomprensión, la sorpresa y la preocupación de muchos sectores. Creemos que esta situación ayude también a reactivar la vinculación del Ejército Zapatista con la sociedad civil. Es un vínculo necesarísimo para el proceso de paz. Incluso, para la Conai rehacer, en términos constructivos, su relación con el EZLN. No lo sé en detalle, pero creo que esto le va a ayudar al EZ a reaccionar''.

A pesar de que el estancamiento del diálogo chiapaneco lleva casi dos años, Miguel Alvarez ubica en el inicio de 1998 una nueva fase en la actitud del gobierno. Entre otros rasgos, ``le entró muy fuerte al terreno de ganar en la opinión pública base social para su diagnóstico del conflicto chiapaneco, entendido como un problema local, o conjunto de problemas locales factibles de ser solucionados a ese nivel''.

El gobierno no ha entendido que la militarización genera militarización

En su análisis, Alvarez afirma que el gobierno ``aprendió'' a moverse en cinco escenarios simultáneamente: ``Uno, improbable, que las partes volvieran a sentarse a negociar en el marco de San Andrés. El segundo, militar, que implica el descabezamiento del EZLN, no está decidido pero está activo. El tercer escenario sería que el gobierno decida que ya no es necesario el marco de San Andrés y ofrezca una amnistía a los zapatistas, que implica criminalizarlos. Es la versión jurídica de la línea dura. El cuarto escenario es la continuación del actual impasse, la profundización del estancamiento, en donde ningún actor es capaz de generar ninguna iniciativa. En este impasse se continúan deteriorando todas las bases de la posibilidad de una salida política, pero sin otras Acteal que se salgan de control.

``Otra posibilidad es la diversificación inorgánica de la violencia a la luz de las contradicciones sembradas por la presencia militar y paramilitar. O que haya fuerzas que están disputando el poder en el terreno de la violencia -y el asesinato de Colosio nos hace pensar en que no hay razones para creer que eso es imposible- con miras a la sucesión del año 2000 y con Chiapas como escenario de esa disputa. Esto nos acerca a Colombia y, con ello, se romperían por largo tiempo las posibilidades de interlocución''.

-¿Qué implicaciones tiene la simultánea disolución de la Conai y una nueva irrupción del EPR?

-Los problemas de la Conai con la Secretaría de Gobernación comenzaron exactamente con la aparición del EPR. No hay que olvidar que frente a ello el Estado declara toda la fuerza, caracterizándolo de terrorismo y que eso explica la decisión del EZLN de interrumpir la negociación. No quiere ser la guerrilla domesticada. Es un dato importante que se les olvida.

La Conai dice de inmediato que están en juego no sólo la negociación del EZLN sino todos los conflictos y actores. Y que ese riesgo debía ser asumido por el Es- tado. Ahí es donde el gobierno insiste en su reducción de Chiapas a problema local. Nos dicen que la Conai no debiera siquiera tener derecho a reflexiones na-cionales.

``Efectivamente, el hecho de que hoy se reactive el EPR nos hace pensar que pueden multiplicarse los incidentes en otras partes del país; otros grupos pueden formalizar su acción y esto, obviamente, complica la cosa cuando la estrategia del Estado es militar. La militarización genera militarización. Y el nuevo equipo de Gobernación no ha entendido esto.''