La Jornada 24 de mayo de 1998

Falsas alarmas de infiltrados le facilitaron la huida el jueves

Juan Manuel Venegas, enviado, y Francisco Guerrero Garro, corresponsal, Cuernavaca, Mor., 23 de mayo Ť Para abrir la ``línea de fuga'' al jefe del clan de secuestradores, en Cuernavaca se dio una guerra de estrategias en la que los protagonistas fueron las corporaciones policiacas federales y estatales, y en la lucha por proteger a Daniel Arizmendi López, sus agentes infiltrados en las instituciones se atrevieron a correr la noticia de que el gobernador Jorge Morales Barud había sido secuestrado.

Mientras agentes federales de la Procuraduría General de la República, alrededor de las 18 horas del jueves 20, comenzaban la persecución de Daniel Arizmendi Arias, los cuerpos de seguridad estatal (policía judicial y metropolitana de Cuernavaca) desplegaban un contraoperativo y desde sus centros de operaciones se daba el pitazo para que su padre, el temido Arizmendi López, saliera de la ciudad.

Con información oficial a la que La Jornada tuvo acceso, se logró la reconstrucción de los hechos ocurridos durante la tarde-noche del jueves pasado, cuando la llamada ciudad de la eterna primavera quedó prácticamente sitiada en el marco del operativo que se llevó a cabo para detener a varios de los integrantes de la familia Arizmendi: todos acusados de secuestro y mutilación de sus víctimas.

Fue el día en que tomaron las calles soldados de la 24 Zona Militar, agentes del Grupo de Lucha contra la Delincuencia Organizada de la PGR, del Centro de Investigaciones y Seguridad Nacional (Cisen), y elementos de las policías Judicial estatal y Preventiva de Cuernavaca.

Todos -salvo los elementos del Ejército Mexicano, que sólo entraron en acción en el decomiso de las casas de los secuestradores- se movilizaron al mismo tiempo. En el centro de Cuernavaca, los agentes federales ubicaron a Arizmendi Arias y se prestaban a la persecución. Habían pasado 15 o 20 minutos después de las seis de la tarde, y los efectivos de la PGR esperaban la oportunidad para capturarlo.

En esos momentos, hacia el sur de la ciudad, en la colonia Las Palmas, las policías estatal y preventiva desplegaban a sus elementos y, radio abierto, reportaban el intento de un secuestro y alertaban sobre un enfrentamiento con los supuestos plagiarios; paralelamente, una mujer -a la que no se ha podido identificar- se presentó en la delegación estatal de la Procuraduría General de la República para denunciar la amenaza de una bomba en el hotel Del Prado, ubicado en el extremo norte de la ciudad.

Movilización por la amenaza de ``muchas bombas''

Al mismo tiempo, otro grupo de efectivos policiacos locales se movilizaban hacia el hotel y por la frecuencia de radio la alerta ya no hacía mención a una bomba... se pedía precaución porque podría haber ``muchas bombas''.

En tanto, los agentes contra el crimen organizado seguían tras el joven Arizmendi Arias. A pesar de la movilización de los policías locales y el desconcierto que ésta provocó, habían recibido la orden de mantenerse sobre el secuestrador. Ya para entonces, el reloj marcaba las 20 horas.

Y aumentó la confusión. A esa hora, se reportaron siete choques automovilísticos en la zona centro, en la que no dejaba de circular Arizmendi Arias a bordo de un vehículo beatle, y, para colmo, surgió la noticia que se escuchó en todas las unidades policiacas:

El gobernador Morales Barud había sido secuestrado, en una acción llevada a cabo en las calles aledañas a la casa del gobierno.

Identificado el contraoperativo; la orden fue detener al hijo del jefe

Sin existir mayor confianza entre los agentes federales y estatales, y comprobada por la PGR, casi inmediatamente, la falsedad del supuesto secuestro del mandatario estatal -apenas con una semana en el cargo-, de la delegación de la PGR en la entidad salió la orden: era el momento de detener a Daniel Arizmendi Arias.

En la delegación se empezó a sospechar que todos los sucesos paralelos conformaban en realidad ``un contraoperativo'' para abrir la ``línea de fuga'' para el jefe del clan de los Arizmendi.

La sospecha no careció de fundamentos: diversos mandos y agentes de la Procuraduría de Justicia estatal, la unidad antisecuestros de ésta (ya desaparecida) y la Policía Judicial del estado, están siendo investigados por presunta protección a la banda de secuestradores más poderosa y sanguinaria que haya existido en México. Al grado es el involucramiento, que los titulares de estas dependencias, Carlos Peredo Merlo, Armando Martínez Salgado y Jesús Miyazawua Alvarez, respectivamente, se encuentran bajo proceso por delitos que podrían estar vinculados a la actividad de los plagiarios.

Y aunque éstos ya fueron removidos de sus cargos, la estructura y los niveles medios ``siguen siendo los mismos'', se advirtió entre los responsables del operativo contra los Arizmendi; por eso se dio la orden de no retrasar la captura de Daniel.

Asimismo, se dio la instrucción de hacer cumplir las órdenes de cateo que la PGR había obtenido desde el 15 de mayo para la inspección de seis residencias propiedad de la familia de secuestradores. Fue entonces que se pidió la colaboración del Ejército Mexicano, que ya tenía contemplado entrar a escena con la movilización de su base de la 24 Zona Militar con sede en Cuernavaca.

Fue en uno de estos inmuebles, (Ontario 12 de la zona residencial Bello Horizonte) donde se logró la aprehensión de María de Lourdes Arias García, Sandra Arizmendi Arias y Verónica Jaramillo Saldaña, esposa, hija y nuera de Daniel Arizmendi López, quien logró darse a la fuga.

A esta casa, incluso, los agentes y efectivos militares entraron por la fuerza, derribando la puerta central y cercando con sus vehículos accesos y salidas de la colonia.

El contraoperativo había dado resultados, Arizmendi López huyó, de acuerdo con la reconstrucción de hechos, rumbo al municipio de Tepoztlán, que precisamente había quedado descubierto entre la confusión que generaron los choques, el supuesto rapto del gobernador, las bombas en el Del Prado y el enfrentamiento que habrían protagonizado judiciales estatales con una banda de plagiarios.

Pero el golpe ya estaba dado, tres familiares directos de Arizmendi López habían sido capturados ese día y, junto con la nuera, se sumaban a las detenciones que días atrás se lograron en contra del padre y nieto del jefe de la banda.