La Jornada 31 de mayo de 1998

Teología de la violencia, la que les inculcan a paramilitares: diócesis de San Cristóbal

Elio Henríquez, corresponsal, San Cristóbal de las Casas, Chis., 30 de mayo Ť La diócesis local planteó que ``no se siente aludida'' por la declaración del presidente Ernesto Zedillo sobre la ``teología de la violencia'', argumentando que tal aseveración ``carece de fundamento'', pues las autoridades religiosas ``sistemáticamente, durante años, han denunciado esta actitud que muchas veces ha sido encubierta o ha permanecido impune, porque la ley se ha aplicado en función de intereses de grupo''.

Sin embargo, consideró que las afirmaciones de Zedillo y la ``sistemática campaña'' en contra de la diócesis ``agudizan el ambiente político, ponen en grave riesgo a las personas, empezando por el obispo Samuel Ruiz, y no contribuyen a crear condiciones para reanudar el diálogo''.

La postura de la diócesis ``no ha sido ni será nunca la de defender ni promover la violencia, pues no es esa su práctica pastoral'', declaró Gonzalo Ituarte, vicario de Justicia y Paz, a nombre del distrito religioso que encabeza Samuel Ruiz desde hace 38 años.

Se insistió en que la diócesis tiene una ``larguísima historia, reconocida a escala mundial, de su inmensa tarea en favor de la paz y en contra de la violencia, y esto se puede comprobar históricamente''.

Entrevistado en sus oficinas, Ituarte agregó: ``seguramente sí hay quienes promueven la violencia como los ideólogos de los grupos paramilitares que siguen en la impunidad, a los que les hacen creer que sirven a la patria reprimiendo a sus propios hermanos, sometiéndolos a estados de sitio y al hambre que ha derrotado a muchos, y los ha hecho retornar en condiciones de profunda violación de sus derechos humanos''.

Explicó que este fue el caso de más de 200 indígenas choles que esta semana regresaron a la comunidad de El Paraíso, municipio de Sabanilla -donde estuvo ayer Zedillo-, a quienes ``se les ha prohibido incluso reunirse para orar en el templo de la comunidad''.

En su opinión, ``es probable que el Presidente no esté recibiendo información adecuada, o la que le dan es muy deficiente, porque el tipo de reflexiones que hizo (durante su visita a Chiapas) no corresponde de ninguna manera a la práctica pastoral de la diócesis''.

Puede ser, abundó, que el primer mandatario ``se haya referido a los ideólogos que están respaldando a los grupos paramilitares, quienes incluso le están dando una legitimación religiosa a esa violencia represiva y asesina que ejercen''.

Gonzalo Ituarte recordó que en el sitio donde el Presidente se refirió a los ``teólogos de la violencia'', hace más de un año integrantes del grupo paramilitar priísta Paz y Justicia dispararon contra miembros del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas. En la misma zona norte, la comitiva de los obispos Samuel Ruiz y Raúl Vera sufrió un atentado en noviembre pasado, sin que ninguna de estas agresiones se haya esclarecido.

El también secretario técnico de la Comisión Nacional de Intermediación (Conai) opinó que en estos momentos un diálogo directo entre el gobierno federal y el EZLN) ``se ve sumamente difícil, pues expresiones como las utilizadas por Emilio Rabasa (coordinador para el diálogo y la negociación) parecen estar diciéndole a la gente que de ninguna manera va a dialogar con ellos.''

En cuanto al anuncio del gobernador Roberto Albores Guillén de desmantelar los ``campos guerrilleros'' localizados por inteligencia militar, Ituarte comentó ``si esto fuera cierto estaría violando la ley, lo cual no es extraño en Chiapas, pues sucede desde hace mucho tiempo, pero a lo mejor el señor Albores la desconoce y por eso lo dice, aunque como no hay estado de derecho en el estado...''.

También se refirió a la propuesta gubernamental de crear 33 nuevos municipios en los Altos, la Selva y norte, ``lo que no resolverá la problemática en las comunidades''.

Agregó que ``el problema está en que haya un camino establecido para generar una remunicipalización en función de un procedimiento, en el cual los pueblos indios tuvieran participación directa; el modelo propuesto por el gobierno es de arriba para abajo, no un camino donde juntos se construya el futuro''.


Angeles Mariscal, corresponsal, Tuxtla Gutiérrez, Chis., 30 de mayo Ť La primera división de la entidad en municipios fue en 1915 y contemplaba a 59 de ellos. Con el tiempo algunos desaparecieron como tales y ahora, con la propuesta gubernamental de crear 33 nuevos, varios serían restituidos.

Luego de la anexión de Chiapas a México, el 3 de septiembre de 1821, la primera conformación territorial por municipios se instruyó en el estado hacia 1915. En la Constitución Política del estado de 1921 aparece el territorio chiapaneco formado por 59 municipios.

