La Jornada 9 de junio de 1998

Zedillo: ningún país debe violar leyes ajenas para imponer la suya

Rosa Elvira Vargas, enviada, Nueva York, 8 de junio Ť En la sede de las Naciones Unidas, y ante mandatarios de más de treinta países, el presidente Ernesto Zedillo afirmó que en el combate al narcotráfico debe seguirse una estrategia en la que cada país asuma corresponsablemente derechos y deberes y con respeto a la soberanía de cada nación.

Ello, destacó, ``para que nadie pueda erigirse en juez de los demás ni se sienta con derecho a violar las leyes de otros países en aras de hacer valer las propias''.

Impulsor de la iniciativa para la celebración de la Cumbre Mundial contra las Drogas, que inició este día, el presidente Ernesto Zedillo estableció que se requiere una cooperación sin precedente contra este fenómeno, porque ``son nuestras comunidades las primeras en sufrir la violencia y nuestras instituciones las primeras en ser vulneradas por quienes caen víctimas de la corrupción. Son nuestros gobiernos los primeros en tener que desviar recursos que serían preciosos para atender la pobreza, a fin de ser la primera trinchera en esta guerra''.

A continuación, el texto íntegro del discurso del presidente Ernesto Zedillo en el periodo extraordinario de sesiones de la Asamblea General de la ONU:

Señor presidente;

Señor secretario general;

Señoras y señores jefes de Estado y de gobierno;

Señoras y señores:

México celebra que la Organización de las Naciones Unidas lleve a cabo un periodo extraordinario de sesiones de la Asamblea General dedicado al problema mundial de las drogas.

Las drogas son hoy una grave amenaza a toda forma de civilizacion.

Las drogas destruyen vidas, desbaratan familias, desintegran comunidades, debilitan naciones.

El uso de las drogas anula la libertad y la dignidad del ser humano, impide la superación individual y colectiva y daña en especial la esperanza que son nuestros niños y jóvenes.

Ninguna nación, por poderosa que sea, ninguna sociedad por desarrollada que esté, y ninguna familia, están exentas de la amenaza de las drogas.

Enfrentamos la amenaza de un poder económico que maneja recursos anuales comparables al valor total del comercio internacional del petróleo y el gas.

Enfrentamos la amenaza de un poder de violencia y corrupción que no reconoce fronteras ni se detiene ante ningún código legal o moral.

Enfrentamos la amenaza de un poder criminal que ha multiplicado alarmantemente sus vínculos con otras formas de delincuencia organizada, como el lavado de dinero, el tráfico de armas, el terrorismo y los secuestros.

Para muchos países, el tráfico de drogas, además, amenaza su seguridad nacional y su vida democrática, su estabilidad social y la integridad de sus instituciones.

Las organizaciones criminales dedicadas al narcotráfico agrupan a individuos de muchas nacionalidades, que residen y se desplazan por muchos países.

Son organizaciones multinacionales capaces de producir y procesar su nociva mercancía en un sitio, transportarla a través de cualquier frontera, y comercializarla en países distantes.

Y también son capaces de servirse del sistema financiero internacional para mover sus ganancias.

Se trata, en suma, de una amenaza mundial; de un fenómeno de criminalidad multinacional.

Siendo un problema global, exige una respuesta global. Una respuesta asumida por todos y compartida por todos.

Con mayor razón cuando el enfoque y la estrategia adoptados por la Convicción de Viena de 1988, han dado resultados claramente insuficientes.

Debemos hacer más, mucho más entre todos y para todos.

Debemos decidirnos ya por un esfuerzo de cooperación sin precedente, fundado en una nueva estrategia que sea global, integral y equilibrada.

Global, para que abarque a todos los países, sin excepción pero también sin recriminación.

Integral, para que ataque todos los eslabones del ciclo de las drogas desde la producción, la venta y el tráfico, hasta el consumo y los delitos conexos.

En este sentido, es preciso intensificar más, mucho más, las tareas para reducir la demanda de drogas, asumiéndola como un problema de salud pública, de conducta social y de valores que ha de enfrentarse con programas médicos, educativos, formativos y culturales.

Una inmensa proporción de la demanda se genera en países con la más alta capacidad económica.

Sin embargo, los más altos costos humanos, sociales e institucionales por abastecer dicha demanda los estamos pagando los países donde se producen y por donde transitan las drogas.

Son nuestros hombres y mujeres los primeros en morir combatiendo el narcotráfico. Son nuestras comunidades las primeras en sufrir la violencia y nuestras instituciones las primeras en ser vulneradas por quiénes caen víctimas de la corrupción. Son nuestros gobiernos los primeros en tener que desviar recursos, que serían preciosos para atender la pobreza, a fin de ser la primera trinchera en esta guerra.

