El Centro, la zona más peligrosa, revela una indagación oficial
José Galán Ť El Centro es la zona más peligrosa de la ciudad y su recuperación implica dejar fuera y poner bajo la sombra a cientos de delincuentes que han encontrado en vecindades y edificios en ruinas, producto del proceso de despoblamiento de esta zona, una guarida ideal para padrotes, narcos, ladrones, prostitutas y drogadictos.
Y también para chineros, cadeneros, cortineros, boqueteros y bolseros, coludidos todos con comerciantes y vendedores ambulantes en la protección de las ganancias obtenidas a costa de visitantes, empleados, turistas y trabajadores que acuden a la zona, ya sea para conocer sus atractivos o para trabajar o comer, o para realizar compras. El Centro Histórico ha sido tierra de nadie.
La Coordinación de Participación Ciudadana para la Prevención del Delito del gobierno capitalino tiene en su poder un análisis que da cuenta de la presencia de los más siniestros personajes en esa parte de la ciudad en 15 vecindades y otros inmuebles, que ha identificado con la ayuda de vecinos, trabajadores y autoridades. A pesar de que los datos son conocidos, la policía ha permanecido con las manos quietas.
Así, del Callejón de la Amargura al Paso de la Muerte -apelación familiar de la zona franca entre la Plaza Garibaldi y la calle de República de Ecuador--, hasta la famosa pasarela de prostitutas en la zona de San Pablo, la colonia Centro, el primer cuadro, ese que las autoridades capitalinas quieren recuperar, es un territorio en constante disputa por delincuentes como La Eva, en República de Guatemala; la pandilla de El Bugui, El Güero, El Arnoldo, El Charolas, El Muerto, El Oso y Ariel, que operan desde el número 39 de la calle de República de Chile.
Pero los hampones, delincuentes, la ``banda pesada'', prácticamente actúan en el área céntrica: desde Tepito y La Lagunilla hasta el viejo barrio de La Merced; en las calles de Leandro Valle, Lazarín M. Rodríguez del Toro, Santo Tomás, San Pablo, Ramón Corona, Manzanares, Correo Mayor, Moneda, Corregidora, Roldán y Misioneros.
Las viejas vecindades hacen las veces de bodega para el botín, que puede ir desde bolsas de mujer pasando por alijos de cocaína hasta llegar a aparatos electrónicos, automóviles desmantelados y joyas.
El análisis de esa instancia gubernamental revela que comerciantes y vendedores de vía pública están coludidos con los delincuentes, quienes les brindan protección e incluso les dan el pitazo a través de chiflidos que indican la presencia de operativos o de inspectores, además de que sirven como grupos de choque o afananadores de mercancía robada o ilegal.
El documento reseña la queja de los vecinos: en las calles de República de Chile y República de Uruguay, ``balaceras continuas, secuestros de los comerciantes o de sus empleados, cobro de protección y violencia para amedrentar a los posibles denunciantes''. Sobre el narcotráfico, el análisis señala que algunos predios se tienen habilitados como bodegas, donde se almacena y se vende droga. Además, el consumo de estupefacientes es frecuente en las calles de Lazarín M. Rodríguez del Toro, Santo Tomás, San Pablo, Ramón Corona y Manzanares.
El documento incluye una relación de los hampones: en República de Guatemala 36, La Eva; en República de Chile 38, Virginia Hernández y sus hijos Raymundo y Hugo Liebre. En República de Chile 39, Isabel Ramírez y sus hijos Rafael y Santos. En República de Chile 47 actúa la banda arriba citada. La misma calle, pero en el número 55, es terreno de Amado y Cuauhtémoc Maya. En Santo Tomás 67 uno de los personajes más siniestros: Doña Macabra. Además, en Moneda actúa la banda de Los Diez, precisamente en ese número de calle, además de que cerca rondan Los Panameños, de República de El Salvador.