La Ley del Municipio Libre del Estado de Chiapas establece en su artículo 12 los municipios de primera, segunda y tercera categoría considerando a los primeros como los que tienen más de cinco mil habitantes, después los que cuentan con menos de dicha cifra, y no especifica cantidad para los últimos.

Para 1923 se divide la entidad en 94 municipios; el último movimiento en la integración territorial estatal se efectuó el 30 de agosto de 1989, cuando se promulgó el decreto que elevó a la categoría de municipio a la agencia municipal de San Juan Cancuc, que pertenecía a Ocosingo. De esta forma quedaron integrados en el estado 111 municipios.

El pasado 29 de mayo, el gobierno del estado propuso la conformación de 33 nuevos municipios en el área que ahora ocupan otros 11, ubicados en las regiones norte, selva, Altos y zona fronteriza.

La propuesta gubernamental contempla establecer tres nuevos municipios en Altamirano; cinco en Las Margaritas, uno en Chenalhó, cuatro en Chilón, dos en La Independencia, 13 en Ocosingo, uno en Sabanilla, uno en Simojovel, uno más entre Salto de Agua y Tumbalá, y dos en Tila.

En la historia de las divisiones territoriales del estado han existido municipios que desaparecieron como tales y que no se volvieron a restituir; algunos de ellos son actualmente agencias municipales, que de llevarse a cabo la propuesta gubernamental, subirían nuevamente a la calidad de municipios.

Estos serían Bachajón, Sibacá, El Edén y Moyos; ubicados en Chilón, Ocosingo, entre Las Margaritas y Altamirano, y Sabanilla, respectivamente.

Además de los cuatro anteriores, se contempla establecer los municipios de La Candelaria, Tzaconeja, Amparo Aguatinta, El Edén, Guadalupe Tepeyac, Maravilla Tenejapa y Santiago Guelatao, en lo que hoy es el municipio de Las Margaritas.

Aldama quedaría constituido dentro del territorio de Chenalhó; Alan San Juc, Centro Chich y Jetjá, en Chilón; Río Blanco y El Valle, en La Independencia; Moyos, en Sabanilla; San Andrés Duraznal, en Simojovel; Cenobio Aguilar, entre Salto de Agua y Tumbalá, y El Limary Petalcingo, en Tila.

En el municipio más grande del estado, Ocosingo, quedarían establecidos Abasolo, Amador Hernández, El Censo, Lacandonia, Marqués de Comillas, Moisés Gandhi, Nueva Morelia, Patihuitz, San Quintín, Sibacá, La Unión, Valle de Carranza y Valle de Santo Domingo.

Esta propuesta, que pretende dar respuesta a la petición del EZLN en las mesas de diálogo de San Andrés, no fue consultada con el grupo insurgente que ya tenía constituidos siete municipios autónomos, dos de los cuales fueron disueltos por el gobierno que ahora propone crear 33 nuevos.


Hermann Bellinghausen, enviado, La Realidad, Chis., 30 de mayo Ť Hambre y resistencia. Sequía y cerco militar. Acuerdos no cumplidos y amenazas que podrían ampliarse. Las comunidades zapatistas, en la tensión de los extremos, encaran la situación.

``La resistencia es una forma de los pueblos de exigir en silencio lo que antes han dicho hablando'', dice Juan, quien se presenta como vocero del municipio en rebeldía San Pedro de Michoacán.

``La resistencia es difícil pero necesaria'', agrega. ``Los compañeros de los pueblos creen que la resistencia va a durar hasta que el gobierno cumpla los acuerdos ya firmados y con las demás demandas que tenemos''.

Con las cosechas perdidas, o ni siquiera iniciadas, los pueblos de esta región tojolabal han visto transcurrir el año en condiciones críticas, que tienden a agravar sus condiciones materiales.

El recrudecimiento de la hostilidad gubernamental contra ellos ha tenido, según recapitula Juan, dos momentos en 1998.

``Uno, primero, fue la presión militar al mismo tiempo que los compañeros intentaron rozar su milpa, en enero y febrero. Un momento muy difícil'', considera.

``Es el tiempo de los aviones y los helicópteros sobre los pueblos. La gente no podía trabajar con tranquilidad, temerosos de un ataque en cualquier momento''. Y la roza quedó inconclusa.

``El segundo momento, muy cabrón, es toda la presión gubernamental sobre los municipios autónomos, que son los mismos pueblos. Fue cuando hicieron el desalojo de Taniperla, y luego lo que hicieron en Amparo Aguatinta''.

Esas circunstancias provocaron una excepcional alerta en las comunidades rebeldes. Juan relata:

``Los compañeros empiezan a moverse y hacer guardia civil para proteger sus autoridades y sus cabeceras municipales.

``Entonces los pueblos se dedican a defenderse, y hasta la fecha. Eso hace que los compañeros no rocen sus milpas y menos los frijolares, que ni siquiera habían comenzado. Lo que está pasando no da ninguna confianza, y hay amenazas directas del gobierno contra nosotros''.

Las vacas flacas

Sin dejar de reconocer el apoyo de la sociedad civil mexicana y la solidaridad internacional, Juan deja claro que las carencias son muy grandes.

``No tenemos reserva de maíz ni frijol. El frijol de por sí ya no hay, y arroz ya dejamos de comer, de antes''.

La cosecha de café, lo que daba el dinero ``para el frijol, la sal, el jabón de las familias'', también los dejó con pérdidas.

``En diciembre y enero, que tocaba la cosecha, empezaron los patrullajes más fuertes sobre Benito Juárez, Rizo de Oro, y otros pueblos, además de aquí La Realidad''.

Y una cosa lleva a la otra: ``Como no tenemos comida, se empieza a desarrollar la enfermedad. Para empezar, no hay medicinas''. Lo más frecuente, dice, son la diarrea, la disentería y los granos purulentos en la piel de los niños, incluso los recién nacidos. Y agréguese la desnutrición de las madres.

Luego vinieron el verano y los incendios. ``Muchas montañas se quemaron, las lomas. Pronto vamos a ver que no hay maderas que son servibles para construir'', y señala la casa de tablas a su espalda, como para explicar a qué se refiere.

Por ejemplo, menciona que el incendio de bosques arrasó con grandes extensiones entre Santa Lucía y Guadalupe Tepeyac, el actual cuartel del Ejército federal.

``Como se empleó tiempo en apagar los incendios, se descuidó otra vez la milpa. Y el mucho verano hizo que la poca siembra no saliera, faltó lluvia. Vamos a intentar sembrar de nuevo. Apenas ayer empezaron aquí los compañeros''.

Algo así como que de lo perdido, lo que aparezca. Y prosigue Juan: ``Hasta orita no ha llovido. Se siembra atrasado. Y ahora nos puede pasar que caiga mucha lluvia y eche a perder la nueva siembra''.

Las perspectivas no parecen, otra vez, nada fáciles. Para septiembre y octubre se teme una gran escasez, ``como los pueblos no han tenido. Las hambres eran en mayo, julio. Pero luego empezábamos a tener maíz fresco. Ora los pueblos no tienen de dónde sacar, y eso en toda la selva'', dice Juan.

Presiones militares y políticas

``Los compañeros han resistido no nada más a la presión militar y política, sino también a los programas del gobierno, que los usa para ver si divide las comunidades. La resistencia de los pueblos, ahí va'', dice Juan.

``Estamos haciendo cosas. Apenas esta semana, del 22 al 28 de mayo se hizo un curso para los promotores de salud, especial para que vean las enfermedades que hay orita''. Aclara que no hay medicamentos suficientes, pero el curso es ``para hacer lo que se puede hacer''.

Otro espacio de búsqueda alternativa ha sido la educación: ``Los pueblos nombraron sus promotores de educación y con apoyo de la sociedad civil mexicana tomaron unos cursos de preparación. Ya están orita dándose clases en las comunidades''.

En algunas, por primera vez en cuatro años:

``Lo que pasó es que los maestros bilingües se metieron a trabajos que no son de la educación, como hace poco que trajeron la consulta de Albores Guillén (el gobernador chiapaneco) y metieron los paquetes del gobierno''.

Según Juan, con frecuencia los maestros bilingües ``han hecho trabajo de espionaje'' en las comunidades rebeldes. ``Por eso los pueblos prefirieron preparar la propia gente''. Y cuenta lo que ocurrió recientemente en La Libertad:

``Llegó uno haciendo creer que era el nuevo maestro, y resultó una persona del Ejército federal. La gente vecina del cuartel de Río Corozal descubrió que llegaba al cuartel porque era soldado''. Como resultado, lo corrieron de La Libertad.

``Los pueblos se preparan para resistir más. No sabemos cuánto hay que resistir, pero la gente tiene la disposición. Y aunque no todo sea bastante, los pueblos han sentido la solidaridad de las caravanas y el apoyo de la sociedad civil.

``Los compañeros han interpretado que la resistencia es otra forma de luchar por las demandas''.

Estamos por terminar la conversación cuando se escucha un helicóptero que vuela alto, en dirección a San Quintín.

Juan mira al reportero como si al fin encontrara la palabra justa, y con cierto orgullo expresa:

``La resistencia es una forma de los pueblos de exigir en silencio lo que antes han dicho hablando''.

Hace una pausa, parece que ya casi terminó de hablar. Y entonces agrega:

``Con la resistencia, los pueblos muestran su dignidad como indígenas que no están dispuesto a recibir, ¿cómo se dice? limosnas, que ya sabemos que no resuelven nada''.