Masiosare, domingo 24 de mayo de 1998


ELECCIONES EN EL PRI
Lo que se siente ser


OPOSICION


Arturo Cano y Alberto Aguirre M.


José Luis Leyson, aspirante a la candidatura priísta en Sinaloa, lo ha dicho en una frase: ``Ahora sé lo que se siente ser oposición''. Leyson, al igual que otros precandidatos que buscan las postulaciones en Puebla, Sinaloa y Tamaulipas se han enfrentado -según denuncias directas o versiones de sus equipos de campaña- a toda la fuerza de los gobernadores de esas entidades e,incluso, a la mano de funcionarios federales interesados en apuntalar a los aspirantes ``oficiales''. Todo,en el nuevo PRI que nace hoy.

En las breves precampañas del nuevo experimento ``democratizador'' del PRI, varios de los aspirantes han probado los sinsabores que creyeron eternamente reservados a militantes de otros partidos.

Como ha gustado repetir Leyson en su precampaña: ``Ahora sé lo que sienten los partidos de oposición cuando se enfrentan a todo el sistema, porque nosotros nos estamos enfrentando a toda la maquinaria electoral con todas sus mañas'' (Noroeste, 16 de mayo).

En Tamaulipas, ``la corriente política que encabeza el gobernador Manuel Cavazos Lerma le ha dado trato de oposición a Marco Antonio Bernal'', escribe Miguel Angel Romero, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana.

Condenado a perder, el poblano Germán Sierra plantea que los dos aspirantes con más posibilidades representan dos modelos de PRI desgastados que en nada contribuirán a la modernización del tricolor.

Puebla, el capital de Manuel

Al parejo de la contienda interna, en la entidad ocurre una guerra por el control político. En un bando, los ex gobernadores Alfredo Toxqui, Guillermo Jiménez Morales y Mariano Piña Olaya. En el otro, Manuel Bartlett.

Son dos PRI, cada uno con su candidato. Uno, el de Bartlett -con las estructuras oficiales, el dinero y la maquinaria electoral- y el otro, el de los ``damnificados'' desde la llegada del ex secretario de Gobernación y aspirante a la candidatura presidencial.

De un lado está el diputado federal José Luis Flores Hernández, secretario de Finanzas en la primera parte del sexenio bartlista.

En el otro, el senador Melquiades Morales Flores, ex líder campesino, amparado por los ex gobernadores.

Dos modelos de PRI que -según caracteriza Sierra Sánchez, el tercer precandidato- están desgastados y, de imponerse, en nada contribuirán en la modernización del tricolor ni en el ejercicio de un gobierno más eficaz y solidario.

Sin posibilidades de triunfar, Sierra es, paradójicamente, el más popular en los centros urbanos.

Los poblanos, ha dicho insistentemente, han de escoger entre un ``tecnócrata exquisito`` o un ``dinosaurio''.

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Como en Sinaloa y Tamaulipas, los tres precandidatos priístas tuvieron apenas 20 días para presentar sus ofertas.

Como en esos estados, las quejas en Puebla tienen que ver con los apoyos del gobierno estatal en favor del candidato del Ejecutivo local.

El corto periodo no inhibió las viejas prácticas.

Fueron tres semanas de gastos suntuosos, oleadas de propaganda en medios electrónicos y golpes bajos.

Cada precandidato pudo gastar hasta un millón de pesos en sus actividades proselitistas. Según conteos de periodistas y organismos empresariales, ese tope fue rebasado con mucho.

Pero eso no preocupa a los precandidatos, quienes han cifrado sus esperanzas en contar con ``la mejor capacidad de organización y la mejor estructura de movilización'' para ganar.

¿Qué significa eso? Recursos y personal para movilizar a los simpatizantes -por las tradicionales vías del acarreo y las ``operaciones tamal''- y ganar los votos.

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Los tres precandidatos han mostrado ser buenos priístas.

Flores Hernández ha tenido de su lado buena parte de la estructura del gobierno estatal y al PRI poblano.

A su lado están algunos de sus compañeros en la Cámara de Diputados, como Enoé González, Jorge Estefan Chidiac, Ignacio Mier Velasco, quien junto con Julio César Bouch habilitó una estructura de comités de participación ciudadana en todo el estado.

La mayoría de los 187 presidentes municipales priístas fueron ``llamados`` a brindar apoyos a Flores Hernández, so pena de no ver aprobadas sus cuentas públicas en la Legislatura local. Muchos obedecieron, bloquearon mítines y retiraron propaganda de los adversarios de Flores.