Por eso tenemos el derecho de exigir una estrategia que sea también equilibrada.

Equilibrada, para que cada país asuma que en la lucha contra el narcotráfico todos somos corresponsables con iguales derechos y deberes, y todos debemos respetar la soberanía de cada nación. Para que nadie pueda erigirse en juez de los demás ni se siente con derecho a violar las leyes de otros países en aras de hacer valer las propias.

De ahí que México proponga dar un mandato a las Naciones Unidas para que articule y aliente la lucha global contra las drogas como una gran prioridad entre sus tareas.

Con ese propósito, las Naciones Unidas deben hacer lo conducente para que cada país formule un plan de acción con metas concretas y verificables; para que cada país se adhiera a los instrumentos emanados de esta reunión; para que cada país cuente con legislación adecuada contra el lavado de dinero y delitos ligados al narcotráfico; y para que las Naciones Unidas evalúen con periodicidad y objetividad los avances de cada país.

Aprovechemos el liderazgo internacional y la autoridad moral de las Naciones Unidas para trabajar unidos por un mundo sin drogas.

México tiene entera confianza de que en ésta, como en todas sus misiones, nuestra Organizacióna ctuará con apego a los principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas.

El narcotráfico y la drogadicción no son invencibles. Los podemos derrotar. Unidos, los vamos a derrotar.

México ratifica su compromiso de cumplir su parte en la responsabilidad global de combatir al narcotráfico y renueva su confianza en que, unidos, edificaremos un mundo libre de drogas para los niños y jóvenes del siglo XXI.


Rosa Elvira Vargas, enviada, y David Brooks, corresponsal, Nueva York, 8 de junio Ť Casablanca fue, como se esperaba, el tema central de la reunión bilateral de los presidentes Ernesto Zedillo y Bill Clinton en el marco de la Cumbre sobre las Drogas que inició hoy en las Naciones Unidas. Al respecto, en un comunicado conjunto elaborado con antelación a la cita se establece que los procuradores generales de México y Estados Unidos fueron instruídos para iniciar ``un proceso que mejore las consultas y la cooperación sobre operaciones de mutuo interés para aplicar la ley, y para evitar acciones que puedan tener efectos indeseables en la relación bilateral''.

Ambos mandatarios decidieron no entrar en detalle sobre la operación Casablanca y sólo tocaron ``los principios'' del asunto. Por lo tanto, se limitaron en su declaración a encargar a sus equipos de trabajo el desarrollo de mecanismos para resolver los problemas vinculados a la controvertida operación encubierta sobre lavado de narcodineros.

A diferencia del equipo del presidente Zedillo, que se limitó a difundir el comunicado conjunto, James Dobbins, asesor para América Latina del Consejo de Seguridad Nacional, comentó a la prensa que el mandatario mexicano dijo que el procurador Jorge Madrazo estaba obligado a evaluar si se violaron las leyes mexicanas en la operación Casablanca, procedimiento que, añadió, no ha concluído.

En el texto del documento conjunto se asienta también que la cooperación bilateral contra el tráfico de drogas ``recibió especial atención'' de los presidentes. Ambos destacaron la importancia de combatir el fenómeno siempre conforme a las leyes en cada país.

``Afirmaron que para alcanzar este objetivo deben aprovecharse la cooperación y la confianza mutua, con pleno respeto a la soberanía de ambas naciones. Los presidentes acordaron fortalecer los mecanismos en sus países para impulsar los esfuerzos antinarcóticos y en contra del lavado de dinero, así como mejorar la cooperación, la comunicación y el intercambio de información entre ambos gobiernos'', se precisa.

En el párrafo final del texto se consigna que Clinton y Zedillo reafirmaron su compromiso de continuar trabajando juntos en todos los aspectos de la agenda bilateral y alentar la relación madura y de amistad ``que es vital para el bienestar de ambos pueblos''.

El tema que hace casi un mes tensó las relaciones bilaterales no quedó al parecer zanjado con el encuentro presidencial, y volverá al tapete de las discusiones durante los trabajos de la Comisión Bilateral México-Estados Unidos entre miembros de ambos gabinetes, que tendrá lugar esta misma semana en Washington. Con todo, altos funcionarios del gobierno de Clinton aún no pueden garantizar que operaciones como Casablanca no se repetirán.

En respuesta a La Jornada, James Dobbins se negó a afirmar que Estados Unidos podría garantizar que se notificaría al gobierno mexicano en caso de una futura acción encubierta, y en todo momento se remitió al comunicado conjunto.

