GALERIA Ť Carlos Martínez Assad
La historia no se construye con base en la
complacencia
``¿Por qué las universidades más importantes y más grandes del país están en la ciudad de México? ¿Por qué el sistema de investigación fundamental está en el DF? ¿Por qué todos los transportes, aviones y camiones coinciden aquí?''
Carlos Martínez Assad explica: ``El modelo centralizador realmente fue brutal en la medida en que nulificó la capacidad de desarrollo que tenían las regiones de México, como Chiapas, que siendo una de las regiones más ricas en recursos naturales sigue albergando una de las poblaciones más empobrecidas del país.
``Esto no es nuevo ni tiene que ver con el levantamiento del subcomandante Marcos. También está Oaxaca, con índices de marginalidad altísimos, al igual que Hidalgo y Veracruz. Y esto sólo para hablar de la polarización creciente en términos sociales.''
Dedicado al estudio de la historia nacional vista a través de la sociedad y sus regiones, Carlos Martínez Assad (Jalisco, 1946), doctor en sociología política por la Universidad de París y distinguido con el Premio Universidad Nacional en 1997, desarrolla su trabajo en el Instituto de Investigaciones sociales de la UNAM.
En libros como El Laboratorio de la Revolución (1979) y Los rebeldes vencidos (1993), Martínez Assad ubica sus estudios dentro del revisionismo histórico, corriente que se contrapone a la historia oficial contada sólo por los vencedores, para insistir en que ésta tiene que ser considerada desde otras perspectivas.
Estudiar lo que sucede a los hombres todos los días conlleva una metodología compleja: unir lo territorial con lo social, es decir, saber dónde suceden los fenómenos y cómo se vinculan con la historia.
``Para la historia oficial, tener un país completamente homogéneo significaba una concepción unitaria, coincidente con la versión centralista del poder que ha tenido el Estado mexicano desde Porfirio Díaz, pasando por los regímenes surgidos de la Revolución, hasta los de ahora.''
Martínez Assad plantea que ``era mucho más fácil que un discurso de un informe presidencial dijera `se han repartido miles de hectáreas, en toda la República el ejido avanza', cuando el ejido no era la solución exacta para todos los estados''. De esa manera, agrega, se dio todo un proceso de simulación: se insistió en que todo el país estaba convertido en ejido, cuando tendrían que haber existido diferentes soluciones de acuerdo con las condiciones de las diversas entidades federativas.
Sostiene que el regionalismo ha vivido diferentes momentos, y ubica la época actual a partir de 1982, cuando el doctor Salvador Nava Martínez logró ganar, independientemente del PRI, la alcaldía de la capital de San Luis Potosí. ``A partir de ese momento, el sentimiento regional renace al exigir a la Federación el cumplimiento constitucional de la distribución de recursos.
``Ese proceso también es atravesado por la aparición del pluripartidismo y la alternancia de al menos tres partidos en diferentes gubernaturas. Esa visión de lo regional se reforzó, políticamente, con la presencia de gobernadores que no pertenecen al partido del gobierno. Ahora los municipios exigen que más recursos y participaciones federales sean ejercidos de manera libre y con relativa autonomía.''
Pero todavía, subraya, la articulación política nacional se da en función de esa centralización, así como la visión para controlar y dirigir los destinos del país: ``En el DF se produce el producto interno bruto (PIB) más alto, pero también es la región que más gasta, pues durante mucho tiempo la capital absorbía 50 por ciento del PIB y el resto iba a los estados. Eso generó desequilibrios muy fuertes y nulificó posibilidades de desarrollo, situación que es muy difícil de corregir''.
Para Martínez Assad la historia no se construye con base en la complacencia, sino al revelar aun lo más burdo, porque la historia está conformada de claros y sombras. ``No todo puede ser claridad''. (Mirna Servín)(Fotos: Jose Antonio Lopez Pantoja)