Además, Flores ha recibido el visto bueno de la clase empresarial, que rechazó a Sierra por ser ``un perdedor'' y a Melquiades por ``populista''.

Flores Hernández rivaliza con el senador Melquiades Morales Flores, quien en 30 años de carrera ha ocupado todos los puestos en el PRI local.

Impulsores de Melquiades son Alberto Jiménez Morales, René Meza Cabrera, director de Tránsito en el sexenio pasado, y Efraín Trujeque, autor del fraude en 1983 contra el PAN.

Con Melquiades también están algunos funcionarios estatales, como Mario Riestra, secretario de Desarrollo Económico, y el procurador Carlos Julián Nacer, quien ha organizado una red de abogados para la defensa jurídica del voto.

El tercero en la disputa, Germán Sierra, fue candidato del PRI a la alcaldía de Puebla hace tres años y perdió por una diferencia de dos a uno.

Cercano colaborador de Luis Donaldo Colosio, cuenta con el apoyo corporativo de Antorcha Campesina, organización que se afilió al PRI en la época del sonorense y con la que Sierra mantuvo relación como delegado de la Sedesol. Antorcha le prometió 60 mil votos.

Alberto Amador Leal, ex diputado federal, ex funcionario del Cisen y ex coordinador de asesores del nuevo secretario general del PRI, Carlos Rojas, estuvo en su campaña.

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Para la jornada electoral, el PRI poblano instalará cerca de 2 mil 700 casillas, ordenó la impresión de 680 mil boletas y espera la participación de unos 300 mil sufragantes.

Del equipo de José Luis Flores, apenas el jueves pasado adelantaban los resultados que habrán de darse este domingo:

Sierra tendrá 45 mil votos, Melquiades 90 mil y Flores Hernández ganará con 160 mil.

Además, prendían focos rojos: el riesgo de enfrentamientos -incluso violentos- entre los grupos después de los comicios ``es altísimo''.

La apuesta es -confían- a la fuerza moral del gobernador Bartlett, ``que no dejará que haya indisciplinas, jaloneos o deslegitimaciones''.

Y argumentan: si hay conflicto entre los priístas de Puebla, Bartlett perderá una gran parte del capital político que debe ofrecer al PRI en el 2000.

Mapaches en el noroeste

En la recta final de la disputa por la candidatura en Sinaloa, anónimas manos comenzaron a repartir cientos de pegotes con una leyenda: ``Vota por Juan S. Millón''. La referencia a la supuesta riqueza y a los gastos de precampaña de Juan S. Millán indica el tono que adquirió la disputa en Sinaloa.

José Luis Leyson, el aspirante con menos posibilidades, se queja en entrevista con José Alfredo Beltrán, del diario local Noroeste: ``Seguimos haciendo lo que queremos, gastando lo que podemos y queremos. No puedo competir en recursos con Lauro (Díaz Castro) ni con Millán''.

Más allá de la abundancia de recursos, otras presencias empañan la contienda interna del PRI en Sinaloa. El mismo José Luis Leyson declaró que cuando vio a Juan Burgos Pinto, ex director de Gobierno de la Secretaría de Gobernación, con Lauro Díaz Castro, señalado como el candidato del titular de esa dependencia, Francisco Labastida, ``me puse a temblar''.

``Juan ha sido un mapache toda la vida'', precisó Leyson.

Al cuarto para las doce, diversas encuestas siguen favoreciendo a Millán. Su rival Díaz Castro ha minimizado esos instrumentos: ``La única encuesta libre, sin intereses sesgados, será la de este domingo''.

Tamaulipas: adiós a Bagdad

Ajetreado por las negociaciones en Chiapas -y antes de firmar los acuerdos de San Andrés-, Marco Antonio Bernal añoraba Tamaulipas: quería pasar largas horas tendido en las arenas de Puerto Bagdad, a unos minutos de Matamoros.

¿Qué habría mejor que hacerlo como gobernador?

Como Millán en Sinaloa, Bernal se veía a sí mismo declarado ``candidato de unidad''. Pero el experimento ``democratizador'' lo alcanzó y, desde hace casi un mes, el ex encargado de prospectiva en el equipo de Colosio ha invertido sus horas en denunciar el despliegue de recursos del gobierno estatal, encabezado por Manuel Cavazos Lerma, en favor de Tomás Yarrington, el precandidato ``oficial''.

El equipo de Bernal ha presentado algunas impugnaciones ante la comisión del PRI encargada del proceso, pero en ningún caso ha corrido el trámite pues ese órgano es controlado por gentes del gobernador.

