Astillero Ť Julio Hernández López
El recién pasado viernes 5, Día Mundial del Medio Ambiente, el ingeniero Diódoro Guerra Rodríguez (ya de vuelta en casita, luego de las calenturas priístas que vivió en Tamaulipas) bien pudo haber apuntado en la lista de víctimas mortales de la infición (burocrática) al esfuerzo de investigación y docencia que durante casi catorce años se ha hecho en el Instituto Politécnico Nacional en materia de medio ambiente y desarrollo integrado.
Ejemplar y pionero en cuanto a buscar un enfoque multidisciplinario en el análisis de los problemas ambientales, sin quedarse sólo en el terreno técnico sino entendiendo la importantísima parte social del asunto, el trabajo desarrollado desde septiembre de 1984 en el IPN, con el apoyo del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Universidad de París III, Sorbona Nueva, ha sido sistemáticamente destruido desde octubre de 1995.
En esa fecha, el doctor Manuel Servín Massieu fue nombrado director del Proyecto Interdisciplinario de Medio Ambiente y Desarrollo Integrado (PIMADI), a pesar de que tenía los antecedentes de haber deshecho otro proyecto académico en la Universidad Autónoma Metropolitana e inclusive había pasado por una penosa acusación de cobrar sin trabajar.
El PIMADI, que ahora ha sido convertido en Centro Interdisciplinario de Investigaciones y Estudios sobre Medio Ambiente y Desarrollo (CIIEMAD), desarrolla diversos proyectos de investigación y forma recursos humanos con nivel de maestría para enfrentar los problemas del medio ambiente con un enfoque integral, no reduccionista, a partir de la relación sociedad-naturaleza.
Durante los doce años que duró el PIMADI, ese proyecto funcionó con un pequeño grupo de trabajadores docentes y administrativos, que formó doce generaciones de egresados. Llegado el doctor Servín Massieu a la dirección de ese proyecto, comenzó una labor de descalificación y crítica, hasta transformarlo en el citado CIIEMAD. Lograda esa modificación jurídica que le permitiría manejar a su criterio las situaciones laborales, administrativas y académicas, el doctor antes mencionado pasó abiertamente a la ofensiva.
Esta columna tiene un amplio expediente de quejas y protestas del personal académico del ahora CIIEMAD, en las que de manera clara se le reclama al doctor Servín Massieu su comportamiento faccioso y se le acusa de falta de probidad científica y académica. Aparte del material escrito, Astillero tuvo oportunidad de escuchar los testimonios orales de varios de los inconformes.
En esencia, el doctor Servín Massieu es acusado de desmantelar un proyecto exitoso, y una planta docente y administrativa, para acomodar a personas de su contentillo y para manejar los bienes, recursos y prestigios de ese centro conforme a sus intereses y a su entendimiento de lo público como feudo privado (``sus irregularidades y actitudes vergonzosas son propias de un hacendado henequenero de principios de siglo o de un terrateniente chiapaneco actual'', dice una de las cartas conocidas por esta columna).
Las tormentas en la burocracia académica no son, por lo demás, desconocidas para el doctor Servín Massieu, pues en 1986 y 1987 vivió momentos difíciles en la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, donde se mantuvo casi dos años (25 de julio de 1984 a 6 de mayo de 1986) como encargado del área de investigación denominada ``Desarrollo histórico, epistemológico y educativo de las ciencias relacionadas con los recursos naturales renovables''.
A partir de una evaluación de su trabajo, que provocó una serie de críticas fundadas en su falta de rigor académico, esa área de investigación desapareció junto con el rango burocrático de su jefe. Pero, el 9 de junio de 1987, la M en C Thalía Castro, jefa del Departamento ``El hombre y su ambiente'', encontró lo que llamó ``grave anomalía'', ``irregularidad tan grande'' y ``penoso asunto'': el doctor Manuel Servín Massieu seguía cobrando su compensación como jefe de las tareas que ya no realizaba.
Durante ese año, el mencionado doctor ``no desempeñó ninguna función como jefe de área'', y tampoco presentó algún ``plan de trabajo, ni informe de actividades ni registro de proyectos de investigación''. Simplemente cobró sin devengar esa compensación.
Si fuesen priístas tamaulipecosÉ
En lo que va del año, los académicos adversos a la voracidad clientelar y la vocación destructora le han pedido audiencia al ingeniero Diódoro Guerra Rodríguez cuando menos en cinco ocasiones, pero el director del IPN no ha tenido ni tiempo ni disposición para atenderlos.
No se trata tan sólo de un problema interno en el que las tres cuartas partes del personal académico denuncian irregularidades varias, y que por sí mismo obligaría a un director aplicado a sus tareas a atenderlo inclusive sin necesidad de que le pidan audiencia cinco veces en un semestre, sino de la destrucción de un proyecto académico importante para la nación, sobre todo en momentos de tanta gravedad en materia de medio ambiente.
El ingeniero Guerra Rodríguez ha cometido cuando menos tres desaciertos notables en este año. Uno, al preferir el coqueteo con la opción priísta de ser gobernador de Tamaulipas, en lugar del apego a las tareas del Instituto Politécnico Nacional; segundo, al no cumplir con el requisito académico priísta de tener algún antecedente de elección popular y, por tanto, no poder ser precandidato en la elección tricolor primaria y, tercero, al aliarse con un precandidato (Marco Antonio Bernal) que finalmente también fue perdedor.
En el asunto que ha ocupado esta columna, el director del IPN tiene la oportunidad de escuchar, atender y resolver, para demostrar que su retorno a la vida politécnica no es una estación accidental más de su carrera política y partidista. Los académicos inconformes, a su vez, pueden seguir enviando cartas en solicitud de audiencia, o irse a Tamaulipas como priístas militantes para recibir allá las atenciones de don Diódoro.
Astillas: Esta columna estuvo a punto de derramar el llanto, de alegría, al conocer los ``conceptos centrales'' que la oficina de prensa de la Comisión Nacional de Derechos Humanos escogió, para difundirlos sugerentemente, del segundo informe de actividades de la doctora Mireille Roccatti. La independencia de la CNDH, según esos conceptos, ``no se queda en el discurso elocuente; va a la realización lisa y llana, pasando de las palabras a las acciones'', y ``su ejercicio está por encima de inercias burocráticas o posiciones irreflexivas''. Por otra parte, ``el país está abierto a la pluralidad, a la tolerancia, y es respetuoso del Derecho Internacional, por lo que requiere una comisión fuerte e indoblegable, que denuncie los abusos de poder''... Los focos rojos priístas en materia netamente electoral están en Zacatecas y en Aguascalientes, en ese orden, mientras que en Oaxaca continúan los indicios (no electorales, pero sí políticos) de que el triunfo del senador ¿perredista? Héctor Sánchez López sería bien visto en las alturas del poder como una oportunidad de fortalecer en el partido del sol azteca las corrientes distantes del cardenismo, y de demostrar al gobernador amigo de Los Pinos, Diódoro Carrasco, que no le mandaron a José Murat como castigoÉ
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