El funcionario de la Casa Blanca caracterizó el tono de la reunión como ``muy positivo; son buenos amigos. No hubo tono negativo''. Señaló que el diálogo se extendió mucho más de lo estimado. Así, de los 30 minutos originalmente programados, se prolongó a más de una hora, y en los últimos 25 minutos tuvo lugar una reunión privada entre ambos presidentes.

Por su parte, la procuradora general Janet Reno declaró que ``en algunas investigaciones son tales las circunstancias (que las rodean) que se debe tener mucho cuidado y se tiene que mantener muy cerrada la información. En esa instancia (Casablanca) los investigadores determinaron que se debía mantener muy hermética aun con respecto a funcionarios de esta país para garantizar la seguridad de los individuos (agentes)''. Y agregó: ``de nuevo, no es un asunto de falta de respeto (a México); es intentar llevar a cabo una investigación enfocada al lavado de dinero...y, al mismo tiempo, proteger la vida de los agentes involucrados''.

Por otro lado, el zar antinarcóticos Ba- rry McCaffrey reiteró que se debe cooperar ``con nuestros vecinos y con absoluto respeto y deferencia por sus instituciones soberanas''. En el caso particular de Casablanca enfatizó la convicción compartida por Zedillo y Clinton de que el narcotráfico es una amenaza a las instituciones democráticas y que esto ``requiere una asociación mutuamente respetuosa para enfrentarlo''.

Ante ello, el mensaje del gobierno estadunidense es la cooperación plena y a fondo con México en todo, menos cuando la seguridad de sus agentes esté en riesgo. No otra cosa se desprende de las respuestas a medias y francas evasivas con que a lo largo del día, en conferencias de prensa o sesiones de información, enfrentaron los funcionarios del equipo de Clinton las repetidas preguntas sobre Casablanca.

Las declaraciones de Reno y McCaffrey, se dieron en el marco de una conferencia de prensa en la sede de la ONU tras la intervención de Clinton, y en la que estuvieron también Thomas McLarty --a punto de dejar el cargo de asesor de Clinton sobre América Latina-- y Donna Shalala, secretaria de Salud. Ahí, más de la mitad de la mitad de las interrogantes se centraron en Casablanca.

Pero de la cita en la suite presidencial del hotel Waldorf Astoria entre el presidente Clinton y su homólogo mexicano se desprendió también que tanto los procuradores de ambos países como las autoridades del Departamento del Tesoro y de la Secretaría de Hacienda intensificarán sus esfuerzos para investigar y perseguir las redes de narcotráfico y narcolavado.

``Asimismo, determinarán medidas adicionales tales como regulaciones técnicas, de investigación y otras acciones que deberán ser tomadas en cada uno de los países para desarticular el crimen organizado, el tráfico de drogas y el lavado de dinero en el futuro. Los dos procuradores generales se reunirán los próximos días para definir una agenda común''.

Y si bien el tema de las drogas ocupó el lugar central en el diálogo entre ambos presidentes --se afirma que la de Zedillo fue la única reunión bilateral que sostuvo Clinton-- también se tocaron otros puntos, como el migratorio donde se subrayó la prioridad que los gobiernos de México y Estados Unidos otorgan a la protección de los derechos humanos de los migrantes y a construir una frontera ordenada y segura.

Se habló también de los incendios forestales que se han producido en México recientemente. Clinton, se asegura, expresó su admiración por los valientes esfuerzos del pueblo de México para combatir los siniestros, y a su vez, el presidente Zedillo agradeció la ayuda que con este propósito otorgó el gobierno de Estados Unidos.

El mandatario mexicano sostuvo también reuniones bilaterales con Romano Prodi, presidente del Consejo de Ministros de Italia, con quien abordó fundamentalmente temas comerciales y las negociaciones para establecer un acuerdo comercial de México con la Unión Europea. Conversó también con el presidente francés Jaques Chirac y con su homólogo de Costa Rica, Miguel Angel Rodríguez.

La noche del domingo, el titular del Ejecutivo recibió una invitación formal para acudir a Portugal en visita de Estado por parte del presidente de ese país, Jorge Fernando Branco de Sampaio, y este lunes, antes de dirigirse a la sede de las Naciones Unidas, desayunó con el presidente español José María Aznar.

Este día también, durante un almuerzo que ofreció el secretario general de la ONU, Kofi Annan, a los participantes en el Foro mundial contra las drogas, el presidente Zedillo reiteró su convicción de que ``todas las naciones comparten el compromiso más firme para implementar una estrategia global y eficaz para combatir el narcotráfico y sus ilícitos''.

La mayor parte de la agenda presidencial ha sido privada y ese carácter tiene la cena de esta noche con Federal Reserve Bank de Nueva York.