``No hay erario público que aguante lo que están gastando en Tamaulipas'', dice un integrante de su equipo.

Existen versiones de que los promotores de Yarrington ``compran'' escrutadores de áreas urbanas en 5 mil pesos y de zonas rurales en 3 mil.

Pero además de los recursos, Yarrington cuenta con la red de liderazgos que armó como responsable del Comité de Planeación del Desarrollo de Tamaulipas (Copladet), el organismo encargado de las obras públicas. Un 60% de los candidatos a alcaldes surgieron precisamente de esa estructura.

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``Todo el aparato gubernamental está haciendo política a favor de Tomás Yarrington'', escribe Miguel Angel Romero.

Explica: ``Las obras de gobierno se condicionan, los apoyos asistencialistas se otorgan a nombre del candidato del gobernador; a los líderes sociales se les trata de comprar con dinero y beneficios particulares. Cuando esta política de ÇconvencimientoÈ fracasa, surge la amenaza de reaparecer viejas órdenes de aprehensión o de resucitar procesos judiciales ya olvidados''.

De acuerdo con Romero, el gobernador ha participado directamente en la promoción de Yarrington: ``Las entregas de apoyo al campo, de despensas, de regularización de terrenos, se han convertido en el pretexto para apoyar a su candidato. Su estrategia es simple y burda, en donde Marco Antonio Bernal tiene éxito en su campaña, buenos actos o alianzas importantes, dos o tres días después aparece el gobernador, llama a los líderes locales y los ÇinvitaÈ a sumarse a la campaña de Yarrington''.

Como la ``raza sinaloense'' millanista, los tamaulipecos que apoyan al ex jefe de la negociación en Chiapas presumen la frase robada a la oposición: ``Agarra lo que te dan pero vota por Bernal''.

* * *

El 15 de mayo, los equipos de tres de los cuatros aspirantes a la candidatura priísta conocieron los resultados de una encuesta donde Yarrington, ex secretario de Finanzas del gobernador Cavazos, estaba en la delantera con 36% de las preferencias, seguido por Bernal con 26%.

En los últimos días, asegura gente de su equipo, el margen se ha reducido gracias a los ``amarres cupulares'' con diferentes sectores a los que une, llanamente, su postura anticavazista.

Pese a todo, Bernal parece dispuesto a disciplinarse al resultado que podría hacer candidato a Yarrington, quien inició su carrera como secretario particular del actual gobernador coahuilense Rogelio Montemayor.

La ``excelente'' relación de Bernal con el recientemente nombrado secretario de Desarrollo Social, Esteban Moctezuma, le podría abrir una salida: la subsecretaría que dejara vacante Enrique del Val, o bien, otro puesto en la dependencia hasta hace poco encabezada por Carlos Rojas.

La disputa se resolverá hoy en mil 700 casillas.

Lo más probable es que Puerto Bagdad deba esperar.



Historias del
nuevo PRI


Te lo cambio

Cuando Marco Antonio Bernal se topó con su compañero del Senado Juan S. Millán, no pudo contenerse:

-Manuel Cavazos (gobernador de Tamaulipas) está usando todo contra mí y a favor de su candidato (Tomás Yarrington).

Un testigo casual del encuentro dice que Bernal se fue largo con su rosario de penas. Hasta que Millán lo paró:

-Si quieres te cambio a Cavazos por el que yo tengo en contra.


Los mapaches y las suspicacias

Para exorcizar el fantasma del fraude electoral y el brote de inconformidades que deslegitimen el proceso interno, distinguidos priístas de Puebla fueron separados de sus habituales funciones partidistas.

``Es para evitar suspicacias'', justificó por el delegado especial del CEN, Humberto Lira Mora.

Se tuvieron que ir, entre otros, Efraín Trujeque, José María Morfín Petrarca, Omar Blancarte y Héctor Laug, cada uno con un rico pasado de batallas electorales ganadas a la oposición.

Morfín Petrarca, conocido por ser uno de los involucrados en la ``caída del sistema'' en 1988, trabajaba ``en la sombra'' en favor de José Luis Flores. Laug -secretario de Elecciones del comité estatal- apoyaba a Melquiades Morales.

Todos supieron que los precandidatos los ``quemaron'' por sus tendencias ``mapachiles''.

Pero no se fueron del todo. Sólo se separaron de sus cargos en el Comité Directivo Estatal... para incorporarse, de tiempo completo, con sus respectivos ``gallos''.