La Jornada 5 de junio de 1998

INFORMADORES ANTE EL MICROFONO

Blanche Petrich Ť Como reportera de buena madera, Elena Gallegos -Guadalajara, 1956- atesora entre los recuerdos de los ``mejores momentos'' de su carrera periodística pasajes más bien dramáticos de la historia contemporánea.

Como aquella noche del 23 de marzo de 1994 en que el entonces presidente Carlos Salinas ofrecía una cena al primer ministro visitante de Canadá, Jean Chretién. Ella cubría la fuente de la Presidencia. ``El banquete que nunca fue. La noche del asesinato de Colosio. Los funcionarios iban llegando a Los Pinos y se iban enterando apenas. Reaccionaban como con mucho coraje contra nosotros, los reporteros. Raro, ¿no?''

A partir de esa noche en adelante Elena Gallegos y un pequeño grupo de periodistas se quedaron en la sala de prensa de Los Pinos durante una semana.

``Fue un mirador increíble. Sólo mirando e interpretando señales presenciamos las maniobras de Ortiz Arana para quedarse con la candidatura; los intentos del Presidente para cambiar la Constitución y nombrar candidato sucesor a Pedro Aspe; la llamada a Gómez Villanueva para que los priístas se disciplinaran; el videodedazo de Manlio Fabio Beltrones a favor de Zedillo, finalmente destapado el día 29. Apenas ese día pude irme a mi casa a medio descansar.''

Así de absorbente y tirana suele ser la rutina de ``la Gallegos'', quien como toda madre reportera hace malabares para encontrar espacios de privacidad para su compañero, el cineasta Juan Pablo Villaseñor, y su hijita María José, de cinco años. Y de esa rutina han nacido las crónicas políticas que ahora reconoce el jurado del Premio Nacional de Periodismo.

Antes, el folclor; ahora, el contenido

-La materia prima de la crónica política es el político...

-No. No sólo el personaje sino el momento. Hace treinta años tal vez sí, porque había políticos que era una maravilla recrear como personajesÉ Rubén Figueroa o Flores Tapia. Esos políticos empiezan a escasear. De 15 años a la fecha hay un nuevo animal político en el poder. La nueva generación con sus doctorados, sus maestrías en el extranjero, con un lenguaje técnico. Claro que de repente nos sorprenden con algunas frases folclóricas dignas de los setenta.

-Los viejos políticos actuaban para la prensaÉ

-Sabían hacerlo. A los de ahora no les gusta ni actuar para la prensa ni les gusta la prensa. Se percibe un cierto desprecio. En algunos círculos tienen una definición muy pobre de lo que somos y de nuestro trabajo.

Los primeros pasos de Elena Gallegos en el periodismo fueron en El Universal, en las secciones de espectáculos y noticias internacionales. Después pasó a El Sol, ``y casi desde el principio me dieron oportunidad de hacer crónica. Tuve suerte, en el PRI y en las cámaras pude conocer a mucha gente, muchos protagonistas. Conocí lo que ocurre en los pasillos, donde se cocinan muchas cosas''.

-En aquellos años, en medio del inmovilismo político, ¿era posible la creatividad en la crónica?

-No había oposición o había una oposición a modo, las iniciativas del presidente pasaban tal cual, no había debate pero había personajes que recrear. Cuando llega la oposición a la Cámara, cuando los partidos satélites se multiplicaron, los personajes de la bancada escenificaban situaciones muy cronicables. Me acuerdo de un debate entre Eduardo Valle, El Búho, y Elba Esther Gordillo sobre el 68. Imagínate para los viejos periodistas que habían cubierto por décadas la CámaraÉ un impacto.

-Ahora pasan muchas cosas en los recintos parlamentarios. ¿Tiene más elementos el cronista?

-Pasan más cosas pero menos novedosas. Desde el punto de vista del reportero, antes con cualquier forcejeo te ibas a primera plana, de cajón. Ahora es más difícil encontrar algo nuevo, el enfoque está en el contenido del debate.

-Además de recoger el color y sabor de los sucesos, el cronista debe saber ayudar a entender los procesosÉ

-La crónica es interpretación. No puedes exigirle a nadie que haga una crónica objetiva. Es tu lectura, nadie la va a hacer igual. Lo único que te pueden exigir es que seas muy honesta, que el lector pueda decir: ``eso es lo que ella vio, no me está trampeando''. Además, creo que es un instrumento delicioso de los periódicos, algo que no puede igualar ni siquiera la inmediatez de la radio y la televisión.

``Te pongo un caso: el 23 de marzo de 1994 la gente conoció minuto a minuto la secuencia de hechos desde el momento en que le dispararon a Luis Donaldo Colosio, porque se la pasó pegada a la televisión. Aparentemente la televisión lo había dicho todo, pero al día siguiente se agotaron los periódicos, aun aquellos que tuvieron tirajes históricos, porque la gente quería conocer los detalles que la brevedad del tiempo de los medios electrónicos impiden recrear.''

La fuente de Presidencia, pretexto para contar el país

-¿La forma como se gestan las decisiones en México está al alcance de los ojos del reportero?

-No. Andamos por los pasillos pero nunca entramos a las alcobas. Podemos ver las consecuencias, por ejemplo, ver cómo ha cambiado el Poder Legislativo ahora que la oposición no sólo está presente sino que puede decidir. Por eso lo de menos es que los diputados se agarren a golpes. La crónica ya no está en esas instantáneas, sino en ver cómo marchan las negociaciones, cómo se pacta, dónde fueron las reuniones, si las cosas son efectivamente y los políticos dicen que son. Ahí está la crónica del poder. Ya no son sólo los priístas que lavaban la ropa sucia en casa.

``Pero estamos frente a una gran desconocida, que es la nueva situación. Hay un desconcierto para narrarla. Tanto decir que el sistema político mexicano va a cambiar, va a cambiar, y no cambiaba, que finalmente cuando cambió resulta que no estamos preparados. Y hay momentos que no hemos sabido leer correctamente.

``Se me ocurre el caso Morelos. Una mañana nos enteramos que Jorge Carrillo Olea finalmente había renunciado, algo que se esperaba desde hacía meses. Hubo ochenta rumores de que ahora sí, listos con las reacciones. Finalmente se fue. Se dijo que había un acuerdo con Gobernación entre PAN y PRD -los nuevos actores- para decidir quién sería el nuevo gobernador y que éste sería el delegado de la Sedeso en Morelos, Juan Salgado Brito.

``Todos dieron por hecho que él era el gobernador sustituto. Nadie se preguntó por qué tendría que acordar Gobernación con el PAN y el PRD, si el Congreso de Morelos ya tiene una composición distinta y que sin el voto del PRD no era ni siquiera posible pensar en el relevo. Pero como estamos acostumbrados -porque así era antes- que si cae un gobernador, aquí en el centro se hacen los amarres con las familias priístas de la entidad para la sucesión, todos dimos por hecho lo de Salgado Brito. Y no fue así. Fíjate qué atraso de la prensa. Cuando La Jornada dijo crisis en Morelos, todo el mundo se preguntaba qué traíamos entre manos.

``La tarea aquella de operación política de antes, que simplemente bajaba las decisiones del centro a las provincias, ya no es. Y para nosotros los periodistas la tarea es más difícil, la lectura puede ser incorrecta. Bueno, no sólo la prensa, tal vez muchos políticos tampoco han entendido que las cosas en México ya son distintas.''

-¿Y qué tal se vive esta transición en la fuente de la Presidencia? ¿Cómo se cubre la Presidencia de la República?

-Siempre desde afuera. No tenemos acceso al interior de Los Pinos. A veces vemos pasar por la puerta número uno a los que van a ver al Presidente y eso es todo. No es un lugar privilegiado. Cuando se anunció que iba a haber conferencias de prensa regulares cada mes con el presidente Zedillo, los reporteros dijimos ¡qué padre! Y fueron tres conferencias, tres. Nunca supimos a ciencia cierta por qué se suspendieron.

-Vistas así las cosas, ¿es necesario ese séquito de periodistas que le sigue todos los pasos al Presidente?

-Sí. Es un pretexto para contar el país. Por más maquillados que estén los actos siempre sale algo que te da el pulso sobre lo que está pasando. Siempre será mejor que los periodistas estén, a que no estén del todo.