Marco Rascón
Operación Los Pinos,

para ratas inmundas

A Germán List Arzubide, por sus cien años Tres veces te saquee. La primera por inútil, la segunda por corrupto, la tercera por placer

Con tanto negocio, discursos y dinero en estos últimos nueve años, se podría pensar que los banqueros serían ratas inmundas aunque eficientes, y que por lo menos habría una estructura financiera sólida, pero no. ¿Cuántas orejas vale el rescate de los banqueros por el Fobaproa?

Lo que ha pasado es que el modelo del ``rescatismo'' está agotado y se rompió por lo más delgado: el sistema financiero mexicano de nuevo está en bancarrota. El rescatismo lo inventó Bill Clinton para salvarnos de la insolvencia de pagos al exterior; hoy el Fobaproa es una imitación de la caridad del buen vecino que nos salvó en 1995 sin pedirle permiso a su Congreso. Sin embargo, a diferencia del rescate norteamericano, el de los banqueros mexicanos debe pasar por el Congreso de la Unión y por eso está en marcha la operación Los Pinos para de nuevo convertir sus hurtos en deuda pública de todos los mexicanos y a las ratas inmundas en banqueros decentes.

Con ésta es la tercera vez que nos saquean y convierten la ineptitud de unos cuantos, en deuda pública de todo el país. Los rescates gubernamentales de banqueros tienen su origen en que su estabilidad, antes que la de los bancos, es parte esencial de los compromisos presidenciales. Es el primer compromiso de los últimos tres y han estado a cargo de la presidencia.

La conversión de la deuda privada de los bancos en deuda pública, que Zedillo pretende apruebe el Congreso, demuestra el hundimiento del modelo económico, pero aún así está decidido a defenderlo y a acabar con el Congreso, ya que si éste aprueba el paquete de las corrupciones privadas mediante el Fobaproa, no habrá diputado que se pueda acercar a un ciudadano, luego de haber impuesto a cada uno de los 90 millones de mexicanos una nueva deuda de 6 mil 200 pesos.

Los nuevos banqueros surgidos de la privatización bancaria, reiniciada por Miguel de la Madrid y seguida por Salinas y Zedillo, lavaron dinero, impusieron intereses sobre intereses a los deudores, utilizaron los ahorros y fondo social, jinetearon las transferencias de los trabajadores migrantes a México, y especularon libremente con el tipo de cambio, todo para seguir jugando en el casino de la globalización que todavía anteayer Salinas defendía como base de la ``equidad'' económica. El encuentro entre el Congreso y Zedillo para ``consensar la agenda legislativa'', marca un viraje de la política presidencial en busca del rescate de lo que queda del sistema financiero donado a los amigos.

Estos no son a quienes López Portillo les quitó los bancos salvándoles su fortuna personal y nacionalizando su deuda, son otros.

Los nuevos surgieron de las casas de bolsa y se convirtieron en la nueva clase de banqueros ligados a la privatización y la modernidad. Entre unos y otros se gritaron, se secuestraron, se envidiaron. Unos eran los perdedores y los otros los exitosos, pero a todos les iba bien, pues la nacionalización bancaria los salvo en 1982; luego el Ficorca (Fideicomiso para la Cobertura del Riesgo Cambiario) para el rescate de pasivos de empresas por 12 mil millones de dólares volvió a salvarlos en 1985, y ahora con el Fobaproa (para la protección al ahorro) Zedillo pretende extender la vida del modelo económico basado en una cúpula de ratas inmundas que, luego de saquear a los ahorradores (1995-98), pretende saquear al país.

El modelo especulativo está agotado y no porque México sea la excepción, sino porque es una economía débil y dependiente se convirtió en la parte más delgada de la cadena. ¿Cuántas veces el discurso presidencial no festejó la fortaleza económica a partir de la globalización y que habíamos dejado de depender del petróleo? Hoy Ortiz y Gurría ya no dicen más tonterías porque no existen, pero cierto es que regresamos al mismo punto de partida: querer convertir la falla de una minoría, en la del país y por eso Zedillo tiene en marcha la operación Los Pinos para el rescate de las ratas inmundas.