La bruma que oscurece la vida pública no puede ocultar que la disputa decisiva por la nación no será en el 2000 sino que se está dando ya en 1998, a pesar de los partidos.
1. Los últimos escándalos político financieros del gobierno de Ernesto Zedillo no sólo han puesto una vez más de manifiesto la corrupción y la incompetencia del grupo tecnocrático y el hecho de que el narco ha consolidado en estos cuatro años su control sobre los principales bancos privados y buena parte de las instancias del Estado. Los escándalos de la operación Casablanca, del Fobaproa y del paquete de reformas financieras han hecho evidente también que Zedillo está dispuesto a correr todos los riesgos con tal de defender los intereses privados de quienes son los dueños de la banca: quien fuera su predecesor y su grupo de amigos.
2. El escándalo del Fobaproa es uno de los mayores del siglo, pues el gobierno zedillista pretende convertir cerca de 70 mil millones de dólares de pasivos de los bancos en deuda pública. Es decir, pasarle a los mexicanos la factura por la corrupción y los errores de los narcobanqueros salinistas: no sólo de Carlos Cabal Peniche, o de El Divino, los prófugos a los que la PGR no quiere detener, o de Jorge Lankenau Rocha, sino de quienes aún manejan la banca, con lo que Ernesto Zedillo muestra a servicio de quién está.
3. La reunión de Zedillo en Los Pinos con los líderes parlamentarios llamándolos a aprobar con urgencia su iniciativa de reformas financieras (26 de mayo) no es por lo mismo más que una exigencia de anteponer los intereses del narcosalinismo a los derechos de los mexicanos, lo que es grave en extremo.
4. La operación Casablanca, llevada a cabo en México por agentes estadunidenses para detener a empleados de los principales bancos acusándolos de ``lavado de dinero'', no tuvo como objetivo mostrar que la soberanía mexicana no existe (lo que en Washington se da por descontado), sino darle un aviso a Zedillo de que el narcosalinismo debe abandonar el control de la banca mexicana y que en lo sucesivo ésta debe ser manejada por norteamericanos.
5. La propaganda que busca confundir a los mexicanos no logra sin embargo su objetivo, y a nadie extraña por consiguiente que Zedillo, la secretaria Green y el procurador Madrazo hayan hecho el ridículo pretendiendo que el presidente Bill Clinton les ofreció disculpas (lo que no es cierto) y que ellos se hallan agraviados (lo que tampoco lo es), pues el gobierno mexicano se ha negado a hacer referencia al meollo del problema: el control de Carlos Salinas y del narco sobre los bancos privados.
6. La pregunta que muchos se están haciendo no es por lo mismo solamente si los mexicanos podemos seguir aceptando del gobierno políticas delictivas, sino otra más: ¿Puede Ernesto Zedillo continuar en la silla presidencial?
7. La Constitución Mexicana estableció en 1917 un régimen presidencialista en el que el Ejecutivo es casi impune, pero dejó entreabierta una puerta en el artículo 108 para poder enjuiciar y destituir a un presidente por ``traición a la patria'' y ``delitos graves del orden común'', y ese es el supuesto en el que se han hallado los últimos gobernantes. Aunque ninguno ha estado en entredicho como ahora Zedillo, quien enfrenta un cúmulo de acusaciones sin precedente en nuestra historia reciente.
8. Los últimos presidentes actuaron con plena impunidad por la debilidad de la sociedad civil, a lo que se aunaba el hecho de que por ser el PRI la mayoría en el Congreso, no habría sido posible el procedimiento por el que la Cámara de Diputados los acusa ante la de Senadores conforme a los artículos 110 y 11. Pero hoy las cosas no son iguales.
9. Ernesto Zedillo podría ser acusado constitucionalmente al menos por cuatro graves razones que a nadie escapan:
a) por atentar contra el sistema financiero del país, aceptando que éste se consolide en manos de narcoempresarios prestanombres de Carlos Salinas; b) por decidir la creación de grupos paramilitares en Chiapas, entrenados y protegidos por el Ejército, los que bajo la protección de las autoridades federales han estado cometiendo múltiples crímenes, incluyendo el genocidio de Acteal, creando un clima de violación generalizada de los derechos individuales y sociales de los pueblos indios; c) por haber encubierto los homicidios políticos y los delitos contra el patrimonio y la economía cometidos por Carlos Salinas, actuando como encubridor de éste con el objetivo de permitirle seguir controlando el aparato de Estado, y d) por haber comprometido el destino de México al aceptar que decisiones claves para el futuro inmediato se tomen en el exterior y se sigan entregando recursos básicos de la nación y empresas públicas al capital extranjero en violación a la Constitución.
10. El gobierno de Zedillo, por su injerencia en la vida de los partidos, aún controla el Congreso y prevalece sobre la Suprema Corte de Justicia, pero ha desdeñado un factor de importancia: el hecho de que la sociedad mexicana es ya un actor fundamental de la política nacional.