Néstor de Buen
Tres huelgas, tres

A Luis Rubio, por un premio muy merecido

El viejo derecho de huelga, tan maltratado en la ley, aparece y reaparece con entusiasmo especial. Por supuesto que más valdría que no tuviera que ejercerse porque eso sería signo de entendimientos pero como ésa es una hipótesis de muy difícil realización se ha puesto de moda.

Primero lo positivo. Y vaya un sincero homenaje a Cuauhtémoc Cárdenas, árbitro sin uniforme de árbitro, suscriptor de un laudo de 121 fojas que ha puesto fin al conflicto eterno en el Monte de Piedad. Un éxito que hay que apuntarle ahora que todos quieren apuntarle lo contrario. Con mérito de las partes, sindicato y empresa, que aceptaron someter a su decisión ese conflicto interminable. Y un abrazo de felicitación para Saúl Escobar, subsecretario de Trabajo en el gobierno del DF y para Manuel Fuentes, hoy director de Trabajo y Previsión Social, por su decisiva labor conciliatoria previa y la preparación del proyecto. No era nada fácil. Para Manuel, viejo litigante pero no litigante viejo, siempre representante de trabajadores, la tarea se salía de sus prácticas habituales. Lo tres lo hicieron muy bien. Tienen madera de jueces. Pero de buenos jueces.

Por los rumbos de Tijuana vuelve a sonar el nombre coreano de Ham Young. El sindicato que ganó la titularidad, afiliado al FAT, emplazó a huelga para la revisión del contrato colectivo de trabajo. Normal. Un grupo de trabajadores se negó, supongo que no de buen modo, a desocupar la planta y siguió trabajando. Los huelguistas pusieron las banderas a la hora precisa, según constancias de los inspectores de trabajo. La Junta local, hecho el recuento que ganaron los contrarios a la huelga, declaró la inexistencia invocando también que la huelga no había estallado a la hora anunciada. Como si el hecho de que algunos trabajadores se queden dentro de una planta --y lógicamente no podrían ser desalojados por los huelguistas-- implicara el no estallido puntual de la huelga. Antecedente nefasto, sin la menor duda. Habrá, con seguridad, demanda de amparo. Caben, por cierto, todas las sospechas. Entre otras razones porque ya un sindicato tercero reclama la titularidad. Hay quien dice que es de casa pero otros sospechan que viene del norte, hablando inglés. Tema que habrá que cuidar. Están presentes los contratos de protección y otros problemas sospechosos.

La tercera huelga se lleva a cabo trabajando, gracias a la venerable requisa administrativa de la Ley de Vías Generales de Comunicación. Que mientras no se decida el Legislativo a reconocer la necesidad de considerar las huelgas en empresas de servicios esenciales, nuestras autoridades administrativas descansarán, entre otros recursos discutibles, en la anticonstitucional requisa. El problema es claro: no puede prevalecer una ley ordinaria sobre el derecho constitucional de huelga. El personal de sobrecargos que forma un sindicato de pelea, ha actuado con prudencia. ¿No tendría que haber solidaridad de la UNT? Y yo me resisto a creer que Aerovías, con importante participación estatal: un 49 por ciento vía holding, no pueda aumentar el punto que separa al 19 por ciento reclamado del 18 por ciento ya ofrecido.

Lo curioso es que si se tratara de la Línea del tío Pepe, sin acciones en poder del Estado, se haría la voluntad de Dios en los bueyes del compadre. El derecho de huelga sería sagrado, digno de un informe presidencial. Aunque cabe la duda de si se trata de un servicio esencial. Hay, en este momento, muchas líneas aéreas que compiten.

La huelga en el Monte de Piedad no tuvo piedad de ninguna de las partes y demostró la insuficiencia lamentable y malintencionada de la LFT. La solución final ha sido un producto de inteligencia y audacia. En Ham Young, la turbiedad está más que clara. Se mueven intereses de todos los colores. Y en Aerovías (Aeroméxico), de nuevo, el poder sobre la razón.

¿Es ésa la democracia social que perseguimos?