Luis Hernández Navarro
El seminario de Barcelona

Para Juan Bañuelos, por las historias sobre sus primas

Ha sido una constante que el debate sobre áreas delicadas de la vida política nacional pueda realizarse mejor en actos fuera del país que en foros nacionales. La convocatoria de instituciones académicas o thinktanks extranjeros ha logrado que se reúnan en otras naciones personas que usualmente no tienen contacto entre sí dentro de México.

El Encuentro sobre Conflictos y Experiencias de Intermediación en América Latina, efectuado entre el 27 y el 29 de mayo pasado en Barcelona, España, organizado por la Universidad Autónoma de Barcelona, la Universidad Iberoamericana y la UNESCO, patrocinado por la Generalitat de Catalunya, el Ajuntament de Barcelona y el Centre UNESCO de Catalunya, no es la excepción. Ahí, bajo un formato académico y a puerta cerrada, poco más de 80 especialistas en procesos de paz en América Latina se reunieron a analizar la génesis y la naturaleza de los conflictos armados, el inicio de los procesos de paz, los esquemas y actores en los procesos de mediación y las estrategias para una paz duradera.

Entre los asistentes se encontraban personajes como Alvaro de Soto, secretario general adjunto de Naciones Unidas; la premio Nobel de la Paz Rigoberta Menchú y Federico Mayor, director general de la UNESCO, al lado de ex guerrilleros como Rodrigo Asturias, integrante de la ex comandancia de la URNG; Vera Grave, ex dirigente del M-19 colombiano, y Salvador Samayoa, negociador del FMLN. La delegación mexicana fue la más numerosa. Participaron en ella integrantes de la Cocopa, la Conai y la Cosever, activistas de derechos humanos y del Consejo Nacional Indígena, así como dos representantes gubernamentales. Asistieron, además, varios destacados académicos catalanes y españoles.

El acto se realizó en medio de diversas presiones del gobierno mexicano. A través de sus canales diplomáticos se trató de cambiar las ponencias, se incorporó a los trabajos en el último momento a sus dos integrantes y se sacó de la lista a otros asistentes. A pesar del compromiso de mantener a puerta cerrada la reunión, apenas comenzado el seminario Alan Arias, uno de sus representantes, filtró a la agencia gubernamental Notimex los comentarios de una de las conferencias presentados como si hubieran sido el centro del debate en la reunión. Sin embargo, ninguno de los funcionarios o asesores gubernamentales presentes en la reunión elaboró ninguna ponencia y sus puntos de vista se limitaron a defender, con más pasión que eficacia, las tesis oficiales sobre el conflicto. Gustavo Hirales, por ejemplo, tomó la palabra para abogar por el grupo paramilitar Paz y Justicia.

Aunque se revisaron las experiencias de Guatemala, El Salvador y Colombia, el centro de la reunión giró alrededor del caso mexicano. En contra de la intención de los representantes gubernamentales por disminuir su impacto, gravedad y trascendencia, el grueso de las intervenciones hicieron evidente que se trata de un conflicto que tiene como eje la transformación de las relaciones de poder con implicaciones nacionales e internacionales. Un asistente, ex integrante de la comisión negociadora gubernamental en El Salvador, alertó a los mexicanos sobre el riesgo de soslayar la verdadera dimensión y naturaleza del conflicto y sobre la pretensión de montar tramoyas minimizadoras.

El encuentro mostró la enorme relevancia que en los circuitos preocupados por la paz tiene el obispo Samuel Ruiz García. El presidente de la Conai es, por ejemplo, doctor honoris causa por la Universidad Autónoma de Barcelona. El intento por descalificarlo, que hizo uno de los representantes gubernamentales, tuvo el efecto contrario al que buscaba, y alertó a los asistentes sobre la verdadera naturaleza de las ofertas de paz del gobierno. La Comisión Nacional de Intermediación y su presidente salieron fortalecidos de este seminario.

La reunión de Barcelona resaltó el empirismo con el que se ha conducido el proceso de paz en México. Mostró la necesidad y la conveniencia de que el conjunto de los actores involucrados aprendan tanto de otras experiencias concretas como de la teoría general de solución de conflictos. Y, sobre todo, hizo evidente la enorme torpeza con la que el gobierno mexicano está enfrentando el conflicto en Chiapas. Al hacer un recuento apresurado de lo que otras experiencias enseñan que no debe hacerse, aparece con claridad que la actual estrategia del gobierno de Zedillo está repitiendo casi todos los errores cometidos en